Investigación

El agua del chorro: más turbia y más contaminada

Es una realidad, el agua que se toma en Venezuela está contaminada. A pesar de que Hidrocentro asegura lo contrario, factores físico-químicos la muestran turbia, con exceso de cloro, baterías de desechos fecales y hasta metales pesados.  La crisis de este año, de acuerdo a expertos de la UCV, no obedece a la sequía, sino a la poca capacidad de las potabilizadoras para procesar y dar debida limpieza al líquido que tomamos

Fotografía Mario Guzmán
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Es un hecho: las aguas se han vuelto escasas, turbias y su origen es misterioso. Los señalamientos oficiales de calidad, sequía y normalidad se estrellan contra los análisis académicos, los señalamientos de investigadores y los estudios científicos. Luigina Cercio, presidenta de Hidrocentro, organismo adscrito al Ministerio de Ambiente, encargado de la administración y tratamiento de las aguas en Venezuela, niega que estén contaminadas. Dice, asimismo, que el racionamiento obedece al cambio climático. Un repaso por la web de la hidrológica revela valores físico-químicos que la alteran y la hacen no tan inodora, incolora y libre de sabores. Contienen, además, invisibles aditamentos indeseables provenientes de las potabilizadoras —que se extenúan por hacer un trabajo insuficiente. Ya el líquido viene afectado por la falta de obras hidráulicas, los vertidos cloacales y la mala gestión ambiental.

El agua que surte Hidrocentro para Aragua, Carabobo y Cojedes, así como a Caracas por medio de la represa de Camatagua (estado Aragua), es un sistema que incluye al Lago de Valencia, que pasó de ser receptor de aguas cloacales a trasvasar cinco mil litros por segundo a Pao Cachinche. De este embalse, ubicado en Carabobo, pasa a otro, en el vecino Cojedes: Pao La Balsa. Ambos se conectan, respectivamente, con las potabilizadoras Alejo Zuloaga y Lucio Baldó, emplazadas en Carabobo. La contaminación por la mala potabilización provoca la aparición de cianobacterias, metales pesados y trihalometanos, estos son residuos de la reacción de la materia orgánica y el cloro, producto del insuficiente tratamiento recibido ante la presencia de excretas humanas y el uso excesivo de aditamentos químicos para mejorar sus características físicas.

El trasvase desemboca en el río Cabriales, en la parroquia Miguel Peña de Valencia, que fue inaugurado por el Ministerio de Ambiente en 2007. En el Lago de Valencia caen aguas residuales de Maracay y alrededores, sin tratamiento ni recolección, a pesar de los cinco decretos presidenciales —el primero en 1999— que establecen la creación de recolectores, potabilizadoras y pozos. Un informe de Contraloría del estado Carabobo en 2010 informó el incumplimiento en la ejecución de las obras. Esto ha sido señalado por el exdiputado regional Germán Benedetti, quien encontró una relación entre la expropiación de las fincas de caña de azúcar en el sur de Aragua, de alta demanda de agua, y las fallas eléctricas que afectarían el bombeo, en la brusca elevación del nivel de la cuota de este cuerpo de agua.

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*Aguas residuales

El manto verde… eutrofización

El limnólogo Ernesto González, biólogo de la Universidad Central de Venezuela (UCV), doctor en Ecología y sabedor de aguas continentales, ha estudiado durante años a los embalses Pao-Cachinche, donde llega el trasvase desde el Lago de Valencia, y Camatagua —este último procura de agua a Caracas.

“En Venezuela contaminamos las aguas que luego vamos a beber. Eso ha pasado en los ríos Pao, Paíto y Cabriales, donde con poco o ningún tratamiento llegan a embalses que no están en zonas protegidas, como Pao-Cachinche y Pao-La Balsa. Incluye las antiguas granjas porcinas y avícolas, así como las aguas residuales”.

De esta forma se ha provocado la llamada eutrofización, un excesivo crecimiento de las algas —como las cianobacterias— y el aumento de nutrientes, como fósforo y nitrógeno, altamente concentrados en los desechos agroindustriales. “Hay que incluir también a las empresas que no tratan el agua antes de descargarla y las personas que botan basura o hacen sus necesidades en ríos”.

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*Aguas contaminadas en el Embalse Pao-Cachinche

Sequía y escasez

“Por tratarse de un país tropical, llueve y escampa por lo que no se justifica que se vacíen los embalses. La escasez se debe al fuerte período de sequía, a un mal manejo de las reservas —al sobreexplotarlas en su capacidad para riego y consumo— así como a la falta de obras hidráulicas”, explica la profesora María Virginia Najul de la Planta Experimental de Tratamiento de Aguas de la Facultad de Ingeniería de la UCV. “En Barquisimeto están más críticos. El embalse Yacambú sigue en construcción desde 1974. En Falcón, el de Barrancas está vacío y en Miranda, el de Lagartijo está seco. A los expertos en hidráulica e hidrología, que los construyeron, ya no los llaman para asesorías o consultorías. Tampoco se han creado zonas de protección alrededor para que no existan invasiones que desecan y vierten desechos”, vuelve Najul.

Una inspección a Pao-Cachinche muestra un nivel muy superior al de alivio por lo que se desborda por un canal hacia el río Pao que va al Pao-La Balsa. El alargamiento del verano —por cambio climático y deforestación de un millón 440 mil hectáreas de árboles según cifras de la web del Ministerio de Ambiente— no ha afectado la cantidad de agua acumulada, como revela también la página de Internet de Hidrocentro: para el 15 de agosto de 2014, Pao-Cachinche mostraba 19 centímetros por encima del nivel óptimo de llenado. Un crecimiento desde el 28 de mayo, cuando ya exhibía seis centímetros por encima.

