Íconos

La vida nunca improvisada de Verónica Osorio

Debutó en la gran pantalla con Hail, Caesar! de los hermanos Coen, película que no fue estrenada en Venezuela. Pero su paso por los grandes reflectores y la alfombra roja le han hecho valorar más la humildad de quien aprendió a trabajar "con las uñas". La actriz criada en Caracas se abre paso en Los Ángeles a punta de risas, mientras lamenta el drama venezolano

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Su debut en la gran pantalla de Hollywood no se vio en su país natal. No hubo estreno, no hubo comentarios, ni hubo aplausos. Su madre, quien durante meses le envió mensajes vía whatsapp con fotografías de cuanta reseña leía en internet sobre la actuación de su hija, nunca incluyeron la más esperada: la foto a la pantalla de alguna sala de cine en Caracas. Verónica Osorio es Carlotta Valdez, aunque el espectador venezolano no lo haya sabido.

La actriz venezolana radicada en Estados Unidos hace ocho años participa en Hail, Caesar!, el más reciente filme de los directores Ethan y Joel Coen —quienes también son guionistas de la producción. Se trata de una comedia sobre la industria del cine de los años cincuenta y cuenta con un reparto de estrellas como Josh Brolin, George Clooney, Ralph Fiennes, Scarlett Johansson, Tilda Swinton, Frances McDormand, Jonah Hill, Channing Tatum, y también la nacida en Estados Unidos pero criada en Caracas.

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En la cinta, Osorio debe ejecutar una estrategia de mercado que consiste en acercarse a Hobie Doyle —Alden Ehrenreich—, a pedido de su relacionista público. «Tengo tres escenas bien largas, y actúo cara a cara con Tilda Swinton. Cuando canto y bailo, la voz que escuchan es la mía. Hice malabares con una cartera. Es un personaje jugoso que forma parte de la trama de la película y la ayuda a que avance», cuenta desde Los Ángeles, donde reside desde hace algunos meses para apuntalar su carrera en Hollywood.

En el set de rodaje, Osorio sintió «el aura» de Tilda Swinton. «Yo que soy medio ‘salía’ y fui a decirle hola porque yo entiendo que son personas que igual que uno van al baño, se peinan y escogen ropa. Yo la conocía antes de grabar y ella cuando me vio me reconoció. Me dio un abrazo que se notó genuino y yo estaba muy calmada. ¡La alegría grande, en verdad, me entró como una hora después!».

La película se estrenó en marzo en Estados Unidos, participó en la Berlinale y ha continuado su ruta internacional, sin pasar por el mercado venezolano donde se decidió que, quizá, no funcionaría. En la alfombra roja de Hollywood, la primera para Verónica, vistió un «trapo» gracias a Claudia Rondón. «Ella es estilista de Vogue, venezolana. Ha trabajado con Kim Kardashian. Me hizo un favor y me prestó un vestido, los accesorios fueron venezolanos y también prestados. Claudia fue clave».

Más que un acento

El personaje de Carlotta Valdez, una suerte de Carmen Miranda, le llegó a Verónica Osorio en 24 horas. «El mismo día que audicioné para ese papel, lo hice también para un papel en la serie New Girl de tan solo una línea de diálogo. Así que cuando me llamaron pensé que se referían a ese. Pero luego mi equipo me aclaró y lo que hice fue gritar, brincar». Fue el resultado esperado de una búsqueda intensa día a día. «Hay muchas audiciones. La mayoría llegan al no, pero uno de los entrenamientos mentales es estar bien con el rechazo. He audicionado para muchas cosas que no se han dado. Fíjate que esta semana tengo seis, todas para escenas largas, y yo sé que no soy la actriz correcta para todos los casos».

Osorio ya sabía que probar para Hail, Caesar! era hacerlo para una película de los Coen, responsables de joyas como Fargo, The Big Lebowski, Inside Llewyn Davis y No country for old men, entre otras. «Siempre te mandan toda la información. Inclusive decía que el personaje estaba inspirado en Carmen Miranda, con acento latino pero que no fuera moderno. Entonces, estudié a Carmen Mirada en Internet y el acento americano neutral de los 50, que tiene un cantado que fluye diferente. Hice una mezcla», explica Osorio, enamorada del humor «raro, sutil, negro» de los hermanos Coen que, asegura, «son mis tendencias naturales y por eso la preparación como que la traía toda la vida, desde cuando hice Improvisto«.

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Verónica Osorio creció en El Cafetal, como parte de una «típica familia de clase media venezolana que tienen toda la vida viviendo en un lugar y siempre apretados en lo económico». Por eso la primera reacción paterna a las ganas de ser actriz fue pedirle que estudiara otra cosa, algo que fuera «rentable». Pero ya la niña hacía teatro desde los 10 años y no paró durante sus estudios de Comunicación Social en la Universidad Católica Andrés Bello. «Yo les dije a mis papás que quería estudiar teatro en Italia y mi papá no me dejó. Él pensaba que era un hobbie que se me pasaría. Pero fíjate que ni a mi graduación de la universidad fui porque tenía una función de Improvisto«.

