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La Rinconada y Santa Rita: muerte a galope

“Por una cabeza” es un tango de Carlos Gardel y hace referencia a las carreras de caballos y el fanatismo que se crea en su torno y apuestas. Las rimas ya no suenan en Venezuela, otrora país de culto hípico. El deporte equino se está muriendo junto a los ejemplares que de inanición y abandono —y por las mafias— caen en La Rinconada

Texto: Claudia Noguera Penso | Fotografías: Manaure Quintero
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No hay un solo habitante en Venezuela que no conozca o esté familiarizado con el hipismo, hipódromo, caballos de carrera, 5 y 6, Gaceta Hípica, sellar un cuadro o apuestas. Si se pretende hacer un resumen del hipismo organizado en el país hay que comenzar con la idea que tuvo Antonio Liccioni. Era el mismo dueño de las minas de Callao. Durante la segunda década del siglo XIX, asqueado por la diversión de sus peones, la pelea de gallos, dispuso de un descampado, con estacas a los lados, y echó a correr algunos caballos guayaneses con el fin de desviar la atención de sus empleados hacia una distracción menos sangrienta. Así, Liccioni, sin saberlo, se convirtió el precursor del hipismo en nuestro país.

Esta idea dio pie a la instalación de pistas de carreras en Guasipati, Tumeremo y Upata, todas en la misma región con los mineros como principales aficionados del espectáculo que mantenía el estilo europeo.

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El primer Hipódromo del que hay registro en Caracas, si se afina la memoria, es el de El Paraíso, enclavado en la que fue una de las urbanizaciones más suntuosas de la capital, hoy devenida en caos, rodeada de edificios de Misión Vivienda y de barrios como la Cota 905 y La Vega. El Hipódromo fue inaugurado el 15 de febrero de 1908. El Cojo Ilustrado, en su edición de la misma fecha, reseñó así la inauguración del Hipódromo: “El día 9 del presente mes se inauguró, con una concurrencia numerosa y brillante, y mucho entusiasmo, el campo de carreras del Jockey Club Venezolano. Esta culta diversión tiene entre nosotros muchos aficionados; y el éxito feliz del club está asegurado…”.

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Mucho se construyó de la hípica criolla en esos 51 años. El Hipódromo de El Paraíso cerró sus puestas definitivamente en 1959, para darle paso al de La Rinconada. Marcos Pérez Jiménez, amante de los caballos, puso su empeño en construir uno digno de la modernidad de los 50. Contrató al arquitecto norteamericano Arthur Froehlich, responsable del hipódromo de Aqueduct de Nueva York, para el diseño y la conformación física basada en los últimos adelantos de ingeniería para el momento. El arquitecto brasileño Roberto Burle Marx se encargó del diseño del paisajismo y la jardinería. Los murales fueron diseñados por el arquitecto italiano Giuseppe Pizzo.

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La partida forzosa de Pérez Jiménez el 23 de enero de 1958 le impidió ser el que cortara la cinta de un espacio monumental: tres tribunas, con capacidad de 8000, 1500 y 3000 personas sentadas, pista de 1800 metros, áreas de esparcimiento, bares, taquillas, estacionamiento para nueve mil vehículos, paddock cubierto y descubierto, caballerizas, hospital veterinario, un gran parque y dos pistas, una de carreras y otra de entrenamiento ambas de arena.

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En la incipiente democracia, el 5 de julio de 1959, se inaugura, en todo su esplendor, el Hipódromo La Rinconada. Durante 40 años, desde que abrió puertas hasta 1999, fecha en que el chavismo llega al poder, La Rinconada fue testigo de innovaciones y mejoras físicas, cruce de ejemplares criollos con importados, florecieron haciendas y haras dedicados exclusivamente a la cría de Purasangre de carrera como el Haras Monumental, Karen Sissy, La Evelynda, San Isidro, Vista Hermosa, Los Samanes, Los Aguacates y otros.

