Crónica

La estrategia del miedo: traba a la "Toma de Caracas"

Los ánimos rojos se caldean con el pasar de las horas de cara a la Toma de Caracas. El Gobierno ha reaccionado amenazante ante la movilización opositora. Mientras el miedo se cuela de a poquito en los discursos gubernamentales y en quienes optan por no asistir al llamado de la MUD, cae en oídos sordos de quienes marcharán sin reservas el 1º de septiembre

Composición fotográfica: Andrea Tosta
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El jueves 1º de septiembre, Caracas estará llena de gente y de emociones. La “Toma de Caracas”, convocada por la Mesa de la Unidad Democrática, generó expectativas y reacciones desde el momento en que el gobernador de Miranda, Henrique Capriles la propuso el pasado 6 de agosto. La respuesta discursiva del Gobierno ha estado bañada de sentimentalismo y la carta ya gastada de las amenazas. De acuerdo con el vicepresidente de la República, Aristóbulo Istúriz, el chavismo será contundente: “Vamos a aplicar la misma que le aplicó Chávez a fuego lento. Primero nos matan antes que quitarnos esta revolución”, afirmó el pasado 28 de agosto.

El diputado de la Asamblea Nacional y primer vicepresidente del PSUV, Diosdado Cabello, no se quedó atrás al alegar que “a partir del 1° de septiembre van a ver la verdadera revolución”, el 29 de agosto. La negativa a caminar por el municipio Libertador es la punta de lanza del alcalde Jorge Rodríguez: “Nos vamos a quedar en la calle, incluso mucho después del 1° de septiembre (…) No van a entrar al municipio Libertador”, explicó a dos días de la movilización opositora. Además, desde el PSUV han anunciado vigilias desde el miércoles 31 en la noche, además de una concentración roja rojita en la avenida Bolívar de la capital.

Son diversas las declaraciones recientes del oficialismo en las que se percibe la violencia -explícita o entre líneas-, acorde con los “rodilla en tierra” o los “patria socialista o muerte”  que profesaba el fallecido expresidente Hugo Chávez. La semilla diseminada florece ante la prensa, seguidores del Gobierno, incluso en Cadena Nacional para miles de televidentes y radioescuchas. Incluso, un escenario de violencia está dentro de las posibilidades de voceros del Gobierno, siempre orquestado por la oposición venezolana. A una semana de la concentración, Cabello, “alertó” sobre el supuesto complot de la oposición venezolana para incentivar un escenario de violencia, “para decirle al mundo que en Venezuela están matando a la gente en la calle”: “Van a montar un escenario y van a disfrazar gente de militares, de guardias nacionales, de chavistas, golpeando o asesinando a alguien filmado, en verdad no es asesinando sino es una grabación, una filmación”, anunció el pasado jueves 25 de agosto.El propio ministro de Interior, general Néstor Reverol, afirmó el martes que «se presumen actos de violencia y desestabilización» en la actividad convocada por la oposición, por lo que anunció que los funcionarios policiales estarán preparados para dispersar focos de violencia con «armas tóxicas» (gases lacrimógenos).

Además, durante la semana se ha transmitido en cadena de radio y televisión los documentales Llaguno: claves de una masacre y La revolución no será televisada, que narran sucesos ocurridos durante el golpe de Estado contra Chávez ocurrido hace 14 años. “El Gobierno está intentando encuadrar el 1° de septiembre en una narrativa exitosa para ellos, como el 11 de abril de 2002. Fue un éxito del Gobierno narrativamente, porque no lo fue para nadie, salvo para Chávez que volvió al poder. A pesar de que al Gobierno le favorecería tener su 11 abril, no creo que pase”, afirma la psicóloga social Colette Capriles. Sin embargo, rescata las diferencias de los hechos con casi tres lustros de diferencia: “Esta marcha no tiene nada que ver con una Venezuela que ya pasó, la del 2002, en donde la masa sin dirección política se desparramaba por las calles de Caracas sin resistencia. En esta existe un control del espacio territorial para definir la magnitud y el clima de la marcha”.

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Para el sociólogo y profesor de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) Daniel Fermín, el verbo se centra en la intención de atemorizar a la población. Además, al generar expectativas de violencia, podría disminuir la afluencia de la convocatoria, explica. “El Gobierno sabe bien que las manifestaciones violentas le suben las barreras a la participación ciudadana. Existe una estrategia expresa de generar miedo con lo que pueda suceder. Es muy irresponsable, porque debería estar llamando a salvaguardar la integridad física del venezolano. En cambio, se presenta a la población con un discurso violento para sembrar temor”.

