Sucesos

Víctor Navarro, el preso de El Helicoide del que nadie habla

Tiene 22 años y debería estar terminando su tesis para graduarse de Comunicador Social. En contraste, le abrieron un proceso de investigación y le atribuyeron los delitos de agavillamiento e instigación pública. Tras más de cuatro meses de detención en El Helicoide y sin poder recibir visitas de sus familiares, este 2 de junio fue liberado.

Texto: Dalila Itriago | Fotografías: Daniel Hernández
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Hay un barrio en Caracas con nubes rojas. Se desplazan lentamente, con suavidad, y cada una tiene un nombre: “Ética”, “Equidad”, “Humanismo”, “Libertad”… No todos logran verlas. Hay quien duda de que sean nubes. Creen que es un móvil gigante que busca apaciguar la furia de una ciudad. Otros asumen que se trata de los funiculares del Metrocable de San Agustín. El transporte que conecta con esa ciudad vecina, con ese universo de casas de colores donde el sonido de las balas coexiste con el ritmo de la percusión.

Es sábado 14 de abril y por cosas del azar Migdalvis Navarro se subió a la cabina rotulada “Libertad”. Viajó desde la estación Parque Central hasta el sector Fila de Marín, en San Agustín del Sur, justamente para denunciar la detención –que cree ilegal– de su hermano Víctor, preso desde el 24 de enero de este año en la sede del Sebin, Servicio Bolivariano de Inteligencia. Su celda está en El Helicoide, sobre un cerro de la capital.

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Ahora está parada frente a un callejón donde hay un mural de los Reyes Magos. Comienza a hablar. Explica que el dibujo de ese Melchor sonriente representa a su papá, Víctor Alfredo, a quien asesinaron en 2011 con solo 40 años de edad. Se niega a imaginar que pueda perder a dos Víctor Navarro en una misma vida: “No sabemos por qué mataron a mi papá. Él trabajaba como jeepsero en El Valle y una noche, cuando iba a dejar a su esposa en una fiesta, le dieron un tiro al parabrisas del jeep que manejaba. El disparo dio hacia el lado del copiloto. Él frenó y preguntó: “¿Qué pasó chamo?”, y le respondieron: “Nada”. No supe cuántos disparos recibió, solo sé que uno le rompió el corazón. Llegó muerto al CDI –Centro de Diagnóstico Integral– de Las Malvinas”.

Su padre había fundado el Deportivo Cultural Mi Futuro en San Agustín del Sur. Deseaba alejar a los jóvenes de la delincuencia, el sicariato, las drogas o el embarazo precoz. Por eso ella lamenta que todo aquello por lo cual su papá había luchado, terminó matándolo. Asegura que mucha gente le ofreció venganza, pero la familia se negó a aceptarla. “En ese punto tú dices: ‘¿Cómo es posible que aquello que evité se llevara a lo más amado?’ ¡De nada sirvió el esfuerzo, a la basura todo!”, pero Víctor, mi hermano menor –que en ese momento tenía 15 años–, dijo que el asesinato de mi papá no lo detendría y que nosotros, su cinco hijos, nos íbamos a comportar como él nos había enseñado. Así fue como decidió prepararse, estudiar y asumió la paz como bandera”, relata Migdalvis.

Procura coordinar las ideas. Desea entender por qué la policía política sacó a su hermano a las 5:00 de la madrugada de un apartamento donde apenas llevaba una semana viviendo y, al mismo tiempo, quiere contextualizar la historia de su familia. Sus orígenes.

VictorNavarro5En el barrio, donde la mayoría es seguidora del oficialismo, se ha regado la leyenda de que su hermano y ella pertenecen a partidos de la oposición y recibirían dinero por difundir los mensajes de sus filas. Hay miedo. Mientras habla, la vereda se llena de gente. Traen tumbadoras, tambores, bongós. Instalan un toldo. Pareciera que comenzará un mitin político, pero no es así. Grabarán un video. En una casa de la calle principal de Fila de Marín entran y salen decenas de personas. Montan una olla al lado de la puerta para el sancocho de más tarde. Huele a compuesto y maíz. Desfilan morenos calvos y cincuentones, corretean los niños, se tongonean las mujeres, saludan los viejitos, aparece un borracho, deambulan los perros. Pareciera que el único que falta es Víctor, quien pasó más de cuatro meses dentro de El Helicoide sin ver el sol; recluido en una celda junto a una docena de personas, sin ventilación, con poca agua y durmiendo en el piso.

El joven fue liberado en la noche del sábado 2 de junio en el segundo grupo de excarcelados por el Gobierno de Nicolás Maduro, entre los que se encontraban dirigentes opositores, diputados y activistas. «¡Víctor, Víctor, Víctor!», comenzaron a corear sus familiares y amigos luego de que Navarro cruzara las puertas de la sede de la policía política.

“¿Por qué está allí?”, se le pregunta a la hermana. Después de cinco horas de conversación y múltiples conjeturas, Migdalvis concluye: “Es un trapo rojo. Víctor es un líder juvenil, un chamo que no estaba inscrito en partido político alguno pero como voluntario de algunas ONG conocía a mucha gente con poder. Él sería la pieza perfecta para meter a todo el mundo en un mismo saco: chamos de la resistencia, jóvenes de la calle y líderes de fundaciones o políticos. Él tiene fotos, por ejemplo, con Luis Vicente León (director de la encuestadora Datanálisis), Alberto Vollmer (presidente de la empresa Ron Santa Teresa) o con dirigentes políticos; entre muchos otros. Es posible entonces que quieran utilizarlo para justificar la detención de otras personas. Yo no lo vi, pero me contaron que en el canal de televisión estatal, VTV, dijeron que habían capturado “una célula terrorista”. Algo relacionado con la quema de unos autobuses Yutong que un grupito de jóvenes hizo el 23 de enero de este año. Al parecer mi hermano aparecía en las fotos que mostraron, pero él no estuvo allí. Lo que sí sabemos es que en el Sebin lo pusieron a declarar y lo han grabado muchísimo”.

