Opinión

Trabajo voluntario, de doctor a siembra yuca

Una nueva disposición del Ejecutivo, calcada de Cuba, como ya es costumbre, amenaza el buen desempeño profesional. Se trata del régimen laboral transitorio. Con este instrumento, el maestro, por ejemplo, dejará de formar ciudadanos para sembrar yuca y ñame. Así se avanza en socialismo

Composición de portada: Ainhoa Salas
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Sin importar que el Director de Conatel niegue que en Venezuela la gente se muere de hambre en las calles y que la Ministra de Salud diga que han disminuido los índices de desnutrición, el Gobierno Nacional de Vladimir Padrino López insiste en la tesis de la guerra económica. Con la extensión del estado de excepción y de la emergencia económica promulgados por Nicolás Maduro, el pasado 12 de julio, ahora llega una nueva pieza en el tablero de un socialismo enredado: el régimen laboral transitorio.

Publicado en la Gaceta Oficial N° 40.950, este régimen laboral será de carácter obligatorio; habrá de cumplirse en todas las entidades públicas, privadas, mixtas y de interés social del país. De acuerdo a este nuevo orden: “se establecerán mecanismos de inserción temporal de trabajadores en aquellas entidades objeto de medidas especiales implementadas para fortalecer su producción”. El objetivo será “aumentar y fortalecer la producción en aquellas entidades de trabajo de interés social relacionadas con el sector agroalimentario”.

Para ello, se dispondrá de trabajadores con condiciones físicas adecuadas, conocimientos teóricos y técnicos en las diferentes áreas productivas; trabajarán por un lapso de 60 días, que pueden ser prorrogables por la misma cantidad de tiempo si las circunstancias lo ameritan. De esta manera, toda empresa en el país está obligada a proporcionar a los trabajadores requeridos, a quienes se le suspenderá su relación laboral actual y pasarán a percibir un salario pagado por la empresa requirente.

Guercom to Cuba. Otra vez.

Sorprende que el gobierno no nos haya llamado al trabajo voluntario por el bien de la revolución. Lo hizo Fidel Castro, lo hizo Salvador Allende. En un discurso que dio en la Universidad de Guadalajara, México el 2 de diciembre de 1972, Allende justificó la medida del voluntariado:

“[E]s bueno que sepa el estudiante de medicina cuánto pesa un fardo que se echa a la espalda el campesino que tiene que llevarlo a veces, a largas distancias; porque es bueno que el que va a ser ingeniero se meta en el calor de la máquina, donde el obrero a veces, en una atmósfera inhóspita, pasa largos y largos años de su oscura existencia”.

Esta es una visión errada. Porque si bien se sustituye un trabajo por otro, hay uno que se deja de hacer. Un médico no tiene que saber sobre tipos de tierra sino sobre tipos de sangre. Trabajo voluntario para un médico sería, además de atender en su consultorio, también se acercase a las comunidades menos pudientes para ofrecer sus servicios sin costo. Ahora, cuando el trabajo es forzado en nombre de una revolución muerta de hambre, ese médico estará obligado a desatender su consulta. Sus pacientes serán las yucas que siembre y no las vidas que salve. De esta manera, el médico pierde su talento, los pacientes pierden a su médico y la salud nacional se deteriora. Y así con los abogados, los ingenieros, los administradores y los oficinistas, los maestros.

Pero tendremos yuca.

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