Íconos

Javier Cercas, escritura mayúscula

Él es un novelista de postín, aunque nunca imaginó su profesionalización —mucho menos los premios y loas. La búsqueda de la verdad y del entendimiento del pasado cuando es dimensión del presente lo obsesionan. Filólogo y también conferencista, Cercas hace lo que le da la gana con su escritura

Fotografía: Oriana Milu Lozada
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El escritor español Javier Cercas se sorprende por la abundancia, la cantidad, lo mucho de Venezuela. A su conversación con Carlos Sandoval en el Centro Cultural Chacao, fue un gran número de personas. “Me sorprende”, cuenta. Luego, también le sorprende la vitalidad de las calles. Y el chaparrón, el chaparrón que cayó sobre Caracas. Sin duda, es el país del mucho, del demasiado. Un país en chaparrón, sin duda.

Y eso lo ve Javier Cercas, y le asombra.

Sin embargo, el lugar de encuentro es pródigo en espacio y vacíos: una agradable sala de conferencia en la Embajada de España en Caracas. Allí, un largo mesón, silencio, y un busto del Rey Juan Carlos al fondo. En uno de los extremos se hallaba sentado Cercas cuando llegué. Al verme se puso de pie, se acercó y, con mucha amabilidad, me saludó. Un hombre amable que estrecha la mano como la haría una buena persona: sin apretar con demasiada fuerza, sin pretender dominarte, sin querer demostrar que es él quien manda. Tampoco hubo laxitud en ese gesto. Aquel fue un apretón de manos justo, a la medida. Me invitó a sentarme, volvió a su punta de mesa. Yo me senté en diagonal, bastante cerca como para poner el celular que registrará su voz.

Tengo ahora a mi lado al autor de la novela Soldados de Salamina, el libro que lo catapultó al éxito en 2001 y que, desde entonces, ha publicado libros de alta factura como La velocidad de la luz (2005), Anatomía de un instante (2009), Las leyes de la frontera (2012) o El impostor (2014). Esto, sin contar los premios y traducciones que se han realizado de su obra en más de veinte países.

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Mirando libros como Los soldados de Salamina, La velocidad de la luz o El impostor, creo encontrar cierta fascinación por un tipo de anécdota periférica, de personajes, digamos, menores, que usted enmarca en el gran río de la historia mayor porque sus pequeñas anécdotas significan mucho en lo humano. ¿Ese es el corazón de una historia por contar? ¿Ese pequeño y curioso centro?

No lo sé. Te voy a decir exactamente lo que pienso. Los escritores no escribimos nuestros temas, son los temas que nos eligen a nosotros. Hay algo que te atañe, que te interpela, y tú no sabes por qué. De hecho, escribes para saber por qué. Los neurocientíficos están comprobándolo: no somos libres de elegir. Pero tú has dicho una cosa. En mis libros, a partir de determinado momento, a partir de Soldados de Salamina, la historia con mayúsculas se cuenta a través de la historia con minúscula; pequeñas anécdotas, pequeños personajes marginados que son el reflejo de la gran historia, la llave inesperada que abre la puerta de grandes temas históricos. Hay que decir que antes de Los soldados de Salamina ni la historia ni la política aparecían en mi obra. Podría decir que mis libros anteriores eran ortodoxamente postmodernos, ahora creo que ya soy un escritor postpostmoderno. Yo pienso que, como la mayoría de los escritores, trabajamos con obsesiones. Yo trabajo con lo que me obsesiona, y me pongo a escribir para librarme de esa obsesión.

O también incluso puede que, al cabo de algunos libros, tres o cuatro, el escrito se da cuenta de lo que le obsesiona, de eso que da forma a sus libros.

O a veces no lo averiguas, lo intuyes.

Y mejor así.

Mejor así, porque si lo supieses, dejarías de escribir.cita4

En sus novelas percibo que hay un proceso de búsqueda casi detectivesco, pero también como de búsqueda de la forma misma de la novela. ¿Es una búsqueda paralela, la del sentido de una historia y la de la forma de una novela?

Sí, yo escribo novelas de aventuras sobre la aventura de escribir novelas. De manera que, por un lado cuento una o varias historias, y por otro lado cuento cómo he llegado a escribir esas historias, el mismo proceso de contar. Hace poco leí que uno de mis escritores favoritos cuando yo era joven —todavía lo sigue siendo—, que es Italo Calvino, decía que él sentía una obligación moral de contar el mismo proceso de hacerse la escritura.cita5

En cuanto la estructura detectivesca, como le llamas, yo creo que esa es la estructura fundamental de la novela. Voy a publicar un libro de ensayos sobre este asunto, que surge de unas conferencias que di en Oxford. Se titula El punto ciego. Lo que vengo a decir partiendo de mi propia experiencia, pero también leyendo algunos libros fundamentales, desde El Quijote para acá, El proceso, Moby Dick, etcétera. Es que las novelas en el fondo funcionan de una manera parecida. Las que a mí me interesan, las que a mí me parecen buenas. Mi tradición es esta. Al principio o la mitad ocurre una pregunta y algo que te interpela. Hay una interrogante, como en una novela policíaca. Y el libro consiste en la búsqueda de la respuesta a esa pregunta. La estructura es policíaca o de thriller, pero la resolución es de anti thriller, porque al final no hay una respuesta. Es decir, la respuesta es la propia búsqueda de una respuesta. El propio libro, si se prefiere, es una respuesta ambigua, contradictoria, esencialmente irónica. Lo que las novelas hacen no es aportar respuestas de una manera clara, taxativa, sino formular preguntas de la manera más compleja posible. En el centro de las grandes novelas, siempre hay una indeterminación, una ambigüedad, una ironía esencial.

