Opinión

Jorge Rodríguez, no era resentimiento sino codicia

El exalcalde de Caracas y ahora ministro de Información y Comunicación ha disfrutado de lujos y privilegios procurados a través del poder, demostrando que el hálito de melancolía que transmitía hace dos décadas era tan solo un disfraz

Portada: EFE
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La primera noticia que se tuvo de Jorge Rodríguez fue en 1998, cuando ganó el Concurso de Cuentos de El Nacional, con su texto “Dime cuántos ríos son hechos de tus lágrimas”. El periódico reseñó que el psiquiatra Jorge Rodríguez Gómez había sido el escogido, en la 53º edición de su competencia, por un jurado compuesto por Oscar Marcano, Federico Vegas e Israel Centeno.

El protagonista del relato es el PTJ Euclides Smith quien, en el curso de su investigación del asesinato de una muchacha debe interrogar a Leonidas Rangel, un coronel de Ejército que en el día es uniformado y de noche habitué de un club gay. La esposa de este oficial, también bisexual, resulta ser la asesina.

En aquel momento, justo el año en que Chávez llegaría al poder, el joven médico y escritor de talento era una figura que concitaba simpatías. Era, además, el hijo de Jorge Rodríguez, asesinado en un calabozo de la Disip en 1976, mientras era interrogado para obtener información del paradero del industrial norteamericano William Niehous, quien había sido secuestrado por un grupo de guerrilleros, entre quienes se contaba el propio Rodríguez padre.

Cuando Jorge Rodríguez hijo llega a las arenas políticas era percibido como una especie de príncipe Hamlet cuya actitud hostil y cínica estaba movida por un justificado resentimiento. Como el príncipe danés, Jorge Rodríguez era la encarnación de la melancolía por el padre asesinado. Le crearon –o se creó- un aura hamletiana de estar inspirado por un sentido de la justicia. Aunque debe insistirse en el hecho de que si Hamlet tenía un incentivo para la venganza, los hermanos Rodríguez no tenían por qué procurarla –y mucho menos, desparramarla al país entero- puesto que los autores del vil crimen su padre fueron juzgados y castigados con la severidad del caso.

Muy pronto tendríamos pruebas de que la podredumbre del poder, que el príncipe Hamlet combate, el príncipe Rodríguez había llegado para multiplicarla, llevarla a dimensiones desorbitadas y, sobre todo, a aprovecharse de ella para llevar una vida de lujos y excesos que, como profesional de la medicina o como escritor venezolano, jamás habría podido aspirar.

En las casi dos décadas de hegemonía del chavismo, Jorge Rodríguez ha detentado altos cargos y disfrutado de inmensos privilegios. Las lujosas viviendas, ubicadas en distinguidos vecindarios de Caracas, donde han vivido tanto él como su exesposa e hijos dan muestra de ello. En 2006, por ejemplo, se vio envuelto en un incidente cuyos detalles son todavía desconocidos. Hubo un choque en Altamira y uno de los carros era un Audi donde viajaba él con un joven. El Audi, que era nuevo, no es precisamente un automóvil al alcance de los médicos de Venezuela.

En todos estos años hemos tenido indicios de que su sonrisa fingida no se agota en el gesto de burla. Jorge Rodríguez es violento. Sus rituales de agresividad han quedado grabados y sabemos de muchos otros episodios en los que ha participado con maneras iracundas, siempre rodeado de guardaespaldas y muchas veces acompañado de otro jerarca feroz, como Diosdado Cabello.

Su excesiva exposición nos lo ha mostrado de cuerpo entero. Ahora sabemos que el resentimiento, que tanto han manipulado él y el chavismo, era una estrategia perversa. La realidad es que al llegar al poder multiplicaron los flagelos y hundieron a las masas en la miseria. Mientras tanto, Rodríguez y la plana mayor del chavismo viven entre lujos. Lo que impulsaba a Jorge Rodríguez no era la melancolía, era la codicia, la avidez, el dinero. Acabamos de comprobarlo con el reciente viaje de Rodríguez y su familia a Ciudad de México. Unas vacaciones que le costaron 65 mil dólares a la República, por concepto del exclusivo hotel donde se alojaron y por los traslados un jet Falcon 900 YV2040, propiedad de Petróleos de Venezuela.

Entre tantas incoherencias, hemos recordado que el 2 de enero de 2014, Delcy Rodríguez Gómez publicó una lista de 27 periodistas y dirigentes opositores que habían pasado navidades fuera del país. “Trilogía del mal-dirigencia opositora en vacaciones de lujo en el exterior”, escribió la cancillera en su cuenta de Twitter.

Al llegar al final de la tragedia de Hamlet, casi todos los personajes han muerto, unos cuantos por la propia mano del resentido. Entonces, Hamlet, consciente de que la muerte engendra muerte y la venganza, más odio y destrucción, solo quiere huir de su misión revanchista. Pero ya es tarde.

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