Cuando Osorio se graduó ya tenía carrera actoral. Nunca ejerció el periodismo, pero su rostro solía mostrarse en las tablas junto al grupo Skena y hasta en la película Taita Boves (2010). «En 2008 me fui a Nueva York por tres meses para estudiar actuación. Era un ‘fundacadivi’. Con la plata para comer pagué las clases de improvisación hasta que Cadivi no me aprobó más dólares y ahí sí me ayudaron mis padres». Comenzó estudiando en la Stella Adler Studio, donde la veían como un acento y no como una actriz. La falta de diversión en las clases la hicieron buscar otros horizontes en la Upright Citizens Brigade (UCB), una academia para formarse en comedia. Entró, se preparó, se le hizo fácil, y terminó formando parte del grupo oficial de comediantes de la UCB, fundada por Amy Poehler.

Verónica Osorio estudiaba y trabajaba haciendo cualquier cosa. «Fui mesera en Arepa Bar, en otro café y luego en un sport bar. También fui recepcionista, secretaria, promotora. De todos me botaban porque los horarios se terminaban atravesando con la actuación. Ha habido momentos rudos. Gracias a las propinas pude pagar muchas cosas». Fue en 2015 cuando por fin pudo vivir de la actuación. Se mudó a Los Ángeles y siguió trabajando «grabando cosas, cobrando poco a poco. No puedo dejar de hacer proyectos chiquitos todavía», dice desde su apartamento tipo estudio en la capital del cine.

Aprendizaje de todero

Cuando pensó que en la UCB escribían poco para ella, decidió desarrollar sus propios materiales. Escribió First woman on the moon, buscando aprobar una temporada de un mes, pero logró protagonizarla por nueve. Luego, produjo su primer web show Life’s Great, junto a Jackie Jennings y Susan Casey, que resultó finalista en el NYTV Fest Comedy Central Independent en 2013.

En la Gran Manzana comenzó a producir sus propios videos para Youtube, que escribe, dirige, edita y produce, luego de aprender el oficio aprovechando un largo reposo médico por un accidente que le dejó cicatrices en las rodillas. «Verónica la actriz es diferente a Verónica la editora. Es una doble personalidad porque hago cosas frente a cámara que sé que luego me va a dar rabia trabajarlas en edición», cuenta quien saca brillo a la venezolanidad de su formación. «En Caracas aprendes a trabajar con las uñas, y eso me ha salvado la vida aquí».

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Su preparación en clave clown le sirvió para Hail, Caesar!. «Los directores me habían hablado mucho del personaje. Todo lo que me exigieron fue basado en lo que yo ya había propuesto. Fueron muy juguetones y me dejaron inventar cosas».

Ahora, aprovecha que en Hollywood «la apertura hacia el mundo latino ha sido muy grande. Se dieron cuenta que somos un mercado que consume. La mujer latina es jefa de familia y es la que decide qué comprar. La publicidad entendió que somos un grupo demográfico y abrió las puertas en el entretenimiento. Ahora quieren trabajar con latinos por todos lados, sobre todo con mujeres. Hace cinco años la historia era muy diferente. Vi mucho prejuicio».

Osorio ahora entiende que en el show business la segunda palabra pesa más que la primera. «Y es a trancazos. Yo me rehusaba mucho a imitar latinas —al estilo Sofía Vergara—, pero me lo siguen pidiendo y pareciera un escalón necesario. No me cuesta hacerlo. Resulta que me divertí mucho y me abrió muchas puertas», dice quien consiguió manager, audiciones y cierto respeto que no hubiera logrado «si no me hubiera hecho mi propio camino».

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Firmada por FOX en 2014 durante un año, ficha de Funny or die, partícipe de varios webshows, y en constante actividad actoral, cocina varios proyectos personales mientras sigue de audición en audición, y de grabación en grabación. Además, varios de los proyectos en los que ha participado esperan salir al aire, incluyendo «producciones grandes» o shows de televisión en el canal True TV. Pero va con cautela, ella espera la emisión. «Yo no confió en nada. He ido a muchas cosas que grabas, te pagan y luego son cortadas. No hay que celebrar antes de tiempo».

Verónica Osorio hace comedia, pero se divierte al actuar en dramas. El único que no le saca una sonrisa es el que vive Venezuela, que no visita desde 2012. «Sí quiero ir pronto. Mi gusto por el queso guayanés es grave y tengo que ir», cuenta orgullosa al mencionar su tosty arepa. «En Nueva York estaba consentida porque hay varias opciones venezolanas para comer. Aquí en Los Ángeles es muy distinto y eso me pega fuerte». Sin embargo, las lágrimas brotan cuando piensa que Caracas ya no es su Caracas. «Mis amigos, mi hermano, mis primos, todos están fuera. Siento que nunca vamos a estar todos juntos otra vez, y eso sí me hace llorar».

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