Cine

Marriage Story, del amor y otros demonios

Un matrimonio que termina, una pareja que se separa, un quiebre entre dos personajes que han compartido luces y ahora se endilgan las sombras. Noah Baumbach presenta un ensayo sobre las relaciones, la noción del amor y la vida en conjunto

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En su desgarrador libro El hijo de las palabras, la escritora Iris Murdoch describe el matrimonio como una “conclusión dolorosa a dos soledades”. Algo semejante piensa el personaje de Dustin Hoffman en la ya clásica Kramer vs Kramer (Robert Benton, 1979), y la película Marriage Story parte de esa premisa y quizás su mayor mérito, es hacerlo desde una concepción acerca de las relaciones de pareja más cercana a la melancolía que al drama. La idea parece ser la misma: el matrimonio siempre está cerca del desastre, a pesar de las buenas intenciones, el esfuerzo y el amor.

Para cuando la historia de Noah Baumbach comienza, ya el matrimonio entre los protagonistas se derrumbó y el argumento trata de especular sobre lo que ocurrió en medio del tránsito hacia el desastre, con un delicado tono de tristeza que, al principio, puede parecer en exceso pausado para una narración con tan pocas líneas narrativas. El guion deja claro desde sus primeros momentos, que lo que provocó la pequeña tragedia doméstica fue un colapso desordenado, realista y corriente que contará desde una perspectiva neutra y angustiosa, difícil de digerir, porque en realidad no narra otra cosa que pequeñas vicisitudes cotidianas.

Marriage Story

Marriage Story no es una película que se sustente sobre el dolor vivo o una detallada mirada a las penurias. Baumbach parece más interesado en reflexionar sobre lo que ocurre en las vivencias invisibles de una pareja que simplemente deja de amarse, que en mostrarlas por completo. Y aunque parece lógica, su decisión elabora un contexto de profunda ternura a una narración que, de otro modo, podría ser tópica.

La cinta no cuenta nada que no se haya narrado antes  — y quizás de maneras más imaginativas —  en el cine. Desde Kramer vs Kramer, hasta la durísima Blue Valentine (Derek Cianfrance, 2010), la noción sobre la ruptura y la pérdida del amor es un tema recurrente en la concepción de Hollywood sobre el drama íntimo. Pero en realidad, Marriage Story es algo más: su forma de escenificar y profundizar los pequeños momentos que anteceden a la ruptura son de una belleza cristalina, una mezcla de arrepentimiento y pérdida.

Poco a poco, la narración de la historia se entreteje entre pequeñas e importantes divagaciones sobre lo que sustenta la convivencia y las pequeñas desgracias cotidianas, hasta que por último logra profundizar en ese espacio sin nombre que antecede a la simple soledad.

Marriage Story

Charlie (Adam Driver) y Nicole (Scarlett Johansson) viven en Brooklyn y, para la primera escena, ya ambos enumeraron de manera cuidadosa los motivos por los cuales se enamoraron y llegaron a contraer matrimonio. Pero se trata de una travesía falsa hacia la raíz del amor. Lo que Charlie y Nicole hacen en realidad no es una recopilación de vivencias, sino una manera de sostenerse en mitad de la debacle de la vida en común, que utiliza los pequeños recuerdos como una forma de supervivencia.

Porque este matrimonio, que al parecer tomó una decisión madura, meditada y adulta, comienza a descubrir que la separación que enfrentan es en realidad la destrucción de la vida en común que ambos compartían, la historia que les mantuvo en pie por casi una década e, incluso, la noción sobre la identidad que tanto uno como el otro encuentran reflejada en la relación irremediablemente rota.

Baumbach asimila la idea del divorcio no cómo un trámite de la vida en común o una nueva dimensión sobre las relaciones, sino como una pérdida profunda de un elemento roto y devastado. Y es esa erosión progresiva lo que la película refleja con una crudeza directa. La infelicidad de ambos se expresa como una soledad profunda, dolorosa y extraña, que les aísla y les somete a un dialogo interior del cual parecen surgir un sufrimiento que tanto Driver como Johannson expresan con una potencia sentida y sincera.

Marriage Story

Esta no es una historia de amor y no está pensada para que lo sea. Baumbach de inmediato desestabiliza la idea de este supuesto tránsito civilizado hacia la soledad y lo convierte en un enfrentamiento descarnado a toda regla. Los personajes dedican buena parte del tiempo a rememorar la vida en común y a desmontar la mitología simple de lo doméstico. De pronto, la gran “narrativa” de la pareja (como insisten en llamar al matrimonio los abogados de la pareja), debe modificarse, recrearse, estructurarse en maneras por completo nueva, con la intención evidente de inclinar la balanza de la responsabilidad y la culpabilidad de un lado a otro. Es entonces cuando la película se hace más cruda. La devastación está allí, mostrando que el amor es una promesa incumplida.

Incluso en los momentos más duros, la intimidad entre los personajes recuerda la que les sostuvo, a la vez que refuerza la sensación de que la catástrofe que destruye su vida en común es la consecuencia de algo mucho más grande, desprovisto de nombre pero que gravita sobre ambos como una tensión insoportable. Charlie y Nicole siguen siendo amables entre sí a pesar de la batalla legal que sostienen, y también se demuestran mutuamente una ternura insospechada entre sí.

Uno de los grandes logros del director, es su capacidad para hablar de la historia que no cuenta, de la pequeña tragedia entre líneas, sostenida y elaborada a través de la comprensión de que antes de cualquier herida, hubo un hilo de complejos sentimientos entre ambos, que incluso ahora siguen existiendo.

Uno de los mayores aciertos de Baumbach, es no tomar partido por ninguno de los personajes. El director opta por reflexionar sobre la separación como un vínculo que se establece desde la soledad para la soledad. Tanto Charlie como Nicole están solos en medio de su tragedia, batallando como pueden por conservar los últimos fragmentos de la historia que les une, y el resultado es una mirada compasiva sobre las pequeñas grandes luchas después de un sufrimiento atroz.

Por encima de todo, Marriage Story narra las relaciones humanas desde la simplicidad. No pontifica ni tiene la intención de dar lección alguna sobre el amor o los fracasos emocionales. Con su aire contemporáneo y honesto, se trata de una mirada emocional sobre el argumento de aceptar que el amor  — y lo que puede sustentarse sobre él —  está destinado a cambiar, perder brillo y, quizás, sólo desaparecer.

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