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En 1966, el caballo Victoreado gana el primer Clásico Internacional del Caribe en Puerto Rico. En 1971, Gustavo Ávila estuvo a punto de ganar la Triple corona americana con Cañonero, ganando el Kentucky Derby y el Preakness Stakes; innumerables entrenadores y jinetes, la mayoría de origen modesto, se formaron en el oficio y convirtieron su pasión por los equinos en una profesión rompiendo records en Venezuela y en el exterior. Hasta el más inexperto en las lides hípicas era capaz de reconocer y admirar nombres de caballos, entrenadores y jinetes.

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El Clásico Presidente de la República, uno de las más importantes carreras del calendario hípico, es el más antiguo en la hípica nacional. Se corre el 19 de abril desde su primera vez en 1910, y en múltiples ocasiones era el mismísimo Presidente de la República quien entregaba la Copa, que en aquellos tiempos era vaciada en plata. El público en todas las tribunas guardaba un silencio solemne. Un lujo.

Cuando el chavismo irrumpe en 1999, cuentan personas cercanas al óvalo de La Rinconada que el presidente Hugo Chávez no le tenía mucho aprecio ni al Hipódromo, las carreras, los caballos y mucho menos las apuestas, así que desde que llegó dispuso echarle el guante al hipismo.

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“Ruina” pegó la carrera

La hija de un famoso entrenador fallecido en 1999 relata dos anécdotas. La primera: “Cuando mi papá murió, fuimos invitados a La Rinconada porque habían decidido hacerle un homenaje, eso fue en el 2002. Ya se veía el deterioro de las instalaciones. La gente no era la misma, para entrar a las Tribunas Presidencial y al Jockey Club antes se exigía estar ‘bien vestido’. Es decir: los hombres con traje y corbata, las mujeres “elegantes” en el sentido estricto de la palabra. La premisa fue, durante años, mantener la voz baja y un comportamiento educado, digamos ser amable con todos, respetar a los empleados, cosas básicas que te enseñan en tu casa. Cuando llegamos era una gritería, un gentío en mangas de camisa, irrespetando a los mesoneros, exigiendo atención inmediata, manoteando a los que te venden las apuestas. Se corrió la carrera, fue un caos. No volvimos nunca más. La nostalgia es inmensa porque puedo decir que nací, crecí y me formé en esos espacios, mi papá trabajó muy duro como entrenador para levantarnos, sufrimos su ausencia porque se levantaba para ir a los traqueos a las tres de la mañana. Nada se compara como entender que lo que tu padre hizo durante toda su vida se puede borrar con autoritarismo, así de un plumazo”.

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La segunda: “Durante unos cinco años, mi papá formó a un muchacho amante de las carreras y los caballos para que lo suplantara en la cuadra —así se llaman las oficinas y recintos de los entrenadores— en donde mantienen a los caballos bajo su cuidado. En 2002 el joven huyó despavorido, cansado y asustado de la presión de los ‘nuevos propietarios’ que querían ganar a toda costa las carreras, y eso incluía uso de medicamentos prohibidos, sobornos para aligerar su velocidad en la pista. Mantener a un ejemplar es costoso: alimento, veterinarios, medicinas, el cuidador. Las mafias llegaron a amenazarlo, no les importa el caballo, les importa ganar la carrera, lucirse. Mi abuelo que fue propietario siempre repetía una frase que se volvió letanía en la familia: ser propietario es una pasión no una forma de ganar dinero. El muchacho se rindió ante la presión y se fue. Antes de irse arrancó y me entregó la placa con el número de cuadra, y el nombre de mi papá que había estado en la entrada durante casi 50 años. A la final, lo que le enseñó mi papá le sirvió, porque entendió que el caballo está por encima de cualquier maltrato”.

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Si la crisis de medicinas y alimentos arropa, agobia y desespera a los seres humanos en este país, desde hace varios meses, todos los Hipódromos a nivel nacional, La Rinconada, Valencia y Santa Rita en Maracaibo, han sufrido los embates de la crisis: escasez, damnificados, violencia y conflicto con los sindicatos.

