Opinión

El revocatorio se suspende hasta nuevo aviso y el país también

El anuncio del Consejo Nacional Electoral de suspender la recoleción del 20% de voluntades para convocar un referéndum revocatorio concreta una postura institucional que mostró su primer rostro hace varios meses. Pero la sociedad aún puede gritar

Fotografía: Infobae
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El referéndum revocatorio no va desde aquel 9 de marzo de 2016 cuando la Mesa de la Unidad Democrática envió la primera carta al Consejo Nacional Electoral para solicitar la planilla para la recolección del 1% de las firmas necesarias para emprender el camino hacia el referendo. No va desde que esa carta y la segunda misiva fueron ignoradas y no va desde que la tercera fue rechazada cuando el CNE obligó a la MUD a entregar requisitos no contemplados en la normativa.

Así ha ocurrido por siete meses en los cuales se ha pisoteado la voluntad del pueblo con dilaciones, trabas, y peros. No iba cuando el CNE se tomó todos los días que quiso para decidir cuestiones que están contempladas constitucional y normativamente en días hábiles y días continuos y tampoco iba cuando Jorge Rodríguez, presidente de facto del CNE, comenzó a escupir de su maquiavélica sonrisa denuncias de supuestos fraudes en la recolección de firmas del 1%.

Parecía que la batalla campal estaría en la inconstitucional decisión de la Sala Electoral al solicitar el 20% de firmas en cada estado para activar el referéndum. Donde a pesar de lo que argumentara hasta el abogado del gobierno, Hermann Escarrá, si un estado no lograba el 20% el referéndum moría en el intento. Pero ni a esa etapa quisieron llegar los tiranos que hoy presiden como verdugos sobre la voluntad del pueblo soberano.

Ahora se entiende la razón por la cual la Sala Electoral dijo en un reciente fallo que “la recolección de las manifestaciones de voluntad no constituye en ningún caso, por consiguiente, ni una consulta, ni un referendo, ni un plebiscito”. El solo permitir que se recogiera el 20% de firmas iba a ser sin lugar a dudas una masiva muestra de la enorme marea de venezolanos que queremos divorciarnos de la Revolución Bolivariana y sus maléficos dirigentes.

La estocada final fue una jugada maestra que sabían estos hitlerianos desde aquel 9 de marzo cuando se comenzó a hablar del referéndum revocatorio en el país. En un día pusieron a cinco jueces a anular de manera simultánea la recolección del 1% en sus estados respectivos; esperaron a que Diosdado Cabello anunciara la noticia para tener un festín de venganza en Twitter y finalmente publicaron un comunicado tipo “Hoy no hay despacho” en la página web del CNE donde se suspende el proceso de recolección del 20% de las firmas hasta nueva orden judicial. En el ínterin les dictaron prohibición de salida del país a ocho directivos de la MUD, entre ellos «Chúo» Torrealba y Henrique Capriles, y  sacaron a Nicolás Maduro para que se diera un paseíto sin fecha de retorno a Venezuela, probando que el actual Presidente de la República sí oye pajaritos, pero carece de poder.

Fue una movida perfectamente orquestada que imposibilita la convocatoria del referéndum antes del 10 de enero y con ello las esperanzas de acceder a unas elecciones universales y secretas para elegir a un nuevo mandatario nacional como lo ordena la Constitución. Lo más triste es que estos dictadores confesos juran que con esto se cierra el capítulo de cambio. Como si las suspensiones hasta nuevo aviso cambiasen el hecho de que no son mayoría, tienen al país quebrado y la gente no aguanta una cola más solo porque algunos le han agarrado gusto a lamer las cúpulas podridas por placer.

El pueblo venezolano no se va a doblegar ante esta patada miserable que se la ha dado a la democracia y a la dignidad. Podrán haber escrito el capítulo de la suspensión hasta nuevo aviso del referéndum, de los derechos humanos  y del progreso del país en general pero será el pueblo venezolano, aquel que ya en ocasiones ha gritado ¡abajo cadenas!, quien escribirá el capítulo final.

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