Entrevista

Marina Taylhardat y la alegría que viste a Ushuva

Para quienes creen que hacer moda es cosa frívola, Marina Taylhardat, creadora de la marca de ropa y accesorios Ushuva, pasa revista de sus esfuerzos. Hoy su marca se fortalece, a despecho de los embates de la economía local. Su mayor aporte, sin embargo, no es de color o patronaje, sino de responsabilidad social. Diseñar desde la belleza es también levantar a un país con la ayuda de todos

Retratos: Alejandro Cremades | Fotografías en el texto: Cortesía Marina Taylhardat
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Marina pisó suelo venezolano con solo 11 años. Llegó para quedarse y echar raíces: largas, fuertes y hasta emprendedoras. Esta microempresaria y directora creativa tiene su propia marca de ropa, Ushuva, que adopta el nombre de la dorada y tropical fruta. Sus franelas y accesorios se popularizaron entre cientos de venezolanas que buscan opciones alegres, originales y de primera calidad para sus closets. Recientemente dio a conocer Melange, su nueva colección.

A pesar de pasar sus horas entre telas y patrones, Marina Taylhardat es internacionalista egresada de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Recogió su título pocos días antes del nacimiento de su primogénita, Alesia, que se convirtió en el amuleto que la acompañaría en momentos cruciales.  “Cuando nació Alesia, sentí la necesidad de estar con ella y trabajar en algo que me permitiera tener un horario algo flexible. Mientras estudiaba en la universidad siempre hice accesorios gracias a que tuve un novio  que invirtió en mí, se dio cuenta de que era medio artista y me apoyó económicamente. Casualmente tenía una amiga que hacía orfebrería y había abierto tiendas de materiales en Caracas. Me enseñó y yo empecé a vender las piezas. Con el matrimonio y el nacimiento de Alesia, surgió una necesidad económica e impresionantemente, nació en mí la habilidad para vender. Hoy en día soy una súper vendedora.  Soy muy ambiciosa”, comenta entre remembranzas.

Relaciones internacionales a la moda

El mundo del “fashion” siempre fue una de sus debilidades. “Era adicta a las revistas desde que nací. De chiquita compraba la Hola! Y revistas de moda. Era adicta también a las Barbies y decidí vestirlas entre dibujos”. Su familia, repleta de la seriedad de los diplomáticos, hizo que heredara rigurosidad. “Tenía la diplomacia en la sangre. Desde pequeña mi papá me llevaba a cocteles y eventos. Mi casa siempre estaba llena de gente importante: cenas, reuniones. Entonces surge la lucha interna, pues me apasionaban ambos mundos”. El debate entre estampados y asuntos internacionales apenas empezaba.

Foto-Ushuva-1-1A pesar de no nacer en estas tierras es más Venezolana que el Araguaney, no solo por la nacionalidad —la tiene doble—, sino porque su amor por el país va más allá de lo normal. Nació en Portugal en donde su papá fungía como Cónsul de Venezuela. El retorno a la patria lo hizo a los 11 años. “En esta colección, Melange, se ve siempre el número 11, también es una colección que tiene mucha mezcla de materiales y en donde vuelve lo más artesanal, con bordados hechos a mano, los diseños son muy pensados y siempre tratan de hacer sonreír, tienen simbología positiva y colores vibrantes, incluye: camisas, crop tops, vestidos, collares y carteras. Representa una mezcla de sentimientos, sensaciones, la lucha por hacer moda en este país. Todo viene del pasado, desde el momento que pisé este ‘tropical love’ ”. Discurre mientras explica que con ese curioso nombre bautizó a Caracas, la ciudad capital. “Más nunca me pude ir. Mi llegada marcó un antes y un después en mi vida y sentía la necesidad de contarlo, expresarlo a través de mi marca”.

Ushuva nace entre collares que abrieron puertas.  “Metí los accesorios en Zoco y un día fui a la tienda a ver si se habían vendido bien. Da la casualidad, que ahí estaba Mario Aranaga, editor de Estampas, quien me preguntó si yo era la creadora de los collares, respondí que sí. Ese día me dijo: ‘Voy a hacer un editorial para la revista y me gustaría usar tus piezas’. Mario me hizo una sesión de coaching. Nos sentó, en un restaurante a mí y a Natalia Brandt, era la primera vez de Natalia detrás de una cámara y mi primera vez siendo la cara de una marca”. Luego de los flashes apareció María Luisa Flores, quien se unió al negocio. Para aquel entonces la “platería” dominaba las vitrinas, pero María Luisa venía con aires europeos y sabía que las semillas se convertirían en un must. Fueron socias por tres exitosos años, pero luego Marina continuó su proyecto con Ramón Magual, su esposo. “Ahí empecé a reinventar la marca y ahí nació mi colección El pedacito de mi corazón por el mismo hecho de que quería seguir en Venezuela, seguir luchando, seguir dando. Yo creo que lo que yo busco con Ushuva es expresarme y llevar mensajes positivos”.

