Venezuela: país del secuestro fácil

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Durante 2013, ocurrieron en Venezuela 405 secuestros —según las denuncias que se reportaron ante el Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (CICPC). Sin embargo, algunos expertos indican que, a manera conservadora, pudieron cometerse 1.040. Alrededor de 61% de los afectados decidieron no denunciar. Se consolidaron bandas con arsenal de guerra y quedaron al descubierto aquellas que construyeron búnkeres subterráneos para esconder a la víctima

—Todo está despejado. Aquí está el hombre. ¡Bienvenido a la vida hermanito, usted está rescatado!

—¿De verdad son ustedes?

—Sí hermanito. Usted es Joao y está rescatado.

Después de aceptar el apretón de manos que el policía ofrecía, Joao Dos Santos Correia solo se agarró la cabeza y lloró. Entre sollozos agradecía a Dios. No podía creer que había recuperado lo que por derecho, desde el momentico que abrió los ojos al mundo, era suyo. Libertad. Tras 11 meses enterrado vivo en un búnker, construido a tres metros de la superficie, este comerciante, de origen portugués, por fin respiraba aire con olor a verde. Era libre.

A Joao lo secuestraron el 16 de julio de 2012. Hasta junio de 2013 estuvo enterrado en una celda que medía dos metros de alto y tres de ancho. Tenía una cama improvisada, en la que no cabía; un retrete; una ducha; un ducto de aire y unos barrotes que protegían una puerta de metro y medio por donde entró… y sí, también salió, aunque humillado. Con unas revistas desactualizadísimas y fervientes oraciones, pasó las horas. Nunca perdió la noción del tiempo. Sabía que era 19 de junio cuando lo rescataron.

El secuestro de Joao fue un encargo. Los autores intelectuales aún permanecen en Colombia. Los funcionarios del Cicpc no han logrado determinar si, además de obtener una sustanciosa recompensa, había alguna razón velada para infligir el daño, a veces irreparable. Los maleantes colombo-venezolanos, que fueron capturados durante los 11 meses de búsqueda, no supieron dar detalles de los contratantes.

—Y ¿dónde está mi esposa?

—Señor Joao, siéntese. Tenemos que hablar.

—¿Cómo es eso? ¿Dónde está mi esposa?

—Su esposa murió hace tres meses. En un accidente de tránsito que ocurrió en la Autopista Regional del Centro, cuando regresaba de reunirse con nosotros en Caracas. Lo siento mucho.

Otra vez manos a la cabeza y más llanto. Pero esta vez de desesperación tan amarga, esa que nunca pasa ni se diluye. Esa que queda en libertad en cautiverio.

En números

Joao fue uno de los 405 secuestros que, durante 2013, fueron denunciados ante el Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalística. Fue reportado meses después de haberse consumado. Esa cifra corresponde a todo el país. De esos secuestrados, 21 murieron en el ínterin. Es decir: 5%. Eso corresponde a un aumento de 2%, pues en 2012 era de 3%.

De los 405, añadieron fuentes policiales, 186 fueron prolongados —duraron más de 24 horas. 219 quedaron tipificados como exprés, pues las víctimas no duraron más de un día en cautiverio. Esas 405 personas secuestradas, según denuncias formalizadas, corresponden a una disminución de 45%. Pero, realmente, lo que disminuyó fue el número de denuncias, no el delito.

El experto en materia de seguridad, Fermín Mármol García, explica que la cifra de casos que no se denuncian, y que es conocida como negra, sigue siendo muy alta. De acuerdo a los estudios que él ha realizado, 40% de los secuestros prolongados quedan sin ser reportados, así como 70% de los exprés. Lo que quiere decir que durante 2013 pudieron ocurrir no menos de 1.040. “Hay mucha desconfianza y una muy mala campaña comunicacional de organismos de seguridad para promover la denuncia. Hay personas que no tienen idea sobre dónde ir si un familiar es víctima de secuestro o a cuál número deben llamar. Hay demasiada desinformación y muy poca confianza”, dijo.

Con ese número de plagios, Venezuela se alza con el quinto lugar del mundo, sí del mundo, donde las personas tienen más riesgo de ser secuestradas. Esto según un informe que hizo la consultora de riesgos internacional Control Risk y que fue publicado por el website: www.businessinsider.com. Los que lograron puestos más arriba fueron: México, India, Nigeria y Pakistán. Estados Unidos ocupa el sitial de honor.

