Historia

Febrero, mes maldito y de revueltas en Venezuela

La calle no discrimina. Sin juzgar las causas, acoge tanto a militares como civiles cuando deciden protestar. Sea por casualidades místicas o por hechos empíricos, el mes de febrero ha subido el telón en varias oportunidades para ser el escenario de manifestaciones que marcaron un hito en la historia contemporánea de Venezuela

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Al hurgar en la historia contemporánea venezolana se encuentran momentos de convulsión política. Los carnavales de 1928, las protestas estudiantiles de 1936, el Caracazo en 1989, el golpe de Estado de 1992 y las manifestaciones de 2014 comparten un aspecto común: todos los eventos sucedieron en febrero. El aura que envuelve a este mes lo señala posiblemente como un mes subversivo. Un calificativo que define las coincidencias en el calendario de estas revueltas populares.

Se sube el telón: año 1928. Juan Vicente Gómez es el presidente de Venezuela, ya tiene 19 años siendo el primer mandatario que erradicó el caudillismo. Su fin: evitar que cualquier militar o reyezuelo escalara posiciones hasta él. Las canas son parte de su atuendo. A sus 71 años de edad, la trayectoria del llamado “Benemérito” se expresa en un cargo que él adoptó como vitalicio.

Llega el carnaval y como era costumbre las universidades celebran la tradición. La Universidad Central de Venezuela organiza una serie de eventos ligados a la semana del estudiante para recaudar fondos que financien futuras actividades culturales. Durante la coronación de la reina, Pío Tamayo —antiguo exiliado político—recita un poema calificado como subversivo por el régimen de Gómez. Algunos estudiantes —entre ellos Rómulo Betancourt y Jóvito Villalba— intervienen para colocar la cereza del pastel entonando discursos también de carácter “inapropiado”. Los eventos de alegoría terminaron con la aprehensión de más de 200 estudiantes, pero esa acción represiva hizo reaccionar a una sociedad —hasta entonces sumisa— que se alzó en un reclamo popular contra la detención de aquellos hombres que la historia reconoce como “La generación del 28”.

Generaciondel28

“La semana del estudiante fue una excusa en aquel momento para movilizarse porque era imposible protestar debido a que la censura y la represión del régimen gomecista no lo permitían”, comenta María Soledad Hernández, historiadora e investigadora del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Católica Andrés Bello.

El historiador Tomás Straka añade que ese suceso fue “un hecho trascendental. El gobierno de Gómez tuvo que dar un paso atrás y tuvo que dar algunas respuestas, por ejemplo, liberando a los presos políticos. Allí no solo está el surgimiento de la generación que va a encabezar y liderar las transformaciones políticas y la democratización en Venezuela, sino que también tenemos la primera gran prueba de que la protesta cívica puede hacer tambalear a una dictadura”. Gómez ya no es intocable. Baja el telón.cita4

Sube el telón: año 1936. El delfín del recién fallecido “Benemérito”, Eleazar López Contreras, ya está instalado en la Presidencia. El 14 de febrero, después de que una protesta civil alcanzara su clímax —con seis muertos de por medio—, López Contreras tuvo que asumir para sí mismo la frase “calma y cordura” que había acuñado. Una semana después presentó el Programa de Febrero, proyecto donde se desdibujaban las huellas opresoras del gomecismo y se daba un paso hacia la democracia. Se plantean soluciones a problemas estructurales como la educación, la salud y la agricultura. Hernández considera que es “una mediana posibilidad de movilizarse. Se cambia la tortura por legislaciones”. López Contreras responde a las demandas de una sociedad que perdió el miedo. Baja el telón.

La historiadora Margarita López Maya pone una pausa para diferenciar que estas rebeliones están distanciadas en tiempo, causa y consecuencia. “Han sido desajustes muy profundos en el país que llevan a un cambio político. Esos cambios políticos que vimos en la primera mitad del siglo XX llevaron a un proceso de modernización y democratización. En la segunda mitad del siglo llevaron a una ruptura populista, posiblemente por la falta de respuesta de la elite política democrática”.

