Crónica

Friosa: el P.V.P. de la catástrofe alimentaria en Bolívar

Frigoríficos Ordaz, conocidos como Friosa, es solo un ejemplo de la destrucción empresarial luego de que la ola de expropiaciones del ex presidente Hugo Chávez los arrasara. Una de las compañías más prósperas de Guayana, la que surtía de alimentos con efectividad a casi todo un estado, hoy se hunde por la corrupción del mal socialista. Incluso quienes apoyaron la decisión se arrepienten. Síntoma de anaquel o estómago vacíos

Fotografía: William Urdaneta
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Son las 10 de la mañana y sorpresivamente el portón del estacionamiento de la antigua La Fuente, en la urbanización Villa Brasil de Puerto Ordaz, está abierto. En la garita de vigilancia principal, tres papeles explican el orden de venta según el terminal de la cédula, pero la carestía de clientes avisa, de antemano, que no hay nada.

De las dos alas de estantes del local, solo un anaquel exhibe aceite Diana y margarina. Toca comprar a los clientes con terminales 2 y 3 —apenas cuatro en el interior del establecimiento. El área de panadería en donde antes exhibían variados panes, tortas y dulces y ricas galletas está ociosa. Lo mismo ocurre en la carnicería. Tres trabajadores conversan amenamente en la mesa central. No hay nada que vender ni un pellejo seco, solo queda el rastro de contados jamones guindados en la parte superior.

“Esto así no funciona. Este comunismo solo nos ha traído ruina”, suelta un trabajador, sin profundo conocimiento de Karl Marx y su filosofía sobre el capitalismo, los medios de producción y el siquitrillado materialismo histórico; pero sí de una imagen de eficiencia y estantes llenos e imborrables en su memoria, que pasaron a la historia tras la expropiación en 2010 del Complejo García Hermanos, que incluía Frigoríficos Ordaz, S.A. (Friosa), la distribuidora de alimentos más grande del estado Bolívar, y sus supermercados Koma y Delicatesses La Fuente.

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“Eso era lo más divino que había en Ciudad Guayana”, cuenta Vicente Gil, el que era un asiduo comprador de los supermercados de Friosa y que día a día observa la batalla entre clientes que se arma desde la mañana en la sucursal de La Fuente en Alta Vista.

I. La expropiación
Fueron 106 días de angustia los que transcurrieron desde aquella inspección de “rutina” que comenzó en la mañana del 19 de mayo de 2010 hasta el 02 de septiembre. Fecha en la que, a las cuatro de esa tarde lluviosa, el entonces presidente Hugo Chávez anunció la expropiación de Friosa y sus supermercados.

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Difícilmente en Guayana se podrá conseguir a alguien que no haya pisado alguna de las nueve sucursales de la empresa —que ese año cumplía 46 de fundada en una trayectoria en la que lograron atesorar más de 5 mil clientes entre grandes supermercados y pequeños abastos de todos los rincones del estado Bolívar. Además, la empresa tenía una división de comedores para servicios de preparación, distribución y administración de comidas que, a la sazón, se servían en los comedores de Macagua y Guri, en el caso de la extinta Edelca, hoy Corpoelec; Ferroven; Bauxilum; Orinoco Iron; Sidetur y Venprecar, y otras empresas.

En medio del chaparrón que inundaba a Guayana, Chávez, desde la termoeléctrica Termozulia II, ubicada en el sector La Cañada de Urdaneta en el estado Zulia, anunció la decisión de expropiar la distribuidora y aprobó Bs. 60 millones para concretarlo, con un antecedente nada edificante para Guayana. Dos años antes había iniciado su ola estatizadora al sur del país con la vuelta de Sidor a manos del Estado y el retroceso productivo ya era notorio. De 3,5 toneladas de acero al cierre del 2008, la producción ya promediaba menos de la mitad.

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La lluvia de alegatos para expropiar Friosa fue grandilocuente. Primero, falta de actualización de las balanzas, sobreprecios y anomalías en las guías de movilización; luego, violaciones laborales y, por último, contrabando de frutas y lavado de dinero. “Se presume que Friosa mezcla el dinero recaudado de las transacciones ilícitas con capitales de la empresa legal y luego se presentan todos los fondos como rentas de la misma”, indica un informe oficial del Indepabis del 16 de diciembre de 2010, en el que salen a relucir las coordenadas de otras empresas propiedad del grupo y relacionadas.