Mármol García asegura que las cifras utilizadas por la consultora son las oficiales. “La información reflejada en el informe es utilizada por otras empresas, compañías de seguros internacionales y gobiernos de otros países al momento de enviar personas a trabajar o a invertir en esos territorios”. De acuerdo al Control Risk, la proporción de secuestros que ocurrían en América Latina se redujo en 50% con relación a 2005. Es así como Colombia, que estuvo entre los primeros cinco, bajó al puesto número nueve. Durante los primeros 33 días de 2014 se habían denunciado ante la División de Antiextorsión y Secuestro 34 plagios. Cinco de ellos, aún permanecen en cautiverio y una víctima falleció en el ínterin.

Caracas secuestrada

En Distrito Capital, o sea, Municipio Libertador, se concentraron 30% de los secuestros ocurridos durante 2013. Eso quiere decir que, de las 405 presas, 122 fueron sometidas en la capital. Durante 2014 se han reportado ya 19 casos y el único fallecido del total fue el arquitecto John Machado Áñez, de 52 años. Fue sometido el pasado 29 de enero, en el estacionamiento de la Torre Empresarial del Este, donde trabajaba.

Cuatro personas lo emboscaron cuando se subía en su MiniCooper. Apuntándole con armas de guerra y amenazándolo de muerte, lo obligaron a subirse a un Toyota Sensation —uno de los vehículos que llevaban los secuestradores. Los maleantes se dividieron. Unos corrieron en una camioneta Toyota Prado, que habían robado en la Vega.

Los plagiarios no tuvieron tiempo de llamar a la familia del arquitecto para pedir rescate. Sin embargo, un testigo sí pudo avisarle que un grupo de delincuentes había secuestrado a John.

Cuando tomaron la autopista Francisco Fajardo, sentido Oeste de la ciudad, se toparon con una alcabala del Cicpc —justo a la altura de Plaza Venezuela. Se inició un intercambio de disparos entre la policía y los malhechores del MiniCooper. La camioneta robada huyó. Solo un detenido y otro fallecido fue el saldo. Se sospecha que, amén de los cuatro que capturaron a John, otros cinco estaban en el procedimiento.

En ese mismo tiroteo murió Machado. Una bala alcanzó su cabeza. De acuerdo a las investigaciones, fue un proyectil disparado con un arma de alto calibre. Unos y otros, justicia y crimen, las llevaban. No se sabe quién lo mató.

Las zonas más neurálgicas de Caracas de secuestro: Autopista Petare-Guarenas, Filas de Mariche, La Urbina, El Marqués, Los Palos Grandes, El Hatillo, Bello Monte, Las Mercedes, Prados del Este, Cumbres de Curumo y La Florida.

Bandas capitalinas

“En el Área Metropolitana de Caracas, Miranda y Vargas, operan por lo menos 42 secuestradores distribuidos en 12 bandas”, lo especifican fuentes del Cicpc y del Grupo Antiextorsión y Secuestros de la Guardia Nacional de Miranda. Estos grupos secuestran, roban carros y extorsionan. Cinco de ellos tienen un arsenal de guerra. Operan con AR-15, granadas y FAL. De esas cinco, una es la más representativa. Está compuesta por 15 integrantes.

Además, un informe del GAES indica que de esas 12 bandas está la de “El Wilmer”, “Los Kelvin”, “El Jairo”, “El Penko” y “Los Mañaneros”. A excepción de “Los Mañaneros”, los demás suelen delinquir entre las ocho de la noche y las tres de la mañana. “Que el horario sea cada vez más temprano quiere decir que los bandidos se sienten más confiados y claro que tienen que sentirse así. Saben que no les pasará nada. Que no pagarán por lo que hagan”, suscribe el criminalista Fermín Mármol García.

El experto añadió: “el patrón en los días de cometer el delito ha cambiado. Ahora secuestran de domingo a miércoles. Antes lo hacían de jueves a domingo. La banda ‘Los Mañaneros’ entre los municipios Chacao y Sucre. A las 4:30 y las 6:30 de la mañana”. Todas están integradas por más de tres personas. Siempre están armadas y llevan o motos o carros o camionetas denominados ‘gallinas’ —robadas horas antes del hecho.

