Lujo

Una subasta de caballos a puerta cerrada

Venezuela da para todo. En un país de crisis, cuya economía está hecha trizas —desabastecimiento, control cambiario, un dólar paralelo que supera los 170 bolívares— se celebran subastas de corceles de carreras. Sí, hay quienes gastan pingües sumas por el mejor ejemplar mientras el grueso social hace colas por harina de maíz

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Era dos de diciembre. La noche que la paridad del dólar llegó a la friolera de 160 y seguía en vertiginoso galope, el Haras Urama fue anfitrión de postín de una subasta de caballos pura sangre que se llevó a cabo en las inmediaciones del Hotel Tamanaco InterContinental, donde a un recodo del estacionamiento, se levantó una enorme carpa que albergó cerca de 500 amantes del hipismo.

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Un convoy de camionetas último modelo blindadas y motos de alta cilindrada, manejadas por un séquito de choferes y guardaespaldas, esperaba que 28 yearlings —equinos de dos años listos para la doma— pasaran a mano de nuevos propietarios y aficionados al juego de carreras.

Tras sortear el control de rigor, obtener la pulcerita de identificación y el detector de metales, se fue formando una cofradía animada entre sorbos de Buchanan’s 18 años, vinito tinto, profusión de tequeños, empanaditas y afines.

La adrenalina se disparó cuando el martillo a todo gañote compartió la animación junto a dos clones trajeados con chaquetas de dudosa factura. Conminaron a los apostadores a dar más. Los presentadores cada tanto se apoyaban en la participación de ocho beldades provenientes del concurso Miss Venezuela. Entre ellas: Jennifer Saa, Deborah Medina, Iraima Rojas, Stefani Merli. Ataviadas cual amazonas fungían de madrinas de los hermosos animales. La belleza siempre es anzuelo de seducción. Cada una, microfono en mano, habló de las bondades de su respectivo ahijado. Entre mohines y batidas de pestañas aseguraban voz en cuello: “el mío es el mejor”.

Los actuales apostadores tienen nuevos rostros y apellidos. Para muchos se traduce en hobby para otros en oficio y profesión. Ninguno quiere perder dinero, al contrario, cuando se corre con la suerte de tener un ejemplar que gana concursos, la fortuna anda en 4 patas.

La cifra mínima de salida tasada fue de 500 mil bolívares, pero dependiendo del pedigrí fue mucho más alta. El más caro fue adjudicado por 19 millones que se llevó feliz y horondo a casa el empresario Carlos Marrón. (El que está en la foto de abajo.)

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Fue una noche de muchos ceros. Dependiendo con el cristal que se mire, ello tiene un efecto multiplicador en la famélica economía nacional. Al menos así se evidencia en la recuperación del lustre del hipódromo que quedó tan devastado después de que sirvió de refugio para damnificados.

Se llevaron loas y lisonjas la familia anfitriona Ceballos Jiménez, propietaria de Haras Urama —San Felipe/Edo. Yaracuy—, que según entendidos es el mejor criadero equino, un sector menguado por la expropiación.

¿Quiénes son los actores que apuestan fuerte?. Ellos son Rubén Lánz, Miguel Contini, Marcos Quirós, Vicente Rubio, Carlos Karam, José Rafael Rojas, Juan Carlos Ávila, Fernando Parilli Jr., Abraham Campos y Carlos Regalado, entre otros. Ellos se tomaron fotos y recibieron el prometido beso de la Miss de turno quien de manera notoria marcaba su cadencia, explayaba su mejor sonrisa acompañada de una corte de mesoneros que destapaba frías Möet & Chandon.

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