Cine

Cine venezolano, hasta que la crisis lo apagó

Si bien hay motivos para celebrar en cuanto a internacionalización, diversificación de géneros, respuesta del público… la producción de películas venezolanas está en crisis, así como la digitalización de las salas y la generación de películas contestatarias con el poder político. El principal reto es conservar espacios. La meta, sobrevivir

Texto: Ángel Ricardo Gómez | Fotografía: AVN
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En un país donde la industria farmacéutica lucha por obtener divisas, el sector cinematográfico no es precisamente un tema de vida o muerte para el Estado. Con todo, el cine venezolano sigue aportando buenas noticias. El año que recién culminó permitió sencillamente conservar espacios ganados desde 2005, cuando se reformó la Ley de Cinematografía. Así se desprende de las opiniones de varios actores del sector.

José Pisano, director general de la distribuidora Cinematográfica Blancica, dice que la variación en cuanto a cantidad de personas que concurrieron al cine –en general— en 2014 y 2015 fue de apenas 2% a la baja (29.881.265 frente a 29.216.757). “No hubo una caída significativa”, dice, al tiempo que lamenta que «tampoco tuvimos la película (nacional) que convocara a las grandes audiencias, como lo hicieron Libertador o Papita, maní, tostón. Pisano agrega que en 2014 el cine venezolano tuvo 15% de participación de mercado y en 2015 bajó a poco más de 3%.

Quizás de allí viene el diagnóstico del crítico Sergio Monsalve, cuyo balance de 2015 es totalmente negativo. “El panorama no es alentador bajo ningún respecto, por una serie de indicadores. Por ejemplo, en la comparación de la película que más recaudó en 2014 con la que más recaudó en 2015, la diferencia es abismal: Libertador vendió cerca de 700.000 boletos; pero la película tope de 2015 fue ese despropósito llamado Hasta que la muerte nos separe, que no sé cómo hizo para vender cerca de 160.000 boletos. Otro indicador es que cuando ibas a las salas estaban vacías, veías poca receptividad hacia el discurso”.

En efecto, según cifras de la Asociación de la Industria del Cine (Asoinci) la película venezolana más taquillera al cierre de 2015 fue la dirigida por Abraham pulido con 154.461 espectadores; seguida de 3 Bellezas (112.768) y El malquerido (100.293), que continúa en cartelera y ya ha superado a la primera. Los números del cine de Hollywood en Venezuela estuvieron en otra escala: la más vista fue Intensa Mente con 1.875.261 espectadores.

Como contrapartida, Bernardo Rotundo, presidente del Circuito Gran Cine, piensa que analizar al cine venezolano solo por un año en comparación con otro, es injusto; prefiere hacer un balance de la primera década de la reforma de la Ley de Cine. “El período que va de 1993 al 2004 fue un balance muy pobre. Cuando se aprueba la reforma de la Ley de Cinematografía del 2005 que crea la figura de Fonprocine, se logra un repunte. Las cifras las tengo frescas: se hicieron 171 largometrajes de 2005 al 2015, mientras que del 93 al 2004 se produjeron apenas 45. En cuanto a público: casi 17 millones de espectadores que ha tenido el cine venezolano de 2005 al 2015 mientras que unas 3.500.000 personas vieron cine venezolano del 93 al 2004. La cantidad de premios es enorme también”.

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El año pasado se fue con una gran noticia para el país: una película local, Desde allá de Lorenzo Vigas, obtuvo el León de Oro en el Festival de Venecia. Y lejos está de ser un caso puntual, ya que Pelo malo de Mariana Rondón obtuvo la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián en 2013, y Azul y no tan rosa de Miguel Ferrari se alzó con el Goya como Mejor película iberoamericana en 2014.

Rotundo cree que los resultados de 2015 obedecen a la estrategia de lanzar tantos documentales en las mismas condiciones que las películas de ficción, aunque –aclara, y todos coinciden en ello— de altísima calidad. «Lamentablemente en Venezuela y en todo el mundo el documental no es visto o valorado sino por sectores muy conocedores del cine. Estas mediciones nos han servido de experiencia para ver de qué manera estrenamos los largos documentales ahora. Yo creo que tenemos que pensar de forma más imaginativa y creativa, quizás haciendo alianzas con canales como Vale TV, reducir el número de pantallas, hacer proyecciones en universidades y comunidades, para no afectar al sector en general, porque tener una sala vacía no es bueno para nadie”.

Obligados al celuloide

En 2014 el presidente de la Asociación Venezolana de Exhibidores de Películas (Avep), Abdel Güerere, declaraba al diario El Universal que 357 salas –de un total de 461– estaban en proceso de digitalizarse. Hoy quedan todavía 119 salas por hacerlo, lo que hace que el país siga rezagado en esta materia con respecto a otros de la región y del mundo.

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¿Qué hace falta? Divisas. Responde de inmediato José Pisano, quien agrega que “de alguna manera las empresas más grandes tienen más músculo financiero, Cines Unidos, por ejemplo, está prácticamente digitalizado, pero hay cines en el interior que no lo han hecho; ya les costaba hace un par de años y ahora mucho más. Siempre se tuvo la esperanza de acceder a divisas oficiales a través del CNAC (Centro Nacional Autónomo de Cinematografía) pero eso no ocurrió. Nos preocupan principalmente los cines independientes, porque hoy en día muy pocas películas llegan en 35 mm”.

