Opinión

Contralores somos todos

Composición gráfica: Mercedes Rojas Páez-Pumar
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En un país donde no pasa liso ni un Cesta Ticket sin relación de gasto, ejercer el rol vigilante de las finanzas públicas es tan fácil como evaluar el desempeño del Gobierno, el gasto del dinero del Estado y revisar registros oficiales. ¿O no?

He leído con detenimiento la notificación a María Corina Machado en la cual se le inhabilita de ejercer cualquier cargo público por un año y me he encontrado con la grata sorpresa de que la misiva culmina de la siguiente manera: “Contralores somos todos”. Yo juraba que la frase era: “En cola estamos todos” pero saber que también soy contralor me enorgullece.

Me complace enormemente que la misión del glorioso gobierno de la Revolución Bolivariana sea garantizar la absoluta transparencia de los gastos públicos a todos los ciudadanos y ciudadanas del territorio, incluyendo el Esequibo. Me siento satisfecho con la labor de la Contraloría General de la República de no permitir que ni un Cesta Ticket entregado por la administración pública pase listo sin una relación de gasto. Más transparencia en Venezuela y nuestro Himno sería la canción “Claridad” de Menudo.

Está bien pues, confieso que me encantaría saber cuánto nos cuesta mantener a las Infantas de la Revolución; con cuánto es que me desembolsillo cada vez que a Nicolás Maduro le da por lanzarse un tour de quinceañeras o cuántos dólares -¿se puede mencionar esta palabra?- tenemos que invertir para arreglar el carrito chocón de PDVSA en la Fórmula 1. ¿Alguien sabe cuánto le cuesta al país una cadena nacional? Yo tampoco.

Quisiera saber de dónde salen los reales que pagan por los fuegos artificiales que suenan desde los edificios públicos cada vez que conmemoramos que Hugo Chávez hizo algo en vida. De haber sabido que iba a sonar un petardo cada vez que celebráramos que el Hugo nació, se hizo militar, lanzó el golpe, lanzó otro golpe, o hizo un castillito de arena en los médanos de Coro, le hubiera apostado todo mi dinero al que invirtió en una empresa de fuegos artificiales.

¡Pero yo le apuesto a la Contraloría General de la República!  Ni idea cuánto le costó a la Nación los servicios empleados para tratar la enfermedad del Comandante Intergaláctico, desde su diagnostico, tratamiento hospitalario y funeral de Estado. Juro ignorancia total sobre cuántas espaditas de Bolívar le regalamos a otras naciones, por no mencionar todas las dádivas a los países caribeños que hoy se alían con Guyana porque se nos acabaron los churupos y les aguamos el juego del “Ciclón del Dinero”. Hablando de regalos, ¿alguien se sabe el chiste de la Contraloría y los 20 mil millones de dólares de las empresas de maletín? La Contraloría como que tampoco. Cómo puede saberlo la Contraloría cuando toda ella es un chiste?

Por donde se vea, inhabilitar a María Corina Machado aludiendo como excusa unos Cesta Tickets que no salen reflejados en su declaración jurada de patrimonio es un chiste. Prohibirle optar por un cargo público por un año es un chiste. Con poner “hasta el lunes después de las elecciones parlamentarias” les bastaba.

Lo que no es chiste es el impedir que la persona –ni siquiera la mujer, sino la persona- que sacó más votos que nadie en las parlamentarias del 2010 y que fue destituida injustamente de su cargo, se presente a reventar la liga nuevamente en las elecciones a la Asamblea Nacional este diciembre.

María Corina Machado va a seguir luchando por los derechos de los venezolanos llueve, truene o se le inhabilite.  Mientras tanto, Contraloría, ocúpense de buscar la respuesta al chiste sobre las empresas de maletín. A los “contralores somos todos” nos encantaría saberla.

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