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Sube el telón: año 1989. Carlos Andrés Pérez ya se había despedido de las prominentes patillas que enmarcaban su rostro durante su primer mandato presidencial. Ahora, pocos días después de asumir el segundo, su gestión fue juzgada sin haber empezado a dar frutos. La crisis económica agudizada y el cinturón duro que supondría la aplicación del paquetazo propuesto por el Fondo Monetario Internacional devinieron ruptura total de una débil estabilidad. El 27 de febrero se prendió la mecha por el aumento del pasaje de Nuevo Circo hacia Guarenas-Guatire y le siguió una ola de saqueos. “El febrero del Caracazo es la revuelta popular más importante, masiva y extensa del siglo XX. Ese evento social tuvo un efecto político que se va a expresar el 4 de febrero con el alzamiento militar liderado por Hugo Chávez y que va a terminar por reemplazar la élite política de la época”, asegura López Maya. Se exacerba la crisis de la democracia. Baja el telón.

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Sube el telón: 1992. Los disparos estremecieron la capital y fueron el compás con que se anunció el 4 de febrero. Un golpe de Estadocontra Carlos Andrés Pérez se estaba efectuando pocas horas después de que volviera a tierra criolla, pues CAP se encontraba en Davos, Suiza, participando en el Foro Económico Mundial. Hugo Chávez fue el protagonista de esta rebelión militar. El mismo personaje que años más tarde vociferara:  “Dentro de la constitución todo, fuera de ella nada” fue en parte responsable de que el ejército se enfrentara contra sí mismo. De vuelta al militarismo. Baja el telón.

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Sube el telón: 2014. Las calles de La Candelaria se mancharon de sangre el Día de la Juventud. El 12 de febrero comenzó con una manifestación civil en la calle y terminó en mortandad. Las llamadas guarimbas caldearon rincones de Venezuela por semanas exigiendo la renuncia de Nicolás Maduro hasta que, paulatinamente, se fueron disolviendo. Más allá de que Maduro siga siendo presidente, López Maya destaca: “lo intenso y prolongado de estas protestas rompe con la represión que recibieron. Se produjo la expansión de una consciencia de una situación de desajuste entre el poder político y la sociedad que obligaba a un cambio y se expresó en las urnas el 6 de diciembre de 2015”.

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Algunos consideran que los hilos se mueven detrás de escena para que las rebeliones ocurran en el mes de febrero. Sin embargo, Inés Quintero, la actual directora de la Academia Nacional de la Historia, descarta un elemento místico. Para ella todos son eventos que generaron movilización y algunos son de tan reciente data que no hay consenso entre la valoración que existe sobre ellos. La población se vio estremecida, pero considera que no hay una causa única ni determinante para su desarrollo. Sus fechas: una casualidad. En cambio cada suceso es el reflejo de un cúmulo de desajustes previos.

Lo más parecido a una respuesta para la incógnita de este mes es que “diciembre es un mes de receso y de fiestas. Enero es un mes aletargado. En febrero comienzan las actividades y se manifiestan los descontentos”, indica López Maya como una posible excusa.

Es arriesgado evaluar un hecho tan cercano, pero María Soledad Hernández se atreve a glosar las manifestaciones de 2014. “Se utilizó una fecha como el Día de la Juventud para movilizar a un país que se encontraba aletargado por los terribles resultados de las elecciones de gobernadores, donde la oposición perdió espacios políticos. La idea era plantear una transición o una salida como lo llamaron. Para mí, es el efecto de lo que ocurrió en el mes anterior”.cita1

El saldo impositivo que arrojó “La salida” para la población fue más represión. Straka señala “en la medida en la cual se reacomode el mapa político, la gente va a manifestar otra vez de una forma importante, bien sea porque sienta menos miedo en función de un nuevo panorama político, o bien, porque simplemente se sienta desesperada y tan enfurecida que no haya nada que pueda detenerla”. Hernández agrega que “el miedo se ha perdido. Se ha forzado tanto la barra de la tolerancia que ya estamos muy cerca de una pérdida del miedo. Se desafía al poder porque se perdió la confianza, la credibilidad y, sobre todo, la ilusión de que se pudieran resolver los problemas. El nivel de cansancio es tan alto que ya definitivamente no hay un miedo que paralice”.

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El telón aguarda. Mientras tanto “vamos a seguir en esta turbulencia hasta que no se produzca una salida de tipo político porque hasta ahora el gobierno no ha atendido la emergencia que estamos viviendo”, opina López Maya. Ya empezó a correr el reloj y febrero está en marcha. Rodeado de especulaciones algunos temen su llegada y otros esperan ansiosos que comience la función.

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