Siete Sellos: crónicas de un país en deconstrucción

“En clave de tragedia”. Así registra la escritora y doctora, Gisela Kozak, autora de ensayos como Ni tan Chéveres, ni tan iguales, Ediciones Punto Cero, al país en el libro Siete Sellos: Crónicas de la revolución bolivariana —que acaba de aparecer en España. Sin cortapisas afirma: “Los hombres y mujeres de Venezuela no manejamos los hilos de nuestras vidas en lo absoluto, como si el estado tomase el lugar que tenía el destino, por ejemplo, en el gran teatro griego. Pienso en Edipo Rey, de Sófocles, o en La Orestiada, de Esquilo”. Kozak Rivero reconoce que su selección tiene una “inspiración apocalíptica deliberada”.

Alude a la potencia de los Textos Sagrados, retruécano de atea confesa.Apocalipsis 5:1-2, 6-9. “Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos. Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos”.

Contado desde la crónica, y con una polifonía de voces, el libro retrata “siete sellos” como la rúbrica del proceso de destrucción de la democracia representativa, enmarcada en una profunda crisis humanitaria: autoritarismo, crimen, hambre, enfermedad, martirio, perversidad y diáspora —son los capítulos en los que se lee el país. ¿Polarización? ¿Canallada mediática? Eso podrían decir los más zurdos. No obstante, y allí la agudeza de la compiladora, cada texto está sostenido por la verdad testimonial. Algunos desdibujan el relato de la post-verdad del poder. Unos desde un lugar más ficcional; otros desde la estricta norma del periodismo, aunque el lienzo sea el blog personal. Todos en el disparadero de la crónica. “Ni la más apasionada defensa de la izquierda puede hacernos perder nuestra dimensión humana, nuestra empatía por el otro”, vuelve Kozak. Es un sentimiento que hace falta cultivar. Y este libro sirve para quienes acepten mirar de cerca un proyecto —Venezuela— que, con los años, se ha ido llenando de escombros.

La tragedia en siete capítulos

La idea de hacer este libro surge en 2016 cuando David Malavé, editor de Kalathos Libros, le propone a Kozak hacer un libro de crónicas. “Emprendí el proyecto con entusiasmo porque la crónica permite la agudeza de la mirada informativa y el vuelo de la escritura literaria para definir lo más relevante de tal información desde el punto de vista que me interesaba: cómo vive la gente el día a día en Venezuela. Cada vida resume la tragedia del país, como suele ocurrir en los gobiernos con intenciones totalitarias”.

Reza el prólogo: “De este modo, plumas internacionalmente premiadas, como las del narrador Alberto Barrera, comparten espacio con periodistas jóvenes que han hurgado sin miedo en el contexto de una progresiva pérdida de espacio para el periodismo libre. Cronistas de fuste como el famoso escritor de telenovelas y poeta Leonardo Padrón están acompañados por cuentistas emergentes como Gabriel Payares y escritoras de indudable talento pero todavía desconocidas como Aglaia Berlutti”.

La novedad: los textos conforman una partitura en la que prácticamente todos los portales del nuevo periodismo venezolano ceden sus mejores trabajos para armar el rompecabezas apocalíptico. Así las revistas digitales Climax, de El Estimulo.com; Prodavinci, Caraota Digital, Efecto Cocuyo; Panfleto Negro junto a publicaciones de Ediciones B y Cuadernos de Literatura de la Universidad Javeriana, alimentaron la selección de la autora.

Polifonía de voces: hablan los autores

Con tres trabajos que ya fueron publicados en el portal Prodavinci, la voz de este autor hace parte de Siete Sellos en el primer capítulo: “Autoritarismo”. Los artículos son Diosdado y los escuálidos, El regreso de los gorilas, Carta a un compatriota cooperante. “La crónica permite mirar y contar las realidad desde historias personales, desde la experiencia y la voz de un «yo» distinto. No es la voz de un analista político, no es la voz del narrador de noticias, no es la voz de la estadística… es la voz de un ciudadano común, de un testigo, de una víctima”, dice Alberto Barrera Tyzka, Premio Herralde de novela.

“Creo que eso puede ser muy interesante para un público extranjero, que tal vez desconfía de la versión mediática y quiere conocer otro relato. También el criterio y la organización de Gisela Kozak es una mirada distinta. La escogencia y el orden de los textos son una propuesta para leer y entender el país”.

Vencer la censura

“Cuando me contactó, Gisela me dijo, sin zalamerías, directa, como es ella, que quería incluir varias crónicas ya publicadas en Clímax. Para ella, la revista se había convertido en una importante biblioteca del país de estos tiempos aciagos” suscribe Manuel Gerardo Sánchez, editor de El Estímulo y continúa: “Todo el equipo de El Estímulo no tiene otro propósito más que llegar a las historias que necesitan ser contadas. Las crónicas que Siete Sellos vuelve a publicar fueron trabajos que en su momento causaron ruido en la opinión pública por la necesidad que tenía el lector de desvelar incógnitas. Para ningún periodista del país es un secreto que el acceso a las fuentes por los caminos comunes u ordinarios es casi un imposible. Diversas razones, miedo, censura, autocensura, represión e impunidad, por nombrar unas poquitas, desmedran el oficio. No obstante, hay muchos profesionales comprometidos con el país y con el periodismo. Las crónicas de Clímax son ejemplo”. Vale decir que Sánchez suma a Siete Sellos la crónica La reina del Capo en el “sello” llamado “Crimen”.

#nosalgasdecasaEritza

Eritza Liendo, profesora de la Escuela Comunicación Social Universidad Central de Venezuela y narradora, se adosa a la compilación. “¿Desde dónde cuento? Desde la necesidad de registrar mis asombros. Desde la defensa propia ante algo a lo que me niego a acostumbrarme. Cuento al país desde mi dolor. Desde mi asombro. Desde mi condición de mujer y de ciudadana que, a diario, debe sobreponerse a los embates de la barbarie”

Un intento por mostrar, desde la palabra y el testimonio, la catástrofe que sacude al que fuera considerado el país más feliz del mundo. Una cosmogonía del horror. Eso podría ser este libro en el que se juntan la crónica literaria junto a la faena periodística. Voces que conforman las nuevas firmas de la era digital del periodismo venezolano independiente, como Emily Avendaño, Deivis Ramirez, Maria Isoliett Iglesias, Andrea Pinza; junto al trazo de la narrativa nueva, Fedosy Santaella, Gabriel Payares, José Urriola, Pedro Plaza Salvati, Manuel Gerardo Sánchez, Salvador Fleján y Roberto Echeto, entre otros. Plumas consolidadas que ya no acompañan al periodismo impreso, como Alberto Barrera Tyzka, columnista de El Nacional, Federico Vegas, también firma de la web Prodavinci, Leonardo Padrón en Caraota Digital, Eloy Yague Jarque en Efecto Cocuyo y Tulio Hernández y la escritora Violeta Rojo. Completan el elenco:Aglaia Berlutti, Adriana Villanueva, Paula Vázquez Lezama, Lizandro Samuel, Pierina Sora, Karlina Fernandez, Raquel Rivas Rojas, Luis Guillermo Franquiz, Arnaldo Valero, Rafael Osio Cabrices, Willy McKey, Sinar Alvarado y Leo Felipe Campos, quien hace la introducción

Eludiendo el canto a la desesperanza aprendida, tan entrañable a la neolengua, advierte Kozak en su presentación Unas palabras apenas: “el libro va dedicado a la dignidad. Esa que yace bajo el peso de un poder omnímodo. La misma sobre la que sostiene este libro imprescindible”.