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Usted es filólogo de formación, y yo creo que la filología tiene en sí algo de detectivesco, de mucha investigación minuciosa. ¿Cree que la filología ha influenciado en su escritura?

Yo creo que sí, yo creo que si no hubiese tenido esa formación mis libros no serían como son. Hay un artículo que escribió Coetzee sobre Sebald. Decía eso también, que Sebald escribía como escribía por su formación de filólogo. Y creo que en algo tiene razón. Yo concibo la novela como un género de géneros en el que cabe todo, y para eso la filología me ha sido muy útil. Para asimilar toda una serie de géneros: el ensayo, la historia, la crónica, la biografía. Yo creo que esa es la historia de la novela. La novela es como un monstruo que lo ha ido devorando todo. Y en ese sentido yo creo que aprovechamos poco las posibilidades que nos da la novela. La novela es el género más libre que existe, porque puede fagocitar a todos los demás géneros.

Quizás en ocasiones el miedo comercial, para ponerle ese adjetivo, se traga las posibilidades de la novela que puede explorar un autor, ¿no?

Ese un problema, pero que les den morcilla. A mí me da igual. Mira, yo nunca pensé que sería un escritor profesional, jamás en mi vida. Ni que mis libros se iban a traducir como se traducen. Escribí un libro que era totalmente anti comercial, en teoría, que era Soldados de Salamina, y gracias a ese libro me hice profesional y todos mis libros se distribuyen. Yo voy a hacer lo que me da la gana con la escritura. Y fíjate, un escritor que no escribe el mejor libro que pueda escribir por temor a que no lo lean, no es un escritor. Sencillamente no es un escritor.

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Pensando una vez más en novelas como Soldados de Salamina o La velocidad de la luz, donde encontramos a lo largo de esos libros por lo menos dos versiones o puntos de vista de una misma anécdota, pensando pues en esto, le pregunto: ¿Cuántas versiones existen de una misma historia? ¿Está la realidad y luego, como en un cuento de Akutagawa, varias versiones del hombre sobre esa realidad?

Soy un poco anticuado y creo que la verdad existe. Solo que quien cree poseerla es un idiota o un fanático, o las dos cosas a la vez. Nietzsche decía que no existe la realidad o que no existe la verdad, existen interpretaciones de la verdad. Creo que existe la verdad, lo que pasa es que siempre se nos escapa. Y el modo de ir hacia la verdad es a través de las interpretaciones. Entonces sí, eso es común en mis libros. La misma historia puede contarse desde puntos de vista distintos, y nunca acaba de ser la misma historia. Vuelvo a lo que decíamos antes: ¿qué es lo que hace una novela? Buscar, perseguir la verdad.

La guerra y lo humano está con fuerte presencia en sus novelas. Hábleme de ello.

La guerra ha fascinado desde siempre a los escritores, a los hombres. Desde que el mundo es mundo. Es el primer tema literario. A mí me fascinó como lector desde chico, y nos ha fascinado a los hombres seguramente porque la guerra es como si colocases una lente de aumento sobre lo que somos, y que nos permite vernos con más claridad que ninguna otra cosa. No sé por qué me fascina, pero me fascina. Quizás también porque la guerra es el ámbito natural de la épica, y la novela es un género épico por definición. Alberto Manguel escribió un ensayo muy bonito sobre Soldados de Salamina donde decía que lo que hacía Soldados de Salamina era recuperar la épica.

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Y eso está muy bien, porque una cosa es la épica y otra la novela histórica. He leído que usted dice que no escribe novela histórica.

Yo no hago novela histórica para nada. Cuando alguien dice que hago novela histórica me entran ganas de cortarle la cabeza. Porque a mí no me interesa el pasado por sí mismo, como escritor no tengo ningún interés arqueológico en el pasado. Me interesa el pasado en la medida que forma parte del presente, en la medida que es una dimensión del presente. Eso lo descubrí en Soldados de Salamina. Es una novela que se podría resumir de la siguiente manera: la historia de un chaval, un tipo de mi edad, en aquel momento, en el 2001, que, como la mayoría de la gente de mi edad, piensa o pensaba que la Guerra Civil era algo tan remoto y tan ajeno a su propia experiencia como la batalla de Salamina, y que, sin embargo, a medida que, por un azar, investiga un oscuro, remoto, olvidado episodio de la Guerra Civil, descubre que no, que eso no es así, que el pasado es una dimensión del presente, y que sin ese pasado él no entiende nada, ni de su propia vida ni del país en el que vive. De algún modo encuentra una salvación en ese pasado recuperado. Entonces, a partir de ese momento, mis libros hablan del diálogo entre el pasado y el presente. Mis libros son como obuses contra lo que yo llamo la dictadura del presente.

En corto, sé que le fascina Borges. Dígame, ¿quién es Jorge Luis Borges para Javier Cercas?

El escritor más importante del español desde Cervantes.

Ya en la recta final, ¿qué le hace el éxito a un escritor?

El éxito te puede volver idiota, te puede joder, puede acabar contigo como escritor, y hay muchos casos de eso. Después de escribir Soldados de Salamina, estuve a punto de dejar de escribir, porque yo no me esperaba ese éxito. Ha habido escritores con los que ha acabado, Rulfo, por ejemplo. Sin la menor duda, lo aplastó.

Y bueno, la pregunta típica de cierre, ¿qué viene por ahí?, ¿qué tiene por publicar?

En enero sale un ensayo que se titula El punto ciego, te hablé de él. Surge de las conferencias de Oxford, me importa mucho. Y estoy metido en un libro, una novela, que es el libro que primero quise escribir en mi vida. Y cuando yo soñaba con ser escritor, lo que quería escribir era ese libro. Quizás incluso antes de ser escritor. Es la historia más antigua que tengo en la cabeza. Ha sido creciendo, espero ser capaz de escribirla.

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