Anaqueles repletos de productos nacionales e importados están hoy desnudos. Los estacionamientos de La Fuente —ahora Abasto Venezuela—, y Koma —transferido a Abasto Bicentenario— que antes lucían abarrotados, están desolados. No hay jamones caros ni baratos. No hay medicinas ni muebles, como solía haber en Koma. El olor que salía del bufé recién servido al mediodía, que pellizcaba narices y gulas, ya no existe. Las torres de licores de acá y afuera desaparecieron. No hay brindis de champañas para los dulces, ni productos de higiene. No hay nada. Solo que aceite y margarina y el eventual hallazgo de carne y pollo. Trofeo de caza: el que primero lo agarre.

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La escasez en sus propios estantes contrasta con los argumentos del Decreto Presidencial Nº 7.703, publicado en la Gaceta Oficial Nº 39.524 del 5 de octubre de 2010, que indica que la adquisición forzosa persigue el “Desarrollo de la Red de Distribución Socialista de Productos de Primera Necesidad” destinada “a la correcta distribución de alimentos al pueblo venezolano, así como la promoción del desarrollo endógeno y generación de fuentes de empleo”. Nada se cumplió.

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II. El recuerdo atormenta
El recuerdo de lo que era Friosa martiriza a quienes se empeñaron en apoyar la expropiación. Es el caso de Rafael Gotopo, quien integró el Consejo Socialista de Trabajadores constituido luego de la expropiación —que se hizo oficial justo el día de su cumpleaños, el 5 de octubre de 2010. “Fue una inmensa alegría, pero luego fue solo frustración. Yo soy crítico y revolucionario pero el dinero para que Friosa fuera expropiada se perdió”.

“Los que están allí no son revolucionarios. Son oportunistas. Hace falta conciencia de pueblo y de militante. La soberanía alimentaria está escrita, pero ¿dónde está en Friosa?”, cuestionó, en una impresión que recoge del baúl de fracasos que ha significado la participación del Gobierno como empresario en el sector alimentos a través de una ola de expropiaciones, su cerco a la industria con infinitos controles de precios sin reconocimiento a la inflación y la necesidad de ajustar la estructura de costos y la sequía de divisas que ha cerrado la puerta no solo a la importación de rubros fabricados en el exterior sino también de materias primas para garantizar la producción nacional.

“Solo siento un dolor inmenso. Me sentí dueño de la empresa porque para eso la tomamos, pero las cosas se desprendieron de la ideología política”, dijo Gotopo, quien desde enero fue enviado a su casa pues Friosa dejó de prestar servicios en el comedor de la central hidroeléctrica Macagua, dependiente de la Corporación Eléctrica Nacional, y desde entonces exige su incorporación a la nómina fija de la industria eléctrica.

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En el área de cocina central, una trabajadora, que estuvo tanto en la gestión privada como estatal, asegura que después de la expropiación “no hubo ningún resultado favorable, las mejoras nunca llegaron”. Lo dice pidiendo no ser identificada para evitar retaliaciones. Antes de la intervención de la distribuidora, las ventas normales de Friosa ascendían a Bs. 30 millones al mes, de acuerdo con lo explicado ese año por el gerente de Auditoría de la empresa, Alejandro Ramberde. Cuatro meses después, el promedio de ventas se desplomó a Bs. 5 millones.
Similar situación ocurrió con los suministros. Trabajadores de la compañía alertaron que antes de la intervención llegaban 1.500 toneladas métricas de alimentos al mes. El número descendió en cuatro meses a 100 toneladas métricas. Opera actualmente a un 10% de su capacidad, admiten.

La ruina de la distribuidora de alimentos hace ruido, incluso, en las filas oficiales. “Friosa es un caso lamentable de una gerencia pésima, lamentablemente está en manos de la revolución, pero ahorita es el objetivo inmediato del rescate”, dijo a Correo del Caroní en febrero de 2015 el comisionado presidencial para el Sistema de Empresas Recuperadas, Nacionalizadas y Ocupadas, Juan Arias.

El limbo jurídico en el que se encuentra la empresa mantiene en vilo a los trabajadores. Y si bien para este reportaje no fue posible contactar a los antiguos dueños, personas cercanas a la empresa indicaron que los Hermanos García siguen en litigios jurídicos que han alargado cada vez más el cierre de la expropiación. El Ministerio de Alimentación destacó en su Memoria y Cuenta 2013 un “avance importante” en el proceso “con la consignación oficial del informe de avalúo y pago de honorarios de la comisión evaluadora”. En el 2014, no hubo referencias al respecto.

