Opinión

Encuentro diario con Leopoldo López

Todos los venezolanos estamos, de alguna u otra forma, presos. La diferencia es que algunos están tras unos barrotes que los mantienen confinados, con juicios injustos y señalados por "testigos estrellas"

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Desde hace un poco más de año y medio está pegada a mi nevera una fotografía de un hombre a quien admiro. Con una gran sonrisa apunta su pulgar hacia arriba como si todo fuera a estar bien. Pero nada está bien. Ese mismo hombre hoy languidece tras las rejas a la espera de una sentencia condenatoria por decir la verdad. El Gobierno de Nicolás Maduro, en cumplimiento de los mandatos de Hugo Chávez, secuestró todos los poderes, acabó con la economía y retrasó a Venezuela a los confines de las tinieblas.

Por ello, Leopoldo López paga cárcel. “Estamos contigo” dice la foto que cuelga sobre mi nevera. Tiene algo de cierto. Cuando en un juicio se admiten 138 pruebas promovidas por la Fiscalía y ninguna por los defensores de López, estamos todos juntos en esto. Hoy no hay un venezolano que no esté preso de alguna u otra forma. Solo que algunos lo deben pagar con cárcel sin un justo juicio.

Es irónico  que uno de los más grandes defensores del chavismo como lo es el salta talanquera de William Ojeda diga que hoy está más vigente que nunca el titulo de su libro ¿Cuánto Vale un Juez? Bien lo sabrán aquellos hombres y mujeres que en violación a su juramento salomónico conocieron o conocen los casos de María Afiuni, Iván Simonovis, Raúl Baduel, Leopoldo López y una cantidad de otros hombres y mujeres que actuaron en defensa de los venezolanos y fueron retribuidos con torturas y cárcel. ¿Cuánto vale un juez? Jamás debe ser lo suficiente como para que sucumban a presiones de otros poderes.

El juicio de Leopoldo López se basó, como acostumbra el Gobierno, en testigos estrellas. Una lingüista y un tuitólogo que interpretó los tuits de López durante los días de febrero. Ambos declararon que no se puede asegurar que el exalcalde había hecho un llamado a la violencia. El tuit violento, aquel escrito por Francisco Ameliach que decía: “@UBCH a prepararse para el contra ataque fulminante. Diosdado dará la orden. #GringosyFascistasRespeten” fue desestimado por el Tribunal Supremo de Justicia. Porque así se vive en anarquía. Parafraseando a Orwell, todos los venezolanos tenemos los mismos derechos pero solo los enchufados tienen más derechos que otros.

Esa foto que cuelga en mi nevera ha pasado a fungir más como una estampilla. Todas las noches al llegar a casa e ir a la cocina a tomar agua, ese hombre me ve a la cara. Su imagen me recuerda de lo privilegiado que soy. Con todas las garantías de mis derechos como ciudadano venezolano cercenadas, yo todavía soy un privilegiado que puede ir donde me plazca, decir lo que pienso y escribir lo que siento. Pero también me recuerda que el día de mañana también puedo estar tras las rejas como Leopoldo López por solo decir la verdad.

Son demasiadas las historias de presos y perseguidos políticos en Venezuela y de sus familias como para no creer que algo así podría pasarme en el futuro. De repente no sucede, pero mientras esta foto cuelgue en mi nevera sabré que allá afuera hay un hombre que hace un año y seis meses no goza de los mismos privilegios que yo por el solo hecho de decir la verdad. Y eso es inadmisible e imposible de olvidar. Sea cual sea su sentencia.

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