El surgimiento del nombre

La uchuva era la fruta favorita de María Luisa cuando vivía en Bogotá. Se cambiaron algunas letras para que fonéticamente sonara mejor. Los pinitos siguieron tendencias muy hippie chic, todo muy artesanal. De esperarse de una marca que empezó en los espacios y rincones de la casa. Un viaje a Colombia y la alianza con una asociación sin fines de lucro llamada “Aid to Artisans” abrieron muchas puertas y trajeron consigo millones de enseñanzas y aprendizaje. “Fue una etapa muy bonita, fue muy original porque todo se hacía afuera y limitaba las posibilidades de plagio y copia en Venezuela”.

Sin embargo, la moneda se debilitaba y romper la sociedad inicial fue un golpe duro. El apoyo de figuras importantes la hizo retomar fuerzas y continuar con un modelo de producción que funcionara en el espacio local. “Todo se hacía a mano, el proceso seguía siendo artesanal pero empecé a incluir materiales como el patente, la plata, entre otros.  Después vino la etapa de las franelas, quería hablar de amor. Como soy analista, analizaba la situación del país, me di cuenta de que la situación económica estaba muy dura, que la gente estaba dejando de comprar accesorios  pero que no se iba a dejar de vestir”.

Foto-Ushuva-2-1Sus hijas la inspiran todos los días en el proceso de creación. “Ushuva nació por Alesia, mi hija mayor, para poder estar con ella. Hoy en día, es por las dos. Tanto Alesia como Sofi opinan en absolutamente todo, me dicen cuando algo les gusta, cuando no, en cuanto a la modelo.  Me atrevo a decir que tienen un gusto impecable, son artistas desde que nacieron”. Marina quiere que sus hijas sean venezolanas de pura cepa.

Los encantos de Ushuva

Afirma que su marca no tiene edad. La usan niñas desde los dos años y también, por qué no, las abuelas. Está concebida para la mujer alegre, actual y práctica que quiere llevar prendas de vestir básicas pero con toques especiales de diseño. Sobre todo son  cómodas y duraderas. Las telas son traídas de Perú y su calidad es Premium. 100% algodón y algunas combinadas con otros textiles, para lograr precios accesibles. Cuero, canutillos, baño de oro sobre cobre, son algunos materiales frecuentes en el taller. “Siempre trato de ofrecer lo mejor, manteniendo precios justos. La página también tiene un outlet en donde hay rebajas, y así trato de que la marca sea accesible para todo el mundo”.

Foto-Ushuva-3-1La tienda principal es esa que se aloja en un sitio web www.ushuva.net, en donde ha visto a su marca y su clientela crecer. Es el canal en donde puede comunicarse directamente con los compradores para evaluar la experiencia y la receptividad de su producto.  Existe un espacio físico en donde trabaja con su equipo, al que bautizó como “Centro de Acopio”, allí hay un pequeño showroom y un stock de materiales. “Nosotros no producimos en ese espacio, subcontratamos. Es lo que nosotros llamamos “trabajo para llevar”. El equipo se lleva los materiales para hacer accesorios en su casa junto a sus familiares y allí generan más ingresos. En el equipo tengo: administración, ventas y almacén. Al showroom pueden asistir las personas que le escriben por [email protected], así controlo un poquito y me entero de quien va a venir”.

Moda responsable

Las modelos de la marca suelen ser mujeres auténticas, que se sienten cómodas con ellas mismas y pueden transmitirlo. Frescura, alegría, celebración. “Una niña bella que esté estudiando, que tenga ganas y motivación o niñas pequeñas que sonrían, hay mucha gente que no sabe sonreír”. Astrid Moller le puso cara a su más reciente colección, según Marina es una dama que refleja feminidad, elegancia y alegría.

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Ushuva hace labor social.  “Pienso que cuando se hace moda uno no puede ser indiferente. Yo empecé desde hace muchos años a estar vinculada con la responsabilidad social empresarial y he participado en seis fundaciones totalmente diferentes. En este momento estoy trabajando con un colegio en Petare, que se llama Cisame,es un proyecto bellísimo de ABC Prodein. Un porcentaje de mis ventas mensuales van destinadas a ayudar a esa casa de estudios. Estoy totalmente vinculada con ellos, lo último que se aportó fue para un techo, que con las lluvias que hubo hace poco se cayó. Y mi aporte al país es seguir aquí y decir que mi única arma es el trabajo”.

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