Sexo

Estados Unidos también es gay y... ¿Venezuela?

La Asamblea Nacional hace chito, la ciudadanía y Palacio Suprema de Justicia también. Hoy Estados Unidos salta al agua. La aprobación del matrimonio gay en todos los estados le da un sacudón al mundo. También diversos países de Europa han abierto sus mentes y han puesto en evidencia que el amor no se coacciona. Ser libre supone casarse con quien se quiera excepto en la República Bolivariana

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Poco a poco los tiempos cambian y el mundo se vuelve justo. La Corte Suprema de Estados Unidos legalizó este viernes el matrimonio homosexual en todos los estados del país. El máximo tribunal decidió, con cinco votos a favor y cuatro en contra, que la Constitución requiere que los estados lleven a cabo y reconozcan el matrimonio entre dos personas del mismo sexo.

Dos años después de haber decretado que el matrimonio no era exclusivo de las parejas heterosexuales, la Corte juzgó que los 14 estados que actualmente se niegan a unir a dos personas del mismo sexo, deben ahora casarlos y además reconocer su matrimonio si fue celebrado en otra jurisdicción.

El presidente estadounidense Barack Obama elogió la decisión de la Corte Suprema que legalizó el matrimonio a lo largo del país, una nueva victoria para la Casa Blanca. «Hoy es un gran paso en nuestra marcha hacia la igualdad». Las parejas gay y lesbianas «ahora tienen el derecho de casarse, como cualquier otra», escribió Obama en su cuenta de Twitter.

Pero EEUU no fue el único. El 22 de mayo, los ciudadanos de la República de Irlanda acudieron a las urnas electorales para votar en un referéndum popular que buscaba enmendar la Constitución para permitir el matrimonio . En un país altamente católico y que apenas había despenalizado la homosexualidad en 1993, la sola idea de conceder a los homosexuales los mismos derechos matrimoniales que sus compatriotas heterosexuales parecía improbable.

Pero la eterna búsqueda por la felicidad no tiene vuelta atrás. La enmienda constitucional fue aprobada con el 62% de los votos e Irlanda se convirtió en el primer país que permite el matrimonio igualitario a través del voto popular. Con ella, ya son 22 países donde este tipo de unión civil es considerada legal. Sorprende de igual forma el interés de la nación por el tema. Más del 60% de los 3,2 millones de votantes habilitados para sufragar acudieron a la elección en contraposición al último referéndum celebrado en el 2013 donde solo un 39% de los irlandeses acudieron para decidir sobre la eliminación del Senado.

Visto por todos los cristales, el matrimonio igualitario es una decisión lógica y acertada. El argumento siempre se va por las cuestiones de fe y el debate generalmente se centra en que las parejas del mismo sexo no gozan de los mismos beneficios sociales y económicos. Más allá de eso, es una cruzada por la consecución de la felicidad. Hay personas en este mundo que no se les permite ser felices con la persona a la que aman por ser de su mismo sexo. ¿Qué sentido tienen la religión y las leyes si eluden —y en muchos casos criminalizan—.el simple hecho de amar?

Mucho aparentemente. En la actualidad al menos 76 países tienen una ley que de alguna manera u otra discrimina a los homosexuales, ya sea con la imposición de multas, prisión o la pena de muerte. Pero más preocupante es en aquellos países que pareciera que permanecieran neutrales o apáticos, si se quiere, con el tema del matrimonio igualitario.
Venezuela, por ejemplo, es uno de ellos. Desde enero de 2014, la Asamblea Nacional tiene entre sus gavetas un proyecto de Ley de Matrimonio Civil Igualitario que no ha visto luz mientras se espera por la garantía del Consejo Nacional Electoral quien debe avalar las firmas recopiladas en apoyo para abrir la discusión en la plenaria. La reacción de varios diputados, así como del Defensor del Pueblo, ha sido tímida. Un “vamos a ver” tan achantado como el Tribunal Supremo de Justicia quien en el pasado ha dicho que si bien “la Constitución venezolana no niega ningún derecho a la unión de personas de igual sexo”, es a la Asamblea Nacional la que le compete el reconocimiento y desarrollo legislativo de los derechos patrimoniales y sociales” que surjan de parejas del mismo sexo.

Los ciudadanos venezolanos tampoco lucen particularmente proactivos a discutir el tema. Un estudio publicado este año por la Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa (AVESA), el cual contó con el apoyo de la Unión Europea y que fue llevado a cabo en las cinco ciudades principales del país, afirma que si bien el 75% de las personas encuestadas opina que no es motivo de vergüenza el tener un hijo homosexual, y el 95% está de acuerdo con el derecho a la intimidad de las personas homosexuales, solo el 32% apoya el matrimonio igualitario en Venezuela.

Si esos datos son correctos, un “irlandazo” venezolano en estos momentos parece imposible, la discusión en la Asamblea Nacional más que improbable y la aceptación de la población es un tema de convencimiento sobre el goce de los mismos derechos para todos. Poco a poco los tiempos cambian y el mundo se vuelve justo. Pero en Venezuela, parece, que nadie quiere tocar el tema.

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