Opinión

El consumidor venezolano es tan solo un sobreviviente

Factores como la variedad y hasta los colores forman parte de la nostalgia de las compras. Queda el recuerdo de cuando se podía escoger qué comprar y en cuántas cantidades. Mientras los titulares interesados se llenan de anuncios grandilocuentes, el venezolano sustituye al anaquel como retrato de la escasez, repartiendo el hambre gramo a gramo y transformándose en sobreviviente

Composición fotográfica: Andrea Tosta
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El empaque del papel higiénico marca Sutil que llega a mi casa es blanco y negro. No lo había notado, pero creo tener un vago recuerdo de la presencia de colores en algún momento pasado. Es cómico, las cosas que uno extraña. El papel toilette va a cumplir la misma función de siempre pero por alguna razón no es lo mismo un mundo en blanco y negro que uno de colores. Ni hablar de la falta de variedad. Aplaudo el empeño actual de los publicistas, pero la verdad es que por más que Maite Delgado aparezca en una valla de detergentes, los venezolanos no nos podemos dar el lujo de comprar el producto que queramos sino el que haya.

Nos hemos convertido en una sociedad preocupada por la falta de comida, de medicamentos y de megas. Cuando antes éramos perfectas amas de casa, doctores e ingenieros en telecomunicaciones, ahora somos bachaqueros, brujos medicinales y expertos en resetear la señal de Internet. Somos una gente que creció con agua, gas y luz en su casa pero que ahora mantiene el agua en tobos, el gas en la memoria y la luz de a raticos. Para nosotros, tres estrellas Michelin significan que Miguelito pueda meterse tres balas frías en un día. Si es que no le meten una bala amparada por las estrellas de este tropi-comunismo.

Llegamos al punto en que ya no le creemos ni a los políticos ni a las Misses cuando nos dicen: “El que trabaja se supera”. Cuando el costo de la canasta básica parece más a una cesta navideña de Delicateses el Rey David y la línea de la pobreza es aquello que se ve allá a lo lejos en la estratosfera, el trabajo no es un motivo de superación sino de supervivencia. Antes nos moríamos por ser flacos. Ahora amarrarse los pantalones es la nueva liposucción.

Es triste verse marginado a ser un peregrino de farmacias de día y un escondido del hampa de noche. Somos un mero receptor de mentiras de una televisión que no calla noticias disfrazadas como buenas. Los atletas olímpicos son de la revolución, la morgue se cerca para proteger a los familiares de las víctimas y han entrado 900 toneladas de atún al país gracias a la Gran Misión Abastecimiento Soberano. En primera plana salió la noticia. Fresco atún para un pueblo digno que cuenta con un Viceministerio de la Felicidad, un plan de la Patria y una revolución eterna.

900 toneladas de atún en un país de 30 millones de habitantes son 30 gramos de atún per cápita. Con razón el empaque del papel toilette que llega a mi casa es blanco y negro. Está de luto. 

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