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El que fue considerado uno de los más importantes recintos para carreras de caballos purasangre en Latinoamérica, el Hipódromo La Rinconada, en los predios de Coche en Caracas, se convirtió en el 2011 en refugio de damnificados por las lluvias. En las tribunas A y C, en tiempos pasados espacios para la diversión, se alzaron tendederos, cocinas, baños y lavaderos para 3500 personas, de manera interminable, en 2012, 2103 y 2014 se suspendieron las carreras por protestas y actos de violencia entre los damnificados. “Lo que había sido, durante años, un recinto de trabajo lo convirtieron en un lugar abierto al vandalismo, violencia y sangre. Tratamos de conciliar con la gerencia, con los nuevos ‘habitantes’, pero fue imposible. Podías ver filas de butacas de las tribunas llenas de ropa secándose, ollas en medio de los pasillos preparando sancocho, no había ni una esquina que se salvara del olor a baño. Toda la vida trabajando para ver el fruto de tu trabajo, oliendo a poceta. Y los más afectados: los caballos”, cuenta un caballericero.

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El estado Zulia siempre ha sido un consecuente espacio para el hipismo nacional, las primeras competencias de las que se tienen registros en Zulia tuvieron lugar en el centro de la Ciudad de Maracaibo, en el antiguo Malecón Sector Boburito, en lo que en la actualidad es Puente España. En ese sitio se daban cita todas las tardes los jornaleros que servían de transporte a los mercaderes del puerto.

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Durante cuatro décadas el pueblo zuliano pidió la construcción de un espacio para la afición. El 11 de noviembre de 1988 fue inaugurado el Hipódromo de Santa Rita. Instalaciones de primera, los propietarios podían alternar sus ejemplares entre Caracas y Maracaibo, con las mismas condiciones y prestigio.

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Hace dos semanas llegó la noticia con imágenes dantescas de cadáveres de algunos caballos que solían correr en el óvalo marabino. Murieron de hambre y descuido. “Desde el 2014, estamos entre dos bandas, las del Hipódromo y la de los líderes de la cárcel de Sabaneta. Se corrían ocho carreras los jueves, la mitad para un grupo y el restante para el otro, eso era lo establecido. Ni más ni menos, pero como todo acuerdo entre bandas, acabó a tiros, muertos, violencia. El Instituto Nacional de Hipódromos en Caracas, ente que regula, decidió cerrar Santa Rita. ¿Y qué pasó? El inventario de alimentos apto para los caballos, como la alfalfa, el heno y la avena, se agotó. Nunca pensamos que esta situación se prolongaría, pero así fue. Al agotarse la comida y al restringir la entrada al Hipódromo por la Guardia Nacional, comenzaron a darle a los caballos lo que se conseguía: alimento para cochinos. Es rico en maíz y provoca cólicos mortales a los caballos. Eso les causó la muerte. Algunos propietarios lograron, luego de conversaciones, sacar a sus ejemplares. Quedan 125, que están flacos y peludos, pésima señal de salud. No creemos que podamos volver y que los caballos puedan sobrevivir, la pista ya es puro monte”, relata el horror un entrenador de caballos en el Hipódromo de Santa Rita.

La leyenda

Cuenta la leyenda que Mahoma, tras acampar junto a un río, mandó a encerrar a una manada de caballos en una cueva, donde la tuvo siete días sin beber. Luego ordenó soltar a los animales, que corrieron hacia el agua. El profeta los llamó a gritos. Los corceles le ignoraron y se lanzaron a saciar su sed, pero cinco yeguas dieron la vuelta y acudieron a la llamada de su amo. Según la tradición, los purasangre árabes descienden de estos animales.

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Muchas veces me topé en el colegio, universidad o en el trabajo a personas apasionadas por el Hipismo, la sola mención que mi papá fue entrenador daba pie a conversaciones larguísimas sobre carreras, records y caballos que a veces ni recordaba. Me enternecía esa pasión, y esa memoria y hasta veneración. Una vez fui a una casa de una compañera de trabajo y me encontré con una imagen enmarcada del periódico de un caballo ganador junto a mi papá. Su padre la tenía en medio de la sala.

Ese recuerdo me llevó a escribir esta crónica.

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