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III. Corrupción que carcome
Además de las denuncias por la desnudez de los estantes de Friosa y todos sus supermercados, el caudal de denuncias por irregularidades no ha cesado. Un documento del Cuerpo de Inspectores Socialistas de la Presidencia de la República del 02 de julio del 2013 confirma irregularidades en el manejo de los activos e inconsistencias en el inventario de bienes de la empresa.

El informe señala que para la fecha de la intervención contaba con una capacidad operativa de almacenamiento del 80%; pero en el 2013 “las cavas de refrigeración se encuentran vacías y no existe registro de la salida de los productos. Además, la flota de vehículos operativos no se corresponde con la actual y a su vez se manejan denuncias por parte del control obrero sobre presuntos equipos de computación pertenecientes a la empresa de los cuales se desconoce su actual paradero”.

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La Contraloría General de la República realizó una verificación in situ y, en su informe de actuaciones correspondiente al 2013, constata fallas de control interno y mantenimiento. “De una muestra selectiva de 71 máquinas y equipos de computación por un monto total de Bs. 986.320,34, se determinó que 41 activos no fueron ubicados físicamente (…) de 14 cavas de refrigeración inspeccionadas, 6 se encontraron inoperativas”. Compresores dañados, balanzas romanas y hornos inoperativos completan el informe, en el que se indica que en el centro panadero se observó que de 2 cavas de conservación, “una estaba operando a 30% aproximadamente de su capacidad total, mientras que la otra se encontraba operando alrededor de 50% de la misma; y de 4 hornos que posee el centro panadero, 2 estaban inoperativos”. La situación empeoró aún más al año siguiente, cuando se detuvo por completo el área de panadería.

La pérdida de alimentos también ha sido documentada, así como la desincorporación de bienes para su venta como chatarra. En un informe elaborado por los trabajadores en junio de 2014 relatan que el 7 de junio la coordinación del área de frío notificó “de forma oral y sin soportes” que procedió a botar unilateralmente 860 kilogramos de papa presuntamente en mal estado, mientras que 1.560 kilos de carne de segunda y 98 unidades de leche descremada se dañaron “debido a las condiciones climáticas y fallas en la refrigeración”, en el Batallón Cabrera en Los Pijigüaos. El lote fue quemado. “Mucho de lo que denunciamos quedó engavetado como todo en Venezuela. Ellos cobran y se dan el vuelto y nada pasa, a pesar de que hay pruebas”, dijo una trabajadora, que también prefirió no ser identificada.

IV. Un quinquenio de promesas
El “Desarrollo de la Red de Distribución Socialista de Productos de Primera Necesidad” destinada “a la correcta distribución de alimentos al pueblo venezolano, así como la promoción del desarrollo endógeno y generación de fuentes de empleo” con la que se justificó la expropiación en 2010 sigue creando una tormenta de emociones en trabajadores y asiduos clientes de Friosa, a pocos meses de cumplirse cinco años del inicio del proceso.

“Las esperanzas son las últimas que se pierden”, dijo una trabajadora que, en noviembre de 2014, participó en una protesta por el deterioro del área de cocina central en donde pululaban las moscas; en donde ella, como máquina, preparaba para los comedores el monótono menú de pollo y pescado con arroz, caraotas y un sempiterno jugo de patilla. A raíz de esa última protesta, fue designada una nueva junta administradora y el viceministro de Producción Alimentaria, Johan Hernández Lárez, recorrió la planta y prometió inyectar recursos.

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“Se está preparando cochino, carne y pollo para los comedores de Orinoco Iron y Bauxilum. Se ha visto la mejora en los suministros”, sostuvo, mientras una trabajadora de una de las sucursales de La Fuente aseguró que recientemente se activó el centro panadero y esperan se reanude el servicio de farmacia. “Lo más importante es que surtan no solo con productos básicos regulados, porque eso no nos trae ganancias. No es rentable”, explicó.

En contraste, para la clienta Mayra Lozano es estéril discutir el estado actual de Friosa. “Qué están haciendo ahora para mejorar no importa tanto. Lo realmente relevante es cómo en cuestión de meses destruyeron una empresa que daba alimentos a toda Guayana y sus alrededores, cuando son ellos los que hablan de soberanía alimentaria y desarrollo endógeno”. En la heterogeneidad de los clientes, con contadas diferencias, esa opinión despunta. La mayoría prefiere la Friosa de los anaqueles surtidos, del movimiento de clientes y la variedad. “Si algo había que corregir, tenían todos los entes para hacerlo; ocupar y expropiar no fue la mejor opción”, aseveró.

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