Salud

Los números incompletos del hambre en Venezuela que maneja la FAO

El organismo internacional publica su informe sobre seguridad alimentaria y devela datos sobre cómo los venezolanos han dejado de comer. Trabaja con cifras oficiales, y el oscurantismo estatal pasa factura nuevamente

TEXTO: María Soledad Tapia | PORTADA: DANIEL HERNÁNDEZ | FOTOS EN EL TEXTO: DANIEL HERNÁNDEZ Y AGENCIAS
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Fue publicado el informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2018 (SOFI, por sus siglas en inglés), publicación anual realizada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO), el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA) , la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) que “ofrece estimaciones actualizadas del número de personas que padecen hambre en el mundo, e incluye desgloses por regiones y por países, y los datos más recientes sobre retraso del crecimiento y emaciación infantil, obesidad en la edad adulta e infantil y otros indicadores nutricionales”.

El informe analiza las causas del hambre y la malnutrición y este año se centra en cómo los extremos y la variabilidad climática amenazan con revertir los avances hacia la erradicación del hambre y la malnutrición. Tal como lo dice FAO, el SOFI 2018 revela nuevos retos en el camino hacia el Hambre Cero y establece acciones urgentes necesarias para lograr este objetivo para el 2030.

El informe cubre el año 2017, un año particularmente difícil para los venezolanos pero que, a estas fechas de 2018, casi que podría aplicársele aquello de “todo tiempo pasado fue mejor”. Una vez más los venezolanos hemos revisado el SOFI 2018 tratando de encontrar reflejada la realidad de nuestro país, pero con el escepticismo propio de saber que, tal como lo declaran las agencias involucradas en la estructuración del informe, “las estimaciones a nivel de los países se presentan para aquellos países que presentan datos nacionales oficiales”.

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Aquí ya sabemos entonces qué esperar ante el irrebatible vacío y opacidad de las estadísticas oficiales venezolanas. Al menos las recientes, que son las relevantes para la realidad de un país y para un informe actualizado. Sin embargo, el SOFI presenta una alternativa a esto: “Se emplean también estimaciones provisionales, basadas en los datos de Voices of the Hungry de la FAO recopilados a través de Gallup World Poll, para los países cuyas autoridades estadísticas nacionales (ANE) otorgan el permiso para publicarlos.

Los organismos que endosan el informe se apresuran a aclarar: “es importante recalcar que el consentimiento para la publicación no implica necesariamente la validación de la estimación por la ANE y que la estimación está sujeta a revisión tan pronto como estén disponibles los datos adecuados de las fuentes nacionales oficiales. Tampoco es nuestro caso.

No obstante, contando los unos y los otros -incluyendo los que asignan para muchos indicadores un “n.d. = datos no disponibles” o espacios en blanco- los valores agregados a nivel mundial, regional y subregional reflejan datos recopilados en casi 150 países. Y esto es monumental. Por eso es “en el mundo”.

Subalimentación y seguridad alimentaria

Si bien la prevalencia de la subalimentación es uno de los principales componentes del seguimiento del hambre, en el informe del año pasado y en este de 2018, se incluyó adicionalmente el indicador de la “prevalencia de la inseguridad alimentaria grave”, de tal manera de ofrecer una estimación de la proporción de la población cuya capacidad para obtener alimentos saludables, nutritivos y suficientes está sujeta a limitaciones graves.

En el SOFI 2017 se había publicado algo muy contundente: En Venezuela, el número de personas subalimentadas en el decenio 2006-2016, agregados en dos trienios: 2004-2006 y 2014-2016, pasó de 2,8 millones a 4,1 millones de personas respectivamente. Esto es equivalente a aproximadamente 13% de la población venezolana.

Al mismo tiempo, en toda la Región de América Latina y el Caribe, la variación en el decenio fue de 50,9 millones de personas (2004-2006) a 40,7 millones (2014-2016), y en América del Sur, fue de 29,5 millones de personas a 21,5 millones respectivamente. Es decir, hubo una disminución de la subalimentación en la Región y Subregión. La contribución de Venezuela al número de subalimentados estropeó las cifras regionales.

Las agencias advierten que en la edición de 2018 de SOFI se proyectó que la tendencia a la disminución de la subalimentación del decenio anterior parecía haberse detenido y podría invertirse. Esta vez, los trienios considerados ahora son: 2004-2006 y 2015-2017 y las variaciones en el número de personas subalimentadas en Venezuela, pasaron de 2,8 a 3,7 millones de personas. SOFI presenta los datos más recientes agregándolos en trienios. Se podría pensar que esto suaviza los datos, pues pareciera que Venezuela pasó de los 4.1 millones de personas subalimentadas que había en 2016, a 3.7 millones en 2017.

