Gastronomía

Lujo culinario entre barrotes londinenses

Construida en 1819, Brixton es una de las cárceles más viejas de Londres. Hasta Mick Jagger pasó una temporada en 1967 a causa de las drogas. Hoy, sus medidas de seguridad no se extinguen, pero les abren paso a comensales dispuestos a comer en The Clink, un restaurante de lujo en el corazón de una prisión

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Sillas de piel y mesas de cristal decoran el interior de The Clink, un restaurante de precios elevados como cualquiera de Londres. Pero los cubiertos son de plástico, los cuchillos de cocina están guardados bajo llave y desde la ventana se ve una alambrada. Al sur de Londres, en la prisión de Brixton, The Clink está abierto al público, escondido tras tres puertas de seguridad y dentro de un patio rodeado por vallas altas. Las extremas medidas de seguridad no se deben solo a su atípica ubicación sino al personal que atiende a los comensales. Reos de diferentes edades y condenas atienden diariamente hasta a 120 personas.

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Los reclusos cambian el estatus de prisioneros por el de cocineros y mesoneros mientras las horas transcurren en The Clink. La libertad administrada en dosis incentiva a los presos a soñar con un mundo fuera del delito. Jamie ha estado en 17 cárceles en la última década y afirma que servir al público ha reforzado su confianza: «Me he dado una segunda oportunidad».

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«La cárcel es la peor experiencia de mi vida. Esto me ha salvado, me ha mantenido cuerdo», comenta Matt, otro prisionero que lleva nueve meses en la cocina. Él es uno de los seis cocineros que asisten a una clase magistral de Gilles Quillot, el chef de la embajada de Francia en Londres. «Me ponía un poco nervioso venir a la cárcel, pero tengo que decir que los muchachos han estado absolutamente fantásticos. Ya he ofrecido trabajo a uno o dos», cuenta Quillot. El propósito de su visita se enmarca en las jornadas Gout de France que se celebrarán la próxima semana en todo el mundo y que pretenden celebrar la comida francesa.

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«Ser un buen cocinero es fácil: tienes que disfrutar dándole algo a los demás. Por eso la cocina es una buena idea para la rehabilitación», agrega el chef francés. The Clink es uno de cuatro restaurantes administrados por una organización caritativa que se dedica a dar un oficio a los presos para que puedan reinsertarse en el mundo laboral al cumplir su condena. Esta iniciativa social ha logrado cumplir con las expectativas culinarias. Abierto al público en 2014, el restaurante ya se posiciona como el octavo mejor de los 16.853 registrados en el sitio web de calificación turística Tripadvisor.

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