El mismo presidente Nicolás Maduro anunció en una movilización en apoyo al oficialismo el pasado sábado 27 de agosto que “si a mí me hicieran algo, salgan a la calle a hacer justicia. Paren este país de punta a punta hasta que se restituya la revolución y al Presidente Constitucional de Venezuela”. El politólogo y dirigente de Marea Socialista, grupo disidente del PSUV, Nicmer Evans, recuerda: “El miedo es libre y los discursos gubernamentales evidencian mucho miedo y temor ante la posibilidad de que haya expresión popular. Así como hay temor al referéndum revocatorio, también a una movilización que lograra captar a una gran cantidad de personas y que desbordara los intereses de la MUD”. De acuerdo con Fermín, las alocuciones dejan ver “un sentimiento igual o peor que el miedo. El Gobierno tiene un discurso muy prepotente de haber contado con el poder casi absoluto los últimos 17 años”.

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El tan esperado 1° de septiembre, además de expectativa, ha generado reacciones de molestia, descontento, incluso temor, que se cuelan en quienes piensan asistir a ejercer su ciudadanía. Para la estudiante universitaria Rita González, “el discurso llegó a un punto tan absurdo que ni las amenazas más fuertes te pueden influenciar realmente, porque lo que amenaza es el Gobierno en sí con sus mecanismos de control”. Aunque ha marchado anteriormente, piensa asistir a la Toma de Caracas al mediodía “para ver cómo está la cosa”. Los hechos violentos que puedan desatarse no le preocupan. “Ya ha pasado varias veces, pero siento que esto será de otra magnitud, otra dimensión. Siento que en Venezuela creemos que la forma de ejercer democracia es solo con movilizaciones y votando, cuando también podríamos presenciar los procesos de toma de decisiones política y trabajar en ese ejercicio de poder que todos ‘tenemos’, al menos un poquito”, explica la joven de 24 años.

El pasar del tiempo ha hecho que Yelitza Manzo, ama de casa de 58 años, se abstenga de las concentraciones, marchas, movilizaciones de la última década. “Siento que no voy a poder correr, esconderme de los agresores, y me da miedo. No estoy entrenada para hacer esas marchas tan kilométricas”, dice, con risa nerviosa. No considera estar “físicamente preparada y, anímica, menos”, aunque la situación le haga recurrir a bachaqueros porque su despensa está cada día más vacía.

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Sin embargo, hay quienes preparan sus banderas, zapatos de goma, incluso su vinagre para la Toma de Caracas. La concentración de alcance nacional ha movilizado hasta personas en sillas de ruedas, como el grupo de tres discapacitados encabezados por Marianny Linares, diputada suplente del dirigente de Voluntad Popular (VP) Freddy Guevara, que partieron desde el estado Lara rodando hasta la capital. “Mi silla está dañada, no da para mucho, los cauchos se están dañando pero eso no impide que sigamos nuestra cruzada”, anunció en su cuenta de Twitter. Como ellos, cerca de dos mil indígenas iniciaron su recorrido el pasado miércoles para asistir al llamado de la MUD. Desde el estado Amazonas, recorrerán más de 700 kilómetros a pie para estar puntuales el 1° de septiembre.

Juan Palacios, comunicador social de 23 años, está consciente de las circunstancias en las que marchará el próximo jueves. “No es tanto el discurso, sino las formas de reacción del Gobierno que siempre han sido muy fuertes y violentas. A pesar de eso, no voy a dejar de luchar por lo que quiero”. En su mira están las urnas, las electorales. No espera cambios de la noche a la mañana, sino presión para los días venideros. Para el joven, su país está a punto de caramelo. “Estamos viviendo un momento crítico en el que si no hacemos todo lo posible, no vamos a poder salir de este problema que tenemos, y que si llega la hora vamos a exigir a través de todos los medios democráticos posibles el referéndum revocatorio”.

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A Marisol Cordido el miedo tampoco la detiene. Sin duda lo tiene, y por eso piensa tomar sus previsiones como siempre lo hace cuando hay movilizaciones opositoras. El jueves 1º de septiembre, la madre de 42 años saldrá a marchar con su esposo e hijos porque “creo que ahorita es imprescindible. Me parece importantísimo que no vamos a ser los mismos de siempre, que ya es un sentimiento colectivo. Por un lado, me da lástima que tenía que haber hambre para que mucha gente reaccionara, pero por el otro es mi deber como ciudadana y lo voy a ejercer”.

Cordido es de las que no quieren abandonar su país a pesar de las circunstancias y se motiva al ver cómo “gente muy amenazada que conozco, que vive en los Valles del Tuy, está resteadísima. Se van a llevar ropa deportiva porque no saben cuánto van a caminar. Están dispuestos a salir de esa zona que prácticamente no tiene ley”.

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Para muchos ni los desbocados discursos gubernamentales, ni el despliegue de 6 mil funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana, ni los 118 casos de amenazas contra militantes y dirigentes de Voluntad Popular, ni el cierre de la Autopista Regional del Centro por trabajos viales, ni demás trabas impedirán su asistencia a la concentración del jueves.

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