Crónica

Marihuaneros veinteañeros

Mientras el uso del cannabis se mantiene legal en distintos países con fines medicinales y recreacionales, en Venezuela la ley condena su tenencia y efectos. Sin embargo, menores de edad siguen “volando” entre sus nubes de humo en las que encuentran un refugio, una cultura y una comunidad

Fotografía: Héctor Trejo
Publicidad

El mundo entero sufre una especie de “revolución verde”, en la que la marihuana toma protagonismo y mueve masas, fieles y presentes. Películas, campañas y su aprobación en distintas latitudes refuerzan su auge.

Esta ola de legalización impactó Uruguay en 1974. Por decreto-ley 14.294 se reguló la comercialización y uso de drogas y se establecieron medidas contra su comercio ilícito. En 1998, se promulgó la ley 17.016 que estableció cambios a la ley anterior y le abrió puertas en 2013 a la legislación absoluta del cannabis. La 17.016 prescribía su consumo legal, así como su posesión en pequeñas cantidades. No obstante, prohibía todo tipo de producción y comercialización.

marihuana clímax

En 2013, la nueva ley sería planteada por El Senado y la Cámara de Representantes de la República Oriental del Uruguay, reunidos en Asamblea General. Se titula “Marihuana y sus derivados” N°19.172, que tiene como fin controlar y regular su producción, distribución, comercialización, tenencia, almacenamiento y los usos recreativos y medicinales, así como también bocanadas con fines industriales entró en discusión

Meses después, el decreto fue aprobado y puesto en funcionamiento en mayo de 2014, permitiendo a los marihuaneros ser libres en sus actividades. Esta decisión causó revuelo en la región, abriendo espacios de debate en naciones cercanas como Colombia y Chile, pero en Venezuela el tema sigue casi olvidado, en espera a ser tomado en cuenta. En tanto jóvenes respaldan la iniciativa: legalizarla, para ellos, es la mejor opción.

Positiva o no, la realidad es que menores de edad se embarcan a diario en esta travesía de risas, sensaciones y cambios de humor, generando interés en aquellos que aún se mantienen vírgenes de sus facultades. Estas son las historias de tres muchachos caraqueños que consiguieron diversión y plenitud en la marihuana y que apoyan, sin lugar a dudas, su uso recreacional.

Mario Da Costa: “no me voy a quedar pegado”

—Estudiante de comunicación social en la ciudad de Caracas. Hizo el bachillerato en un colegio privado del municipio Chacao.

—Edad: 22 años.

—Dosis: fuma alrededor de 4 porros al día.

—Habitación: vive con sus padres.

¿Cómo llegaste a la marihuana, o ella llegó a ti?

—Llegó a mí. La primera vez fue cuando estaba en 4to año de bachillerato, tenía 17 años. Una tarde, en plena época de “faranduleo”, cuando la gente se reunía en los centros comerciales a hacer nada, fui al Tolón con unas amigas del colegio El Ángel y nos encontramos con un grupo del Champagnat —bastante random— con el que ya había coincidido en otras ocasiones. Después de un rato, me invitaron a fumar en la plaza Alfredo Sadel. Demasiado gallo e inocente, pensé que iríamos a hablar paja y fumar cigarros, no marihuana. Cuando llegamos a los banquitos, esos que están casi ocultos por las matas, sacaron una pipa y la empezaron a pasar. No me di cuenta hasta que me la pusieron en la cara. “¿Qué coño es esto?”, dije.  Me preguntaron que si quería fumar, y la probé. No recuerdo muy bien ese día ni que me pasó, solo sé que me gustó. Me gustó y quería más. Empecé a salir con el mismo “grupito de la primera vez y siempre que fumaban les quitaba un poco.

—Entré al mundo de la marihuana con algo que me enseñó una amiga: “si quieres algo, debes buscarlo tú mismo”. Ahí empecé a comprar. Más adelante mis padres me cambiarían de colegio. Esto fue una experiencia muy grata. Conocí a muchas personas, la pasaba bien. Fumábamos juntos en los recreos y de alguna manera nos entendíamos. Cometí, algunos errores, lo admito. No me arrepiento en lo absoluto.

¿Qué tan complicado es comprar marihuana en Caracas?

—Comprar marihuana es un drama social, un tabú demasiado estúpido. Muchos dealers y los compradores se ponen nerviosos: “escóndete”, “tápate”, “qué no te vean”. Eso no me genera confianza y mucho menos calma. En realidad, es tan sencillo como comprar un celular por Internet: pides tu vaina, la buscas y la pagas. Mi vendedor es bastante chévere. Tiene 29 años y le compras en su propia casa en Santa Fe. Lo llamas, te acercas y te deja pasar, fumamos y hablas paja. Es responsable, simpático y calmado. Aunque lo trato como si fuera “mi pana”, no lo involucro en mi vida. Mientras menos te arriesgues, mejor.

—La cosa se complica cuando estas con gente descuidada y te para la policía. Una vez estaba con 3 amigos en un carro que apestaba a hierba y nos detuvo una alcabala. Cargábamos con varios gramos, unos porros armados y las caras derrotadas. No nos pasó nada porque logramos esconder todo, pero era obvio que habíamos fumado. Unos de los policías dijo: “huele a 4C”. Luego entendí que era el código policial de la hierba.

Si portar marihuana en Venezuela es ilegal, ¿por qué estás tan relajado?

Porque sé que no estoy haciendo nada malo. Cada quien tiene la madurez de decidir qué hacer y qué no. No tiene sentido ilegalizar para tener “un control”, se debería legalizar y darle esa responsabilidad a la sociedad.

