Íconos

Federico García Lorca: romancero eterno

Se conmemora un año más de la muerte del autor andaluz Federico García Lorca. De pluma barroca, castiza, sus poemas y obras de teatro imprimieron el imaginario español. Legó las cadencias que lo inmortalizarían. Sí, escribió siempre con duende y es acaso esa magia la que trascendió en el tiempo. Víctima fatal del franquismo, aún hoy las piedras de la carretera de Alfacar, lugar donde cayó el poeta, lloran sangre. La sangre que lo encumbró. Para recordarlo no hay mejor manera que cantando sus versos

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Son de negros en Cuba

Cuando llegue la luna llena

iré a Santiago de Cuba,

iré a Santiago,

en un coche de agua negra.

Iré a Santiago.

Cantarán los techos de palmera.

Iré a Santiago.

Cuando la palma quiere ser cigüefla,

iré a Santiago.

Y cuando quiere ser medusa el plátano,

iré a Santiago.

Iré a Santiago

con la rubia cabeza de Fonseca.

Iré a Santiago.

Y con la rosa de Romeo y Julieta

iré a Santiago.

¡Oh Cuba! ¡Oh ritmo de semillas secas!

Iré a Santiago.

¡Oh cintura caliente y gota de madera!

Iré a Santiago.

¡Arpa de troncos vivos, caimán, flor de tabaco!

Iré a Santiago.

Siempre he dicho que yo iría a Santiago

en un coche de agua negra.

Iré a Santiago.

Brisa y alcohol en las ruedas,

iré a Santiago.

Mi coral en la tiniebla,

iré a Santiago.
El mar ahogado en la arena,

iré a Santiago,

calor blanco, fruta muerta,

iré a Santiago.

¡Oh bovino frescor de calaveras!

¡Oh Cuba! ¡Oh curva de suspiro y barro!

Iré a Santiago.

Paisaje con dos tumbas y un perro asirio

Amigo,

levántate para que oigas aullar

al perro asirio.

Las tres ninfas del cáncer han estado bailando,

hijo mío.

Trajeron unas montañas de lacre rojo

y unas sábanas duras donde estaba el cáncer dormido.

El caballo tenía un ojo en el cuello

y la luna estaba en un cielo tan frío

que tuvo que desgarrarse su monte de Venus

y ahogar en sangre y ceniza los cementerios antiguos.

Amigo,

despierta, que los montes todavía no respiran

y las hierbas de mí corazón están en otro sitio.

No importa que estés lleno de agua de mar.

Yo amé mucho tiempo a un niño

que tenía una plumilla en la lengua

y vivimos cien años dentro de un cuchillo.

Despierta. Calla. Escucha. Incorpórate un poco.

El aullido

es una larga lengua morada que deja

hormigas de espanto y licor de lirios.

Ya vienen hacia la roca. ¡No alargues tus raíces!

Se acerca. Gime. No solloces en sueños, amigo.

¡Amigo!

Levántate para que oigas aullar

al perro asirio.

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