Semblanza

Luidig Ochoa: las caricaturas de la muerte

Su nombre encabezó diarios. Los medios de comunicación lo reseñaron por sus talentos gráficos. Él era el exconvito, pero también el dibujante y el productor de una serie que alcanzó miles de vistas en YouTube. Luidig Ochoa, el novio de “Rosita”, el "malandro", el asesinado, el mártir para sus amigos y familia

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Refugiaba su mirada tras una gorra que hacía imposible detallarla. Para Luidig Guillermo Ochoa Fajardo era más fácil tapar esa «Cara de muerto» —su mote— que se hizo famosa desde las aulas del bachillerato en Cagua. Su apodo se lo dio un amigo de colegio por sus grandes ojeras y su extrema delgadez. Para ellos era eso: “Cara de muerto”. El talento para dibujar lo acompañó desde pequeño. Su madre, Dignamor Fajardo, cree que nació con el carboncillo en las manos. «Disfruté mucho a mi hijo», dice en añoranza.

A los 18 años, su vida estuvo marcada por las cárceles de La Planta y Tocorón. En la primera estuvo nueve meses por robar. Conoció la rutina carcelaria, el poder del hampa, las trampas, la lealtad y aprendió a valorar la familia. «Al salir me dijo que ese mundo era horrible, que había mucha gente inocente allí. Por todo eso creó la serie Cárcel o Infierno«, un seriado colgado en YouTube que tiene más de 10 capítulos. Intenta recrear el horror y la violencia que imperan en los centros de reclusión del país. El guiòn, montaje y filmación son obra de Luidig.

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Luidig recayóa los 21 años, y estuvo recluido en Tocorón tres meses. Una pelea callejera con lesiones lo regresaron al averno, a la rutina de sobrevivir siendo el más apto. «A pesar de sus errores fue un buen muchacho, de buen corazón. Quiso eludir el lazo delincuencial, lavar su prontuario y lo logró», señala su progenitora, que lo parió. «Confío en Dios, sé que tocó su corazón y cambió. Recuerdo al niño talentoso que trabajó por primera vez en un autolavado en Cagua, el que después era ayudante de un taller de torno, el que sabía dibujar, el que nunca ocultó su pasado”, vuelve atribulada.

Los barrotes le endilgaron una etiqueta a Luidig. La llevaba pegada en la frente. Para todo el mundo era el expresidiario, el malandro, el «Caremuerto». Su madre asegura que él limpió esa mala reputación con sus hechos, con sus dibujos de la realidad penitenciaria. Cree que eso lo llevó a la tumba, su sinceridad, las caricaturas de la muerte.

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Dos veces fue detenido por funcionarios del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin). Ya era un éxito Cárcel o Infierno. «Lo investigaban porque creían que tenía vínculos con la oposición. Como había trabajado en Ávila TV, en Venezolana de Televisión (VTV) y en el Minci, la serie animada era para el Gobierno una denuncia montada. Por eso se lo llevaron dos veces», relata su madre.

Asegura que ambos sufrieron mucho porque ya no tenían paz. Amenazas iban y venían. Por eso, su retoño decidió cerrar el ciclo de las caricaturas y embarcarse en la producción cinematográfica. Quería filmar un cortometraje de animales. Siempre quiso ser veterinario. La figura central era un perro que él mismo rescató del tráfico de la avenida Baralt de Caracas. Estaba herido y abandonado en la calle. Lo llamó Capitolio. «Un mes antes de que lo mataran, tuvimos una reunión con el diputado Gerson Pérez —el mismo que defendió a la modelo y vedette Jimena Araya, mejor conocida como ‘Rosita’, cuando estuvo detenida por su presunta vinculación con la fuga del Pram de Tocorón, ‘Niño Guerrero’—, su esposa, que es abogado, Jimena y yo. Recuerdo que Gerson nos dijo que Luidig debía grabar un mensaje en video hablando bien del Gobierno, porque querían limpiar su reputación. Pensaban que trabajaba para la oposición. En este país todo es política lamentablemente. Luidig grabó el mensaje y después nos dijeron que le iban a poner protección, porque la orden era ‘darle chuleta’, así nos dijo la abogada», vuelve la dolida señora.

Después de ese día, comenzó el calvario para Ochoa y Dignamor. También para «Rosita» que ya era la novia oficial de Luidig. «Señora, no se asuste», le dejó claro el diputado cuando se despidieron de aquella reunión. «Claro que estábamos asustados, después me lo mataron, el ocho de agosto del 2014». Confundida por el crimen, desesperada e inconsolable, no entendía por qué había pasado. Aunque estaba clara de las múltiples amenazas que recibió primogénito. «Desconfié de Jimena. Llegué a pensar que estaba involucrada en su muerte. Pero después le pedí disculpas. Era un momento difícil para mí».

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El amor entre Luidig y Rosita fue profundo. «Ellos se quisieron mucho. Se apoyaban, aunque ella era muy celosa. Siempre peleaban. Una vez los escuché discutiendo y era fuerte. Ella quería imponerse en la relación. A pesar de todo fue una relación bonita». Después del homicidio, la amistad con Rosita se acabó. «Ella me visitaba los días posteriores al hecho, varias veces lo hizo, después no supe más de ella…», se extraña.

Lo que sí le quedó claro a Dignamor, y hasta ahora lo sostiene, aunque nadie le dé respuestas, es que «a Luidig lo mató el Gobierno». Ahora vive sola, las balas le arrebataron a sus crías: también asesinaron a su hijo menor, Luis Alfonzo. «A él me lo mataron porque era mujeriego. Se metió con una chica casada y eso desató un rollo. Le dieron un tiro en plena discusión. Eso fue hace ocho años». Hace una pausa y sentencia: «Esto es difícil, prefiero no hablar más de esto».

Los planes y proyectos de “Caraemuerto” fueron heredados por uno de sus grandes amigos, Héctor Pedroza. Se conocieron en el año 2012 en un programa de la emisora Ruta FM en Maracay, donde Héctor era productor. Desde ese momento gestaron la idea de hacer Cárcel o Infierno en comics. «Era un mensaje de la calle para la calle», comenta Héctor. Grabaron cinco capítulos que dieron pie a las críticas. «Hubo un vuelco y pasamos a producir más acción con menos groserías. Nace la nueva serie Somos Ladrones —que tenía inspiración de muchas películas gringas y tuvo locaciones en Nueva York. Luidig estaba cansado de que lo vieran como productor de temas carcelarios».

El amor que sentía por los animales, además de las amenazas, lo obligaron a parar y enamorarse del cine. Su muerte paralizó todo. Hubo un receso final. «Era un gran amigo. Iba a ser el padrino de mi hijo. Recuerdo una frase que siempre nos dijo: ‘No hay corazón tan malo que no guarde un poco de bondad, y no hay corazón tan bueno que no tenga un poco de maldad’», pontificó con su sabiduría callejera.

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Héctor produjo una serie llamada LA-Serie en honor a Luidig y su hermano. «Quisimos mostrar cómo el bullying crea delincuencia y violencia en los jóvenes. Fueron doce capítulos con artistas venezolanos. Toda la serie está colgada en el canal de Youtube». La educación, la moralidad y el humor son los elementos de la producción. «Mantenemos la lealtad a Luidig, de saber que fue él quien sembró esto. Siempre le pido que me ilumine y guíe».

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