Con respecto a la proyección de la subalimentación, los nuevos datos confirman que los niveles más bajos de consumo de alimentos per capita en algunos países, así como el aumento de la desigualdad en el acceso a los alimentos entre las poblaciones de otros países, han contribuido a lo que ahora se proyecta que será un nuevo aumento del porcentaje de personas del mundo que tuvieron un consumo insuficiente de energía alimentaria en 2017. Podemos imaginar lo que será para Venezuela.

Las estimaciones más recientes de la FAO muestran que la proporción de personas subalimentadas de la población mundial -la prevalencia de la subalimentación- parece haber estado en aumento durante dos años seguidos, y puede haber alcanzado el 10,9% en 2017.Con respecto a prevalencia de subalimentación, SOFI 2018 hace mención particular a dos Regiones que son África y Oceanía y América del Sur: “Lamentablemente, las estimaciones recientemente revisadas confirman que la prevalencia de la subalimentación en África y Oceanía ha estado aumentando durante varios años”.

Con respecto a América del Sur, dice explícitamente que “en América del Sur, aunque aún dentro de un contexto de un nivel relativamente bajo de subalimentación, la situación se está deteriorando, ya que la prevalencia de subalimentación ha aumentado del 4,7% en 2014 a un 5,0% proyectado para 2017”.

Y continúa: “Estas tendencias pueden ser el resultado de la persistencia de los precios bajos para la mayoría de los productos básicos exportados, especialmente el crudo, que han mermado los recursos financieros para la importación de alimentos, reducido la capacidad de los gobiernos para invertir en la economía y  reducido en gran medida los ingresos fiscales necesarios para proteger a las personas más vulnerables del aumento de los precios internos y la pérdida de ingresos».

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Aquí debemos comentar dos cosas. Según SOFI 2018, Venezuela y Paraguay son los únicos países de América del Sur en los que aumentó el número de personas con hambre en la última década (Venezuela pasó de 2,8 millones de personas en 2004-2006 a 3,7 millones de personas en 2015-2017, y Paraguay pasó de 0,7 millones en 2004-2006 a 0,8 millones en 2015-2017, para una población de 6.811.297 habitantes en 2016.

Por si fuera poco, el informe resalta la caída de los precios del petróleo como una de las causas del estancamiento en el progreso frente al hambre. No obstante, en todos los países productores de petróleo bajó el número de personas con hambre, menos en Venezuela. Las razones tienen que ser otras, aparte del bajo precio.

Seguridad alimentaria

El Informe presenta una gran tabla que recoge los datos de la prevalencia de la inseguridad alimentaria grave, medida según la escala de experiencia de inseguridad alimentaria, en el período 2014-2017. A continuación, solamente los datos para la América Central y del Sur:

Expresado en millones de personas que experimenta inseguridad alimentaria grave en América del Sur, medida según la escala de experiencia de inseguridad alimentaria, 2014-2017, los datos son estos:

Esta información es desglosada por país en SOFI. En el caso de Venezuela:

Número de personas que padecen inseguridad alimentaria grave en Venezuela 2015-2017

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Está en blanco. Obviamente, sin información oficial, no pueden los mecanismos internacionales de evaluación de crisis alimentarias, declararlas. ¿Puede considerarse esto un bloqueo de información? El informe sobre la inseguridad alimentaria en el mundo 2018 deja sin explicar muchas cosas sobre el hambre en Venezuela.

En el informe que cubre el año 2016 (SOFI 2017), al discutirse los actores impulsores y condicionantes de los cambios que se producen en la inseguridad alimentaria y que desencadenan los conflictos, se cita a Venezuela, usando de referencia un artículo de The Economist, como un ejemplo de las graves consecuencias políticas de los disturbios relacionados con los alimentos:  “En la República Bolivariana de Venezuela, las tensiones políticas se intensificaron al aumentar la escasez de alimentos y otros artículos esenciales, debido a que la economía se desplomó con el descenso del precio del petróleo y la reducción de los ingresos obtenidos a partir del mismo, y a que la escasez de divisas ha limitado las importaciones de alimentos y productos básicos”.

Veremos cómo se estructurará SOFI 2019 que cubrirá este año 2018. Los precios del petróleo ya no son una razón. Y han entrado en juego factores como la rampante hiperinflación que nos acorrala y la dolorosa migración masiva a países vecinos.

*María Soledad Tapia es bióloga con Master y Doctorado en Ciencia de los Alimentos. Profesora titular (jubilada) de pre y postgrado de la Universidad Central de Venezuela, adscrita al Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos (ICTA) de la Facultad de Ciencias, del cual fue Directora. Creadora de la “Fundación 5aldía Venezuela” que promueve el consumo de 5 raciones diarias de frutas y hortalizas para prevención de enfermedades crónicas y déficit de micronutrientes. Autora de más de 90 publicaciones en modalidad de artículos y capítulos de libros arbitrados. Ha editado internacionalmente cuatro libros en el área de conservación de alimentos y de frutas, y es co-autora de un Manual de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) sobre preservación de alimentos. Este trabajo fue publicado también en miradorsalud.com.

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