Arte

La singularidad se esconde en la Galería Freites

La peculiaridad es el común denominador de las 40 obras que se presentan en la Galería Freites, en Caracas, desde el 13 de noviembre. Las posibilidades de creación son infinitas en la selección artística de la exposición Obras singulares de maestros contemporáneos

Fotografías: Andrea Tosta
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Distinción, separación de lo común. Los aspectos que resalta la Real Academia Española de la palabra singular se evidencian en la más reciente exposición de la Galería Freites: Obras singulares de maestros contemporáneos. Los encarna. Creaciones en cerámica, madera, óleo, plástico, acrílico y demás materiales se muestran en los espacios ubicados en Las Mercedes, siempre con particularidades individuales.

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A pesar de las diferencias conceptuales, de forma y técnica, la singularidad de no haberse mostrado frecuentemente en galerías nacionales e internacionales une las 40 obras que se presentan desde el 13 de noviembre. La muestra presenta 30 artistas criollos de renombre mundial, figuras que marcaron pauta en el siglo pasado y siguen siendo referentes nacionales en el siglo XXI, como Carlos Cruz Diez, Jesús Soto, Jacobo Borges, Angel Hurtado, Pedro Fermín, Héctor Poleo, Edgar Sánchez, Francisco Bugallo, Jorge Pizzani, entre muchos otros. “Teníamos pensada esta exposición desde hace meses, para mostrar el trabajo de figuras sólidas del arte venezolano, aunque no se agota en estos 30 nombres”, explica la curadora de arte, María Luz Cárdenas.

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Los archivos de los artistas son tesoros para Cárdenas, quien montó la exposición junto a los pintores Jacobo Borges y Pedro Fermín. Talleres de los convocados y colecciones particulares son la fuente de Obras singulares de maestros contemporáneos. Los espacios de la galería transportan a tiempos, espacios, situaciones. Desde caminar en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar gracias a Carlos Cruz Diez -cuyo arte cinético y paleta de colores trasladan visualmente a Maiquetía- hasta entrar en el Teatro Teresa Carreño por medio del arte de Jesús Soto -que muestra en un tamaño compacto los cubos virtuales blancos sobre una proyección amarilla que cuelgan del techo del complejo cultural.

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El viaje visual tiene cuatro puntos cardinales, todos con referentes criollos que destacan. El primero es la “Construcción del espacio”, que muestra cómo se desmonta la realidad para luego volverse abstracto, en el que destaca Jacobo Borges con La celosía (1974), una “joyita” que estuvo escondida en una colección privada la mayor parte de su existencia, asegura Cárdenas. Luego toma lugar el “Abstraccionismo”, donde los símbolos se deforman en líneas, colores, pigmentos. Allí destaca Jesús Soto. “El espacio y la figura” es el tercer eje, con Héctor Poleo y su obra Los Andinos (1961) como centro de la misma, para dar paso a “Territorios e informalismos”, donde Ángel Hurtado es el representante de los paisajismos que se encuentran en el eje.

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Siempre teniendo en cuenta la trayectoria de quienes ocupan los espacios de la Galería, Cárdenas separa a los artistas presentes en dos generaciones. La primera, quienes ya fallecieron, está en sus años dorados, y tienen premios nacionales e internacionales acumulados. En ella se encuentran firmas como Jacobo Borges, con más de 60 años creando y exponiendo en países como Estados Unidos, Brasil, México y Alemania; o Luis Guevara Moreno, Premio Salón Planchart en 1959 y fallecido el 26 de noviembre de 2010.

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La segunda “es la más difícil porque no pueden estar todos”, argumenta Cárdenas, con un amplio espectro del arte emergente y ya consolidado en Venezuela. Aquí entran quienes tienen décadas en el mundo del arte y una carrera prolífica, como Silvia Reyes, que muestra universos múltiples a través de la transparencia, jugando con las sombras y las luces que se cuelan en el plástico. También entra Pedro Fermín, quien tiene tres piezas en la exposición que evocan “momentos de reflexión, etapas de la vida que se convierten en encuentros de la historia que tenemos delante. Son experiencias particulares”, explica el artista, quien defiende la apreciación artística pues, asegura, la experiencia del arte viene del arte mismo. Por eso, cree que Obras singulares de maestros contemporáneos permite hacer un balance pictórico, “reconocer nuestra historia, su pasado y su presente”.

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Do you copy (2009) es el sello que Sigfredo Chacón deja en la exposición, cuyas características destacan entre la variedad de artistas contemporáneos que surgieron a finales del siglo pasado. Con inspiraciones del también pintor Jackson Pollock, une la segunda y la tercera dimensión con óleos chorreados y mezclas semánticas, siempre reconociendo la influencia del estadounidense. “Acá se ven las coincidencias, las relaciones, el uso del espacio y el color, los paralelismos, las constantes, los tramados. Por eso Do you copy encajó perfectamente. Es interesante, debería estar en un museo, esto es una recolección histórica”, argumenta. Además, Chacón le encuentra el filón didáctico a la exposición: “Es un producto de artistas que son referencias para las próximas generaciones. Acá tenemos a los referentes necesarios para una educación íntegra”.

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Francisco Bugallo, quien también se encuentra en la segunda generación de artistas, apunta que “aunque no hay una curaduría homogénea, porque muestra las visiones de distintos artistas, la exposición está allí para mostrar que estamos influidos unos en otros, para mostrar lo que hemos desarrollado juntos, lo que hemos aportado en la diferencia”. Su singularidad despunta con Imagen y semejanza (1999) que muestra la representación pictórica de La balsa de la medusa (1818) de Théodore Géricault, deconstruida sobre largos trozos de madera. Por limitaciones espaciales, la Galería Freites solo muestra cinco de las 36 que conforman la obra, que bastan y sobran para diferenciarse. “Yo siempre he sido muy crítico con el Gobierno y su afán de desentenderse del pasado. Esto muestra que el pasado se reafirma y que está presente, que no es válida esa destrucción de lo establecido”, remata.

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Jorge Stever es tajante, como la obra que expone en la galería. Chaco es el resultado pictórico en blanco y negro de una investigación en la que el espectador perdería la noción del tiempo, “para hacerlo consciente de sentir, de aprender a ver y a no tomar las cosas por dadas”. Para el artista con décadas de trayectoria “los museos en Venezuela ya no funcionan, y para tener más espacios para el arte en una situación digna, los artistas recurren a las galerías. Igual esos espacios pronto los recuperaremos”, afirma.

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“El hecho de que una exposición tenga a estos personajes convocados, con la relevancia que tuvieron y traerla justo ahora, en un momento tan complicado, es valiosísimo. Esta recopilación debería estar en un museo”, explica Sergio Moreno, gerente de proyectos de la Galería Freites, quien rescata que reunir a los artistas convocados es digno de mostrarse en un museo. Cárdenas, como curadora de arte, ve el potencial de la exposición en su rareza. “Aunque no tenemos obras muy comerciales, mostramos una colección de artistas con la que pudiese hacerse una colectiva anual. La habíamos proyectado para marzo, pero el momento era ahora. La gente debe reconocerse en los valores de las artes”.

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