¿Fumar te trae problemas con tu familia?

Lo habitual en un problema normal: discusiones y regaños. Desde que mi mamá me vio prendiendo un porro en mi cuarto, es más estricta. Me ha costado mucho que mi mamá abra más su cabeza y lo acepte. Creo que mi papá también lo sabe, pero nunca me ha comentado nada. Como todo, tiene sus cosas negativas, todo depende de cómo la utilices y para qué. Es decir, si sé que fumar me pone estúpido, organizo mí día a día para abrirle un espacio. Hago ejercicio, saco buenas notas y me divierto, no puedo pedir más. A veces cuando fumo tengo demasiada energía: “me pongo cachifa: limpio, lavo y hasta friego”.

¿Cuánto cuesta vivir con marihuana?

Un gramo de Creepy —un tipo de marihuana de mayor calidad, llamado de esta manera como una extraña e ilógica derivación de la ficticia Kriptonita, la piedra verde que restaba fuerzas a Superman— cuesta 360 a 380 bolívares. También existe el “Marrón”, un tipo de yerba color tierra que es mucho más barata. No es tan pura y puede tener otros agregados: otras hojas, tronquitos. Aproximadamente al mes puedo gastar de 5.000 a 6.000 para mi reserva personal.

¿Has probado otras drogas?

“He probado papeles de LSD y cocaína. No me da miedo, sé que no me voy a quedarme pegado porque no quiero. No me desespera dejar de usar drogas como a otros. Si no hay, no hay”.

Beatriz Rodríguez: “con ella me sobra y me basta”

—Estudiante de administración en la ciudad de Caracas. Hizo el bachillerato en un colegio privado del municipio Baruta.

—Edad actual: 20 años

—Dosis: 4 porros al día

—Habitación: vive con sus padres

¿Probaste la marihuana por curiosidad?

—Fumo desde que tengo 16 años. Nadie en mi entorno me presionó a hacerlo. Siempre tuve la curiosidad de probarla. Un día me enteré que un amigo fumaba y simplemente le pedí que me la brindara. La probé por primera vez un 420. Es decir, un 20 de abril, el día mundial de la marihuana que se pronuncia cuatro veinte. Estaba tan “fachada” que no reconocía bien donde estaba parada. Fue en la azotea de un edificio con gente de mi colegio. Me gustó muchísimo. Recuerdo que me dio muchísima hambre y no entendía por qué, no sabía que esa sensación era normal al consumir hierba. Fue tal el “monchis” que fui hasta la cocina de la casa donde me encontraba y me comí un mango. Me incrementó la nota y fue buenísimo.

¿Qué efectos negativos le ves a la hierba?

—Todo en exceso es malo. Tienes que aprender a controlarte y tener orden. Acostumbrarse a hacerlo todos los días puede afectar en tus energías: incrementa tu cansancio y la pereza es inevitable. Aun así, considero que no me afecta en mi rendimiento académico en lo absoluto. Saco buenas notas. Soy aplicada en mis estudios. Otro gran problema puede recaer en la familia. No todo el mundo está de acuerdo con la marihuana. En mi caso, me encargué de hablarlo directamente con mi mamá para evitar que se preocupara.

—Muchos dicen que es la hierba trae consecuencias negativas, y claro que puede ser cierto, pero también hay cosas positivas. Deja volar tu creatividad, te permite dormir mejor, relajarte, disfrutar al máximo. Claro, si se consume con control. A diferencia del alcohol, no pierdes la conciencia como en una borrachera. Inclusive, eres completamente capaz de manejar y ser consciente de lo que dices y haces.

Compra y venta

Hay demasiados mitos con esto. Muchos dealers dicen que ellos mismos cultivan sus matas, pero la verdad es que la mayoría recibe su mercancía por medio de proveedores. Es complicado encontrar las semillas en Venezuela y además es ilegal. Es como una cadena, uno le compra al otro. “Lo mejor es tener un dealer fijo. Mientras menos gente sepa, mejor”. Todos tienen algo distinto: marrón, creepy y hasta brownies y galletas con hierba. Los últimos dos no son tan buenos, no me pegan. También ofrecen otras drogas, pero con la marihuana me sobra y me basta.

¿Venezuela está preparada para la legalización de la marihuana?

No. No es un país lo suficientemente maduro para que la marihuana sea legal. Sí considero que la legalización es la opción más inteligente, no solamente por los problemas de narcotráfico, sino también porque su prohibición no ha dado ningún tipo de resultado. No tiene sentido seguir haciendo lo mismo y esperar un resultado distinto.

Andrea Gómez: “mi papá es fumón”

Estudió en un colegio privado del municipio Baruta en Caracas.

Edad: 21 años

Dosis: 1 porro al día

Habitación: vive sola en Miami, Estados Unidos

¿Alguien de tu familia fuma marihuana?

Sí, tengo entendido que mi papá lo hace desde joven. Tiene 46 años y fuma desde los 18. Mis padres son divorciados y él se fue del país cuando yo era pequeña. Ahora que me mude a Miami, compartimos nuestros gustos, entre ellos, la marihuana. La probé cuando estaba en el colegio, tenía 16 años y me pareció divertido. Todos lo hacíamos, era normal. Estoy segura que para muchos debe ser muy loco que tenga esta confianza con mi papá, pero yo me siento muy cómoda. Me siento tranquila, me calma y dejamos a un lado nuestros problemas. Además me siento segura, él me cuida.

Publicidad
Publicidad