Monsalve afirma que «estamos en retroceso frente al continente, en una situación de minusvalía. Todo el parque de salas debería estar digitalizado porque eso permitiría que los costos se reduzcan para las cadenas de exhibición, pero mientras las condiciones económicas y financieras no sean las adecuadas” seguiremos condenados a una cartelera pobre, buscando asegurar ingresos con películas taquilleras.

Rotundo agrega: “Ciertamente nosotros tenemos que hacer un esfuerzo común para digitalizar esas 119 salas que son las más pequeñas, las independientes, que no tienen los recursos y corren el riesgo de que cierren o quiebren porque esa es pérdida para todos los venezolanos… yo creo que todos los países de América Latina ya hicieron su blackout y ya no existen casi salas de 35 mm”.

La ley «perfectible»

Si en 2005 la reforma de la Ley de Cine se logró con el consenso de todos los sectores en la Asamblea Nacional, en 2016 podría alcanzarse otra reforma, ya que en materia de cine parece haber un sitio de encuentro entre Gobierno y oposición. ¿La muestra? El actual Poder Legislativo aprobó, por unanimidad, un acuerdo con motivo de la celebración del Día del Cine. Al proponer el proyecto, la diputada Milagros Eulate, de la bancada de la MUD, señaló que este acuerdo pretende exaltar los 119 años del cine en Venezuela. Su colega Érika Ortega, de la bancada del Gran Polo Patriótico, dijo que estaban de acuerdo con que el cine es un factor de unificación de los venezolanos.

Pero ¿por qué reformar una Ley que ha traído tantos beneficios al cine venezolano? Bernardo Rotundo, uno de los principales impulsores de la reforma, opina que la ley es perfectible. El presidente de Gran Cine destaca tres propuestas: fomentar el rodaje de películas extranjeras en el país, comercializar el cine venezolano en el exterior y crear un circuito de cine de arte.

“Los ingresos en Venezuela son en bolívares, hace falta generar divisas, y nosotros creemos que el cine nacional puede ser una fuente importante. Se debe reactivar la Film Commission para rodar películas extranjeras aquí. Podríamos vender nuestro cine en el exterior. Proponemos la creación de un circuito independiente y alternativo más allá del que existe, el de la Cinemateca Nacional, para crear espacios que permitan la exhibición de obras originarias de otros países del mundo y propiciar la diversidad cultural”, amplía el promotor.

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Pisano apoya modificar la Ley. “Ese documento es perfectible, lógicamente, hecho con mucho criterio, sin tratar de aprovecharse de ciertas situaciones. Yo sé que hay un tema económico importante, de inflación, de devaluación, pero en cuanto a los porcentajes de las contribuciones a Fonprocine, es necesario un diálogo. Lo más importante es que tengamos una industria sana”. El director de Blancica advierte que se debe buscar el porcentaje de contribución más adecuado sin afectar la variable boletería. “El valor del boleto no puede ser incrementado de una manera significativa, como te obligaría por ejemplo el proceso inflacionario del país, porque estarías atentando contra el hábito de ir al cine”.

Sergio Monsalve tiene sus reservas con algunas propuestas de esta reforma que se impulsa desde el año pasado. “Desde mi punto de vista, la reforma no soporta un análisis, empezando por el llamado ‘cine de interés artístico’ que hay que proteger. Es una tontería, una pamplinada, porque todas las películas son de interés artístico, ¿me van a decir que Mad Max no es una película de interés artístico?”.

El crítico cuestiona el tono punitivo de la norma propuesta porque “está muy enfocada en el control estatal de todo el sistema de producción, distribución, exhibición, y eso me preocupa. Eso se tiene que descentralizar, dejar trabajar a la empresa privada y no ponerle trabas. ¿Cómo le vas a poner un techo a las películas de Hollywood? Si el éxito de estas películas influye en el fondo del que se nutre el cine venezolano. El éxito de Rápidos y Furiosos, por ejemplo, es el éxito del cine venezolano”.

Cable a tierra

Retos para 2016 hay muchos. Si bien el camino de la internacionalización viene allanándose, faltan películas que aborden la situación político-social del país. “Tenemos un gran vacío allí –apunta Monsalve – debemos producir un cine que no tenga mordaza, que afronte todos los problemas que atravesamos y que no tenga miedo. Además se puede producir de manera barata y sencilla, con salir a la calle y grabar unos testimonios con un celular, puedes lograr un gran impacto, incluso ganar festivales”.

Rotundo apunta: “Sin duda, el cine no puede ser una isla o una burbuja fuera de la realidad nacional. Esta situación de escasez de divisas y los costos que implica acceder a estas, y la inversión, va a afectar la producción nacional y justamente una de las maneras que estamos encontrando es buscar un consenso. La idea es buscar un esfuerzo mancomunado para mantener al cine activo, productivo y que se siga viendo”.

Pisano opina que el principal reto de este año, en el que se espera el estreno de apenas unas 25 películas venezolanas –menos de la mitad de las prometidas para 2015 (aunque no se cumplió)–, es subsistir. “Tratar de sobrevivir a toda esta problemática porque yo no le veo, como ciudadano, una salida inmediata, porque hay problemas mucho más complejos, en lo económico y lo social, y pienso que hay que enfrentar esta situación para sobrevivir y no desparecer, que se mantenga un espacio de nuestra cinematografía para nuestro público”.

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