Perfil

La antidiplomacia de Samuel Moncada

Diplomático e historiador, fue Ministro de Educación Superior y más recientemente Vicecanciller y representante ante la Organización de Estados Americanos. En 2017 vociferó la salida de Venezuela de esa  organización, que no se concretó, y ahora asume el cargo del que fue expulsado Rafael Ramírez en la ONU

Fotografía de portada: AFP | Fotografías en el texto: AVN y AP
Publicidad

Se toma como punto de partida, como momento de inflexión, ese cuando se lanza al agua bautismal de manera definitiva y sin retorno, el 5 de julio de 2000. Entonces, el chavismo del cual no formaba parte, ni siquiera lo consideraba como opción. Desde la barrera, se le reveló como una epifanía. Todo se desencadena de manera tan repentina como vertiginosa. Se reencuentra con Hugo Chávez —lo había conocido cuando daba clases de Historia en la Academia Militar, él era menor que el alumno, de quien pensaba, por cierto, según comentaría a cercanos, que le parecía que “cocinaba algo”—; luego lo ve una vez más y Chávez pregunta: «¿Quién es este Samuel Moncada?». Y le explican que es el profesor aquél, un hombre inteligente, que tiene currículo y formación académica, y que podría ser “de los nuestros”. Luego viene el sí del líder, su conformidad con la propuesta de Luis Alfonso Dávila de que sea Moncada el orador de orden en la sesión solemne que tendrá lugar en el hemiciclo del Palacio Legislativo por el aniversario de la independencia de la república. Y el “por supuesto” de Moncada, que acepta la propuesta, qué honor. Desde entonces y hasta el sol de hoy.

Paradojas mediante, quien promueve este enlace, por ahora anónimo, cuida su nombre, entonces un asesor hombro con hombro con el chavismo está ubicado ahora bien lejos del horror. Desde hace 16 años se demarcó del movimiento y, aunque sigue creyendo en que es tarea pendiente la justicia social, perdió toda identidad con lo que llama “la estafa totalitaria castrista que nos agobia”. En cuanto a Moncada, aún lo asume como su amigo, con él estudió desde el liceo, pero no lo ve desde 2001. Eres rojo o eres cero.

Cita3

Historiador egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Se encumbró como director de esa escuela excepcionalmente chavista —ya no tanto, ya casi no—, Samuel Moncada ascendió peldaño a peldaño en su tránsito como docente, como asistente, como agregado, y como titular con una investigación que sería su leitmotiv, su obsesión, el “nada más” de su carrera: la vida íntima de Fedecámaras. Tesis en la que se zambulle y le saca filo, que abulta y es un libro: Los huevos de la serpiente. Tesis en la que describe a los amos del valle y su poder político, incluso será, también, el tema de su doctorado en Oxford. Si asombró a los londinenses o no con su ponencia sobre la historia del gremio empresarial vernáculo, lo cierto es que sí conmovió a la gente del British Council caraqueño que colaboró en su sueño recomendándolo para que estudie en Inglaterra —impresiona a la estudiosa de los problemas latinoamericanos Rosemary Thorp en una visita al país.

Estuvo en Inglaterra cinco años, no los cuatro reglamentarios, en aquellas tierras frías de garúas y de paraguas que se llevan los vientos. Ya en la UCV, arqueaban algunos las cejas ¿por qué el becado no volvía? Acaso a punto de abrirle una investigación. Lo cierto es que finalmente regresó y regresó encantado. No hablaba más que de la ciudad impactante, de orden sensato y razonado, y de intensidad vital deslumbrante —¡y sin corrupción!— que es Londres. Hacía comparaciones devastadoras. Anhelaba. Así llega de aquel territorio monárquico al que viaja con esfuerzos, sin duda, y sin desdeñar los resortes que como catapulta ofrecía a todos la cuarta república. Ve, vence y vuelve: años después, gabardina, bufanda y más peso —las pistas del tiempo fotográfico— será embajador ante el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.

No está claro qué descubre que pueda ser tan fascinante en el repaso de los sucesos del 5 de julio de 1811, previo a su discurso, qué asociación o hallazgo lo interpela al punto que se produce esa indisoluble conexión con las fuerzas chavistas —a menos que el encantamiento venga del reconocimiento recibido. Lo cierto es que después de esa circunstancia más que proximidad lo que se produce es el jalón de un poderoso imán que hace que Samuel Moncada reorganice con la fe del devoto su pensamiento y su vida. Y si cabía una íngrima duda en sus pasiones, los sucesos de abril de 2002 terminan de radicalizarlo. Se convirtió en partidario, en defensor a ultranza, en conmilitón. Desde que arranca el milenio no se separa nunca más del chavismo y su hoja de vida se convierte en un cartapacio en el que están los muchos cargos burocráticos locales y los más cimeros del mundo diplomático.

Samuel-Moncada2

Cita2

Al punto que él, que fue formado en la UCV, y que fue patrocinado por una beca del Consejo de Desarrollo Humanitario y Científico —que obtuvo siendo instructor, no aún titular, vista gorda que no agradeció, dice un colega de la Escuela de Historia—, desde el cargo de Ministro de Educación Superior en el que se desempeña entre 2004 y 2006 no dudará en aupar la ley que pone en entredicho la autonomía universitaria, la que luego Chávez engaveta en sus tantos por ahora.

Sin duda será uno de los eventos más polémicos de su gestión como ministro: la promulgación del Decreto 3.444, el 25 de enero de 2005, que modificaba el Reglamento Orgánico del Ministerio de Educación Superior. Los adversarios pegan el grito al cielo, claro, porque entienden que tal legislación viola lo más sagrado de la universidad: el principio de autonomía. ¿Cómo ser universidad —universal— y tener amarres de cadena corta, un controlador asfixiante que añore resetearte, un patrocinante cobrando peaje? El espinoso decreto avivó el debate sobre la amenaza del Estado Docente mientras el Ejecutivo juraba que así se acabaría con la exclusión: mandando a parar.