El secuestro es un delito cobarde. En eso concuerdan sabedores del tema y policías. Lo definen así porque sus perpetradores hacen rendir a personas solas y vulnerables —que están en desventaja. Nunca trabajan solos, siempre van en grupos de cuatro o más. Están armados y buscan cometer el delito en sitios donde no haya riesgo de patrullaje.

Por eso hay secuestradores de todo tipo. Están los expertos, que tienen tiempo en esas lides y que saben que su víctima es un botín preciado. Y están los que recién se suman porque vieron las pingües ganancias. Son jóvenes, voluntariosos y se dejan llevar por los consejos agresivos de las drogas y el ruido de los cañones. Quizás por eso, advierte, Mármol García, ha habido tantas muertes.
Estos hampones saben también que el secuestro está arropado con el manto de la impunidad. Así que solo queda rezar. Por ahora.

Cómo evitarlo
• Confíe en su instinto. Si algo le parece raro es porque lo es.
• Sea discreto, no dé indicios de poseer algo por lo cual se convierta en blanco.
• Sea justo y gánese el respeto de los que lo rodean.
• Evite la rutina. Tenga diferentes vías para no convertirse en una posible víctima. Recuerde que los secuestradores siempre observan cada movimiento.
• Utilice todos los sistemas de seguridad, conduzca con los vidrios arriba.
• Tenga siempre una ruta alternativa hacia su casa.
• Conduzca a una distancia prudencial del auto que lo precede, para en caso de emergencia poder actuar con rapidez.
• Tenga siempre el control de su vehículo. No permita que las llaves las tenga otra persona.
• En caso de un posible secuestro, no mienta. Las mentiras se pagan con la vida en muchos casos.
• Evite a toda costa llevar a estos individuos a su casa, piense en la seguridad de su familia.
• Denuncie. El secuestro hay que denunciarlo. Más del 95% de los casos denunciados ante el Cicpc son liberados con vida.

Enterrados en vida

Tres metros bajo tierra. Así han estado algunos secuestrados en Venezuela. Con el sofoco que producen cuatro espesas paredes que enmarcan un sitio estrecho. Tanto, para solo dar un par de pasos de ida y los mismos para la vuelta. No hay ventana, solo un conducto pequeño y circular por donde entra el aire. Hay otro por donde sale. Un bombillo triste alumbra siempre aquel hueco donde suelen estar enterrados en vida aquellos venezolanos que fueron secuestrados por esas bandas colombo-venezolanas —que copiaron la estructura de sus homólogos neogranadinos.

El búnker, de acuerdo a la definición de la Real Academia Española, es un “refugio subterráneo para protegerse de los bombardeos”. Muy usual fueron en la época de la primera y segunda guerra mundial. En el país se volvieron usual en la guerra no declarada que se vive gracias a la delincuencia que campea.

El búnker, en el que enterraron vivo Joao Dos Santos Correia, tenía entrada en el piso del clóset de una vivienda ubicada en el sector La Porfía de Las Trincheras, en el municipio Naguanagua, estado Carabobo. Son tres kilómetros montaña adentro los que hay que recorrer para llegar. Contaba con una poceta cercada con una cortina de baño. No le faltó el agua directa, tampoco los desinfectantes para que el secuestrado mantuviera el espacio limpio.

El clóset tenía un sobrepiso que escondía la tapa de cemento que daba entrada de la celda subterránea. Pero hay búkeres mejor acondicionados, como el hallado en Paracotos en 2008. Este contaba con sistema hidráulico para mover rejas de protección internas y una placa de cemento que servía de piso para un cuarto. Un pasillo y dos celdas, cada una con su baño. Permitía tener a varias víctimas. Funcionarios del Cicpc dijeron que un comerciante portugués falleció en ese espacio tras sufrir un ACV.
En Falcón construyeron otro debajo de una piscina. Allí mantuvieron por 15 días a un joven de 15 años. Los hampones definieron un cronograma de atención para la víctima.

Entraban cada mes y nombraban a un “cuidador” para que estuviera vigilante todo ese tiempo bajo tierra. Le asignaban un arma larga y le entregaban la comida suficiente para todo ese tiempo, incluso, había una especie de depósito de alimentos. También había televisión por cable y aire acondicionado. Los espacios predilectos para construir estas celdas subterráneas son las zonas montañosas y alejadas de las urbanizadas.

Fotos cortesía: Voces de la muerte

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