Cine

Dry Martina, agitado y bien mezclado

Se puede decir que es más Martina y menos dry. Este personaje pasa de problemas sexuales a develar serios conflictos afectivos. Su humor negro basado en lo sexual no solo ha gustado en los países del sur de Latinomérica sino que ha calado en Francia. Che Sandoval presentó su tercer film en el 27° Festival de Cine Latinoamericano en Biarritz. Clímax presenta la serie Hablemos de cine Dry Martina es una co-producción chilena-argentina en la que Che Sandoval, el joven cineasta nacido en Santiago de Chile, se atreve a hurgar en el universo femenino. Él mismo dice que no se trata de “el de las mujeres”, sino tan solo el del personaje protagónico: Martina. Se trata de una cantante famosa en Argentina que, a causa de una ruptura amorosa, perdió su capacidad para cantar y, peor aún, de disfrutar del placer sexual. La llegada de una admiradora fanática chilena que pretende ser su hermana, junto a su novio, la llevarán a Chile, donde tendrá una segunda oportunidad. El rol, interpretado estupendamente por la actriz argentina Antonella Costa, corresponde al de una cantante célebre en su tierra y que no la reconocerá sino un muchacho en las calles de Chile. No es la fama lo que marca a la protagonista en esta película, sino la búsqueda de afecto a través del sexo. El objetivo lo logra, no obstante, al descubrir una familia no sanguínea. La cinta es la tercera del también director de Te creís la más linda (pero erís la más puta) (2009) y Soy mucho mejor que voh (2013), dos comedias amargas que mostraban las andanzas nocturnas de dos hombres desasosegados, ávidos de sexo, por las calles de Santiago de Chile. Che Sandoval admite que Antonella Costa llegó a su vida y fue por un tiempo su pareja. Luego aclara que esa historia “c’est fini”, ha terminado, “es pasado”. Por ella se mudó a Argentina. “Tenía 24 años, fue la primera vez que conocí a una mujer y que decido trabajar un personaje femenino”. Sobre la construcción de Martina, Sandoval aclara que evitó que el personaje sea catalogado como una ninfómana o frígida. “Quisimos hacerlo sin prejuicio alguno, fue una búsqueda semántica para afrontar la sexualidad del personaje, sin que nosotros termináramos por enjuiciarla en la película; que sea otro el que lo haga. También trabajé mucho con el personaje de Francisca, a pesar de ser suicida no quise mostrarla como una loca, sino mucho más complejo, más completo, sin reduccionismos”. El estreno en el 27° Festival de Cine Latinoamericano en Biarritz le dio la oportunidad al chileno de ver cómo reaccionaban los varones a lo proyectado. “Ha sido interesante, pues mis personajes protagónicos anteriores son hombres, los hago ver muy cobardes, acá es otra cosa”. El cine de Che Sandoval se ha hecho binacional, y la jerga de sus libretos también. “En las palabras y en los diálogos todo lo escribo desde una construcción musical, si me suena bien o no tanto. Viviendo en Argentina me he encontrado con las diferencias lingüísticas y todo nació de manera natural, es un humor cotidiano. La escena cuando el portero le da la maleta es clave en el film y se basa en este juego de tener una lengua que compartimos pero cada una rica en su lingüística”. Los largometrajes de Sandoval está llenos de desparpajo, pero también de fronteras que se borran para permitir el paso franco del humor a la tragedia. “La comedia me nace de forma natural. La buena comedia debe ser más profunda. Hay un cine que debe dar valores directamente al público y otro que genera debates y crea reflexiones en el espectador, ese es el que me interesa. Me gusta que el espectador se enfrente desde su lugar personal. Mientras logre generar eso, poco me importa en género. En estos momentos estoy dispuesto a trabajar en cualquier género”. Entre risas confiesa que sus películas están conectadas, no por sus historias sino por sus planteamientos. “Con Dry Martina termino una trilogía, pero quizá haya una cuarta, una quinta. Ahora mismo trabajo en ideas a partir de un libro, otra a partir de una idea mía y una tercera viene de un guion que me hicieron llegar”. Dry Martina está protagonizada por Antonella Costa, Patricio Contreras, Dindi Jane y Pedro Campos, pero sus luminarias no están solo frente a las cámaras. La dirección de fotografía corre a cargo de Benjamín Echazarreta, franco-chileno que hizo lo propio en Una mujer fantástica (Sebastián Leilo, 2018), una cinta ganadora del Oscar el pasado mes de marzo. “Él me abrió la cabeza. Yo pensaba que el cine se filmaba en 180 grados y él me mostró que se podía filmar en 350 grados. Filmaba cámara en mano y él me dijo ‘el cine es movimiento y tu cámara no se está moviendo’. Entonces, debes girar, caminar, acompañar con tus pasos, es otra cosa”. La banda sonora de la nueva cinta de Che Sandoval fue compuesta por Gabriel Chwojnik, argentino con más de 45 créditos audiovisuales en su haber. Trabajó, por ejemplo, en La Flor (2018), de Mariano Llinas; Las vegas (2018), de Juan Villegas, y Medianeras (2011), de Gustavo Taretto. Para Dry Martina creó la música que canta el personaje protagónico. “Yo escribí las letras y Antonella aprendió a cantar para la película. Fue un gran desafío porque en un inicio pensamos que había que doblar, pero con trabajo todo se logra”. Dry Martina fue calificada como lo más atrevido del Festival de Biarritz. La comedia fue aspirante al premio El Abrazo al Mejor Largometraje de la cita internacional.

Texto y fotos: Andreina Mujica
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