“La existencia de esta prueba constituye un filtro de carácter excluyente”, dirá Moncada imaginando que ignorar el no saber es una sabia medida de equidad. ¿Quién no querría igualdad de oportunidades? ¿Quién echará en falta un tutor que ve la universidad como un kínder triste de niñitos sin ocurrencias sobresalientes? Pues si no fue a marchas, las recibió. Rectores, profesores, estudiantes y empleados de las universidades autónomas, como recogen entonces los portales de noticias, se encaminaron hacia la sede del Ministerio para exigir un presupuesto justo y, a la vez, respeto a la autonomía. “Un problema de viveza lo quieren envolver en un manto de autonomía”, respingó. Y publicó el Decreto 3.777, que eliminó la Prueba de Aptitud Académica.

Es que asombra su compromiso monolítico. Desde los tiempos del liceo y hasta la universidad, era un progre, pero hasta ahí, cero militancia, cero partido, cero liderazgo estudiantil. Mientras sus amigos quemaban cauchos, carros y lanzaban bombas molotov, que así era en los setentas y ochentas y noventas, y nadie anunciaba marchas pacíficas, ni ningún gobierno las rebautizaba como marchas fascistas, él cumplía con sus asignaciones. Se hacía cada vez más participativo —en las clases del Liceo Andrés Bello era tímido, ya menos en el aula universitaria—, y debatía con tino pero no ventilaba sus diferencias con gasolina, ni debajo de un camión repleto de aves de corral congeladas al que podría esquilmar. “El Samuel que conocí era un joven risueño”, dice una profesora con quien sostenía largas conversaciones al final de clase.

Nuestro nuevo hombre en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ahora regresará en Nueva York, asumiendo un cargo del que fue expulsado el exzar del petróleo del chavismo, Rafael Ramírez. Viene de ser embajador representante alterno en la Misión Permanente de la República Bolivariana de Venezuela ante la OEA, justo antes de asumir un breve paso por la Cancillería que dejó aislamiento, condenas internacionales y cierre de relaciones con media Europa. Antes, en 2013, cuando también asumió el rol de embajador de Venezuela ante la Organización de Naciones Unidas (ONU), vivió en la Gran Manzana. Quien se mantiene como jefe de la Comisión Presidencial ante el Movimiento de Países No Alineados (Mnoal), fue además, vicecanciller para las Relaciones con Europa. Cuando fue designado en el Viejo Continente —meteórica su carrera diplomática que arranca en la Cancillería junto a José Vicente Rangel, su entrañable— la excanciller Delcy Eloína Rodríguez señaló que la designación de Samuel Moncada encajaba en el proyecto gubernamental “de consolidar la diplomacia de paz, que promueve el Estado venezolano en sus relaciones diplomáticas con el todos los países del mundo”.

Ella, la que alza la voz y lanza denuestos cada vez que le toca el turno, lo presentará a él, más comedido en talante y con menos decibeles de ofuscación. A las primeras de cambio dejará caer par de perlas en la OEA: “Si en verdad hay voluntad de ayudar a Venezuela saquemos el conflicto de acá y llevémoslo a un diálogo”, la otra: “Una ayuda forzada, es una imposición”, dijo el 26 de abril de 2017 en el Consejo Permanente de la OEA. Y no tendrá pruritos en acusar a la organización de alentar al conflicto en Venezuela. ¿Sí creerá el también exviceministro para Relaciones Exteriores de Venezuela en América del Norte, que es representante de un gobierno democrático, justo, no violento?

Samuel-Moncada1

Cita3

Hijo de Juan de Dios Moncada Vidal, coronel recordado por su participación en el alzamiento contra Rómulo Betancourt llamado “El Porteñazo”, hombre políglota y de talante campechano que hereda el hijo, Moncada Vidal, su padre, sería también, en 1963 —Samuel tenía apenas 5 años—, jefe de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN). Acaso le viene de crianza el talante explosivo ese que no había exhibido, ese que parece que estuvo apagado en la juventud. Sigue siendo un misterio el detonante que le extrae al profesor el sesgo de hombre voluntarioso, pero queda claro que avanza por la vía de la intemperancia y la ruptura. ¿Cuáles son las actividades del Director de Relaciones Interinstitucionales del Comando Maisanta? Samuel detentó ese cargo y ahora es el hombre que indicó: “Si persiste la injerencia en nuestros asuntos, iniciaremos el proceso para separarnos de la OEA”.

Alzamientos, que no acceso a ninguna cima de nada, rupturas que fueron vistas con asombro pero no conquistaron reconocimiento mayoritario, la revolución regresó con su nuevo traje bolivariano y arma de doble filo a por más. Provistos de facturas y con casquillos que nadie debe comer, el diplomático hijo del hombre de armas tomar y que parece no ver las balas incrustadas en el pecho de los muchachos que hoy protestan, sí ve con angustia el instrumental político en el espacio donde debe negociar. “El mecanismo regional instrumentalizó herramientas para agredir al país”, dice con tono de denuncia y fue reseñado el 12 de mayo en El Nacional. Una profesora que lo tuvo en su salón no disimula su asombro: “¿Agredir? ¿Quiénes? ¡Pero si él se peleó con los encapuchados de los jueves, los que paraban la Universidad, los confrontó y les dijo que cómo era posible que involucraran a los jovencitos, y por eso le dieron una tunda!”.

Publicidad
Publicidad