Sin embargo, el organismo de marras ha presentado un cronograma de racionamiento. Arguye que la sequía y el fenómeno climático de “El Niño” han mermado el nivel de los reservorios. El ingeniero agrónomo Alfonzo Herrera suscribe que es la contaminación la que ha descendido la producción de agua en las potabilizadoras. También asegura que por la obsolescencia de sus equipos, las plantas han tenido que reducir la cantidad de H2O que bombean por la bajísima calidad.

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*Agua contaminada con cloro en el Embalse Pao-Cachinche

Valores fuera de norma

En el apartado “Parámetros de Calidad de Aragua -Datos de Calidad a la salida de los Sistemas de Potabilización”, publicado en la web de Hidrocentro, se revelan once indicadores de los 54 establecidos en las Normas sanitarias de calidad de agua potable de la Gaceta Oficial No. 36.395, fecha 13 de febrero de 1998. Son: Color, Turbiedad, pH, Alcalinidad, Dureza, Aluminio, Hierro, Plomo, Cloro Libre, coliformes totales y coliformes fecales. De estos once, cinco tienen valores excesivos: color, turbiedad, aluminio, hierro y cloro. Cosa que ha denunciado insistentemente la ONG carabobeña Movimiento por la calidad del agua. Con un informe interno de la hidrológica lograron la apertura de un juicio a Hidrocentro en 2013, que sigue esperando los estudios y exámenes de laboratorio de la defensa en el Tribunal Municipal de Valencia, después de ser rechazados por el Tribunal Supremo Judicial, máxima instancia del Poder Judicial en Venezuela.

Al repasar los valores de calidad que publicó Hidrocentro para junio de 2014, el color —que explicaría la transparencia o la falta de ella en el líquido— tuvo valores fuera de la norma en 13 de los 15 sistemas de potabilización que están instalados en Aragua, Carabobo y Cojedes.

Las normas nacionales señalan un valor deseable de menos de cinco Unidades de Color Verdadero, con un máximo aceptable de 15. Las potabilizadoras de Camatagua y Zuata (Aragua) y Alejo Zuloaga (que surte a Valencia y municipios aledaños) denotan índices de 15, 16 y 20, respectivamente.

En cuanto al valor de Turbiedad —que apuntan la cantidad de sólidos suspendidos — es deseable en menos de una y con un máximo de cinco Unidades Nefelométricas.
La medida se viola en cada potabilizadora, con un pico de 12,7 en la planta Alejo Zuloaga. Sin embargo, Cercio ha insistido que Hidrocentro cumple con altos estándares de potabilización y calidad de agua, aunque la versión electrónica del ente que preside insiste en contradecirla mes a mes.

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*Contaminación del Embalse Pao-Cachinche

Alerta por metales

Para la purificación y clarificación del agua, las plantas potabilizadoras que se diseñaron durante los años 60 como parte de la llamada Solución Oeste, usan el sulfato de aluminio y el cloro libre. En las cantidades adecuadas, funcionan para eliminar bacterias y otros agentes patógenos, así como para encapsular los contaminantes que se van al fondo. Poseedoras de los llamados métodos tradicionales o mecánicos, las purificadoras de agua en Venezuela cometen dos pecados, además de su vencimiento técnico: usan estos productos en exceso o no los agregan.

De esta forma, en Alejo Zuloaga se reporta casi cuatro veces más aluminio de lo aceptado y con altos valores en Zuata (0,17 mg/L) y Lucio Baldó (0,18 mg/L) —que provee a Maracay. En cuanto al cloro libre, una docena de los sistemas creados para brindar agua potable poseen más de 0,1 mg/L de este metal pesado.

Hidrocentro también peca de omisión: en Alejo Zuloaga se exhibe un nivel indeseable de 0 mg/L de cloro libre. Un documento, firmado por cinco analistas de Control de Calidad del organismo público, trasluce causa y consecuencia de esta escasez química. «La ausencia de suministro de sustancias que son necesarias para procesar el agua cruda y obtener una apta para el consumo», denuncia la misiva con el logo de la hidrológica, sellado por la gerencia de Recursos Humanos y jefatura de Protección Integral el pasado 18 de marzo de 2014.

Johana Mota-Álvarez, bioanalista de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Carabobo, glosó el análisis a una toma realizada en Las Acacias, al sur de Maracay, en mayo de 2014. «Con 19 mg/L de plomo está por encima de los estándares, esto puede ser por contaminación indirecta por residuos en las tuberías y griferías con aleaciones de este metal en virtud que es relativamente nuevo el uso de plástico».

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*Planta de tratamiento del Sector La Punta, Maracay

Incidencia de enfermedades

“El aluminio es liposoluble. Por consiguiente, afecta a los órganos con mayor cantidad de tejido graso del cuerpo: mamas, cerebro e hígado. Los trihalometanos —subproductos de la potabilización química— causan fallas hepáticas y renales, lo que aumenta incidencia del cáncer de colon, mama, vejiga y pulmón. El fósforo, en forma de fosfato en el agua, incide en la osteoporosis. Los metales pueden causar trastornos a nivel celular, produciendo más radicales libres, que causan cáncer. Además, afectan el flujo biliar, que causa daños en el hígado, esto por ser bioacumulativos. No se desechan del cuerpo”, advertía, hasta 2012, el ingeniero químico ambiental Jacqueline Rodríguez tras consultar a médicos de Aragua y Carabobo.

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*Fuente: Ministerio de Ambiente en Balneario Bahía Paraíso de Maracay 

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 *Fuente: Ex Diputado e ingeniero Germán Benedetti

Infografía: Yonel Hernández

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