Crónica

El exorcismo de María Fernanda

A pesar de los allanamientos de las Faes y de los mandados de Wilexis, los petareños sobreviven al país fuera de lo habitual: un día reciben con bombas y platillos a una Miss Venezuela y al otro son testigos de un exorcismo. Clímax presenta la serie Escenas de Petare, escrita desde sus entrañas

TEXTO: JEFFERSON PÉREZ RANGEL | ILUSTRACIÓN: DANIEL HERNÁNDEZ
Publicidad

María Fernanda tenía 18 años y murió en circunstancias extrañas. En medio de una oración que unos evangélicos hacían para mejorar su salud, la muchacha vio por última vez la luz de la vida. Ningún médico pudo descubrir lo que padeció, aunque las malas lenguas aseguran que se trató de un acto de brujería. Según el relato de los vecinos, la chica, que estaba pronta a ingresar al Colegio Universitario de Caracas, regresó de Barlovento un fin de semana y al pisar su casa cayó enferma en la cama, de donde más nunca se paró para llevar una vida normal. Durante los tres días inmediatos a su viaje, lo único que hizo fue asistir al médico, con ayuda de sus padres. Era la mayor de las dos hijas que tuvieron Cruz Pérez y Alirio Díaz.

Una razón más certera podría apuntar a una bacteria ingerida durante los baños en los ríos barloventeños que reciben las aguas de los caudales mirandinos, entre ellos El Guaire, pues los síntomas que padeció la adolescente parecieran corresponder a los producidos por las llamadas enterobacterias del agua contaminada: diarrea perenne, coloración amarillenta de la piel, ojos rojos, orina muy oscura y heces muy blancas. Pero para los habitantes de Petare, la muchacha fue víctima de una maldición, de un recuesto de un muerto y de una posesión satánica. Fenómenos inexplicables pero característicos del realismo mágico latinoamericano, plagado de maldeojos, brujas y creencias esotéricas de una realidad macondiana y petareña.

“Yo la vi totalmente transformada. No era su misma cara, tenía una expresión cadavérica, que no era la de ella, porque era una chama alegre. Los dientes los tenía brotados hacia fuera, los dedos doblados y los parpados morados”, explica Maritza Rodríguez, vecina de Petare y quien conoció personalmente a María Fernanda desde que nació hasta sus últimos días. “En este mundo hay mucha maldad, existe el bien, pero también existe el mal, eso la gente no lo entiende y la respuesta está en Cristo, en nadie más”, asegura Elena Mattey, parte de un grupo de cristianos evangélicos que asisten a la Iglesia Cristiana El Nuevo Pacto, ubicada en el sector El Transformador, de la zona 8 del barrio José Félix Ribas.

La autopsia no reveló nada, al igual que los exámenes que le hicieron mientras estuvo con vida. Con los huesos tullidos y la piel gélida, la muchacha no paraba de pedir un ventilador que pudiera refrescarla, pero tampoco tenía fiebre ni había calor. Diarrea y vómito fue su última rutina, junto a las plegarias que le hacían sus familiares al Altísimo. “Dios mío, ¿qué tengo? ¿Por qué me siento tan mal? Yo no me quiero morir”, fueron las últimas palabras que recitó la muchacha mientras los evangélicos oraban alrededor de la cama. Una escena escalofriante y tenebrosa que todavía permanece en la cabeza de quienes la presenciaron.

Lo extraordinario dentro de lo ordinario

El exorcismo de María Fernanda, como es conocido el caso entre los habitantes de José Félix Ribas, causó revuelo en la comunidad que, más allá de reconocer al chavismo como principal responsable de la situación en la que viven, consideran que hay otros culpables fuera del mundo terrenal. Por eso, el centro espiritista de la zona 7 diariamente está abarrotado de gente que quiere pesquisar sobre su futuro, curar alguna enfermedad o protegerse de los designios de sus enemigos. “La gente siempre busca resolver sus problemas en lo esotérico, por más terrenales que sean los culpables, porque es algo que forma parte de sus creencias”, asegura Judith Galindo, habitante de la zona 7, lugar en el que se halla el “Callejón de los Brujos”.

Ante los allanamientos de las Fuerzas de Acciones Especiales durante la noche, los toques de queda ordenados por Wilexis a plena luz del día y la pugna entre los consejos comunales chavistas contra los comedores populares formados por el exconcejal opositor Andrés Schloeter, los petareños van más allá de lo fáctico, porque su día a día es excepcional: un día son el sector más peligroso de Caracas, el segundo barrio más grande en Latinoamérica, y al otro reciben con bombas y platillos a la Miss Venezuela 2018, oriunda también de la zona.

Publicidad
Publicidad