Íconos

La danza inmortal de Alicia Alonso

De carácter indomable y voluntad férrea, Alicia Alonso, la mítica bailarina que no dejó los escenarios ni cuando estaba quedándose ciega, siguió vinculada incluso cuando colgó las zapatillas de ballet. Hasta el último día de su vida se mantuvo como directora y "prima ballerina assoluta" del Ballet Nacional de Cuba.

Texto: Agencias | Fotografías: AP
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La bailarina Alicia Alonso, leyenda de la danza clásica y creadora de la escuela cubana de ballet, murió este jueves en La Habana a los 98 años y con su partida dejó conmovido al mundo de las artes y a sus cientos de pupilos.

Su técnica es impecable, su pasión inigualable. Muchos se han destacado en grandes compañías de danza en Estados Unidos, desde el American Ballet Theatre en Nueva York hasta el Ballet de Boston o el de San Francisco.

Alicia Alonso

Fue aclamada «prima ballerina assoluta», -la única latinoamericana en ese selecto grupo de bailarinas excepcionales- en un país donde la danza va en la sangre y el ballet, de su mano, ha dado grandes figuras internacionales.

Nacida en La Habana el 21 de diciembre de 1920, nieta de españoles, solía andar en puntas por toda la casa. Alicia Ernestina de la Caridad del Cobre Martínez del Hoyo comenzó a bailar a los nueve años. Y su padre, un veterinario militar, le exigía caminar «normal». Él se opuso a que fuera bailarina, pero se dejó convencer por la madre.

Emigró muy joven a Estados Unidos y terminó su formación en Nueva York. Ingresó al American Ballet Caravan, hoy New York City Ballet. Debutó en Broadway en 1938.

Con 20 años, la bailarina sufrió desprendimiento de retina en ambos ojos. Le sugirieron recostarse para que el mal no empeorara, bajo el riesgo de quedar ciega. Pero ella decidió bailar y el mal continuó. Fue operada, siguió bailando y la situación se agravó. Entre ver y bailar, decidió bailar.

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El apellido Alonso lo tomó de su marido, el bailarín cubano Fernando Alonso, padre de su única hija María Laura y con quien luego de regresar a Cuba fundó en 1948 su compañía, que tras el triunfo de la Revolución cubana en 1959 pasó a ser Ballet Nacional de Cuba (BNC). Se divorció en 1975.

Alicia también danzó en la compañía Bolshói de Moscú, en el ballet soviético Kirov (hoy Mariinski) de San Petersburgo y en el Ballet Ópera de París.

Casada luego con Pedro Simón, director del Museo Nacional de la Danza, continuó con el baile hasta 1995, cuando se despidió tras una presentación en escenarios italianos.

Pero continuó como directora y coreógrafa de una compañía de primer orden, en una isla de 11,2 millones habitantes, donde el ballet clásico era casi desconocido. «No por ser una isla quiere decir que no podamos competir con el mundo», dijo en una entrevista.

De las decenas de papeles que interpretó, el más recordado es el de «Giselle», el personaje de la campesina ingenua, romántica y engañada que bordó al mínimo detalle interpretativo.

Alicia Alonso

Alonso cuenta en un documental que cuando hizo ese papel por primera vez en Nueva York estaba muy contenida pero que «al poco» se soltó. «Y dije ‘ahora van a saber lo que es una loca latina'», y en la escena de la locura de Giselle «se tira de los pelos», algo asombroso y absolutamente extraño en el ballet clásico pero que se convirtió en un referente copiado en todo el mundo.

Entre los numerosos reconocimientos que recibió a lo largo de su vida figuran la Orden José Martí, máxima condecoración que concede Cuba; la Encomienda de la Orden Isabel la Católica, otorgada por España, y el premio Anna Pávlova de la Universidad de la Danza de París.

Alicia Alonso

Leyenda en vida

En un gesto desacostumbrado en la Cuba socialista, se bautizó un edificio público con el nombre de una personalidad viva. El Gran Teatro de La Habana, sede de la compañía, se llama desde 2015 Alicia Alonso.

Algunos de sus discípulos, como Carlos Acosta, han formado nuevas compañías, y el ballet echó raíces por toda la isla.

Alicia Alonso

En Cuba se hizo común la frase: Alicia nació para que Giselle no muriera. Pero ahora que Alicia parte llevada por las Willis, es Giselle la que se queda, dándole vida eterna.

Adiós a la legendaria bailarina

Sin que todavía sea oficial, fuentes del BNC adelantaron que será el sábado en el Gran Teatro de La Habana «Alicia Alonso» cuando tenga lugar el acto principal en el que los cubanos podrán despedirse de la bailarina que puso la danza clásica cubana en el mapa y la aupó a los principales escenarios del mundo.

Tanto en el Gran Teatro como en la sede del BNC se respiraba en esta jornada absoluta normalidad. La compañía no ha suspendido de momento ninguna de sus actuaciones previstas para los próximos días.

Cuba Ballet Festival Alicia Alonso

La muerte de Alonso provocó una cascada de reacciones desde dentro y fuera del país, la mayoría a través de Twitter.

Entre los primeros en lamentar el fallecimiento estuvo el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, quien desde México destacó el «enorme vacío» e «insuperable legado» que deja la bailarina, quien «situó a Cuba en el altar de lo mejor de la danza mundial».

Muy significativa y emotiva fue la despedida de otra de las figuras cubanas más destacadas de la danza, Carlos Acosta: «Se fue mamá. La estrella más grande de todas. Alicia Alonso ¡inmortal!».

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Acosta sonó durante meses como posible sucesor de la mítica danzarina pero el nombramiento en febrero de la bailarina Viengsay Valdés como subdirectora de la prestigiosa institución alejó esa posibilidad.

Otras figuras internacionales de la danza como el argentino Julio Bocca y los españoles Víctor Ullate, José Carlos Martínez e Igor Yebra se sumaron al pesar por la desaparición de una mujer de la que destacaron, más allá de su inabarcable currículo, su enorme legado como maestra de futuros bailarines.

Alicia Alonso

Varios Gobiernos e instituciones también hicieron llegar sus condolencias por la muerte de Alicia Alonso, entre ellos los de España, Ecuador, México, El Salvador y la Unesco, organismo del que la bailarina era Embajadora de Buena Voluntad.

Pese a que en vida hubo quienes no le perdonaron su cercanía a la Revolución cubana y la sintonía con Fidel Castro -especialmente en el exilio anticastrista de Miami-, en el día de su muerte fueron unánimes las voces que alabaron su legado artístico y su trayectoria, de milimétrica devoción a la técnica y calidez interpretativa.

Alicia Alonso

También su papel como cocreadora de una escuela cubana de ballet que con el tiempo consolidó unos cánones propios hasta tutearse con la escuela rusa, considerada el paradigma de la danza clásica.

A la espera de que el prestigioso Ballet y las autoridades cubanas detallen cómo serán los funerales de la artista y los homenajes que con seguridad recibirá, el país despidió desolado a una de las figuras más icónicas de la cultura cubana contemporánea, quien habría cumplido 99 años en diciembre.

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