El joven fue liberado en la noche del sábado 2 de junio en el segundo grupo de excarcelados por el Gobierno de Nicolás Maduro, entre los que se encontraban dirigentes opositores, diputados y activistas. «¡Víctor, Víctor, Víctor!», comenzaron a corear sus familiares y amigos luego de que Navarro cruzara las puertas de la sede de la policía política rumbo a la libertad.

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Embajador comunitario

Cuando era estudiante de noveno grado en el Colegio Don Pedro de Fe y Alegría de San Agustín, Víctor fue seleccionado por la Fundación Embajadores Comunitarios para recibir clases de oratoria, acontecer nacional y negociación. Su hermana asegura que aún y siendo un chamo de apenas 15 años de edad se volvió voluntario de esta ONG y empezó a dar clases a sus compañeros.

La preparación que recibió proyectó su carisma natural. Víctor emprendió una carrera que incluyó cursos en economía, políticas públicas, gerencia, liderazgo y resolución pacífica de conflictos. En el año 2013 asistió a la sede de la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York, donde él y su equipo ganaron un reconocimiento como Mejor Delegación en la Conferencia Internacional del Trabajo, por destacarse “en la búsqueda de soluciones hacia el desempleo juvenil”.

VictorNavarro4Antes de ser detenido por el Sebin estaba terminando su tesis para concluir la carrera de Comunicación Social y tenía una beca del 100 por ciento en la Universidad Monte Ávila.

En internet puede verse su participación en el evento PechaKucha Night de 2016. Allí habla del impacto positivo que proporciona la Fundación Embajadores Comunitarios en los jóvenes de las barriadas caraqueñas, a través de la educación. En el video se escucha cómo lo aplauden los asistentes, al conectarse con su mensaje.

“Es importante saber que a pesar de que nosotros no decidimos dónde nacemos podemos lograr muchísimas cosas. Yo quise cambiarle el discurso a mi mamá, que ya no hablara de quién le quitó el marido a quien, sino que comprendiera por ejemplo qué significa un gobierno totalitario (…) En Venezuela se llegó a un punto donde soñar es peligroso y esto me llevó a pensar qué quiero para mi vida, porque no es lo mismo vivir que vegetar. Vegetar es nacer, crecer y morir. La vida es nacer, reír, llorar, disfrutar, fracasar, es salir adelante, es discernir; ¡pero sobre todo es soñar! Mi nombre es Víctor Navarro, tengo 20 años y simplemente sueño que se cumpla el sueño de 30 millones de venezolanos”, dijo en su presentación.

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Víctor ya no pertenece a la Fundación Embajadores Comunitarios. Estuvo allí entre los años 2010 y 2016. En 2017 decidió organizar un programa que brindara educación a niños y adolescentes de la calle. Migdalvis explica que buscaba fundar una ONG. “Había más de 20 chamos que llegaban a Víctor para pedirle ayuda. Él les compró unos termos de café, para que por lo menos tuvieran algún ingreso. También les donaba alimentos. Eran jóvenes que hacían vida en la plaza Altamira”, relata.

Yelimar Yeguez y Gustavo Sanz conocen a Víctor desde el liceo. Son del barrio y son sus mejores amigos. Están desconcertados con su detención. “Desde que lo conocí compartía mi desayuno con él. Siempre tenía hambre y comía muchísimo. La vida de nosotros era una broma permanente. A mí hasta me lanzaron en la fuente de Parque Central. Él es mi hermano y ya era una tradición que los días 24, 25 y 31 de diciembre la pasara acá con nosotros. Lo conozco y sé que sólo se ha dedicado a cuidar a la gente”, afirma Yelimar. “Víctor es una excelente persona pero cuando a alguien de acá le va bien, empiezan a decir que anda en cosas raras o le están pagando. Cuando le pedían comida le era imposible negarse. Él quería ayudar a todo el mundo, pero yo siempre le decía que no a todos se puede ayudar. Le faltaba malicia”, añade Gustavo.

En esa casa de San Agustín donde tanto se le extraña, Migdalvis cree que al final su hermano cayó en una trampa, con una petición de ayuda que, en realidad, buscaba información sobre la llamada “resistencia”, para desarticularla. Por eso ella insiste en recalcar que Víctor no tenía vínculo alguno con estos grupos, pues es un convencido de la educación como única arma para desterrar la pobreza y lograr los cambios.

VictorNavarro3“Cuando tú has pasado hambre, que eso es horrible, te pones en los zapatos del otro y quieres ayudarle. Nosotros tomábamos agua de lluvia o comíamos arepas que mi mamá ponía en la plancha de la ropa porque no tenía ni para el gas. Basta revisar la trayectoria de Víctor para entender que él es ajeno a todo lo que signifique violencia. Más bien reclutaba a los jóvenes para que no cometieran delitos. Es natural creer que siempre se busque un beneficio por nuestras acciones, pero él es muy desprendido y apoyaba a todo aquél que lo necesitara. Esto incluyó a quienes hacían vida en Plaza Altamira. Quizá ese fue su error”, reflexiona Migdalvis.

Narrar todo el proceso jurídico del joven puede ser tan extenuante como bajar y subir las escaleras desde San Agustín del Sur hasta El Helicoide ida y vuelta. Algo que deben hacer sus hermanos y su madre para llevarle comida y agua, al menos tres veces al día.

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Lo concreto: fue detenido el 24 de enero de 2018 a las 5:00 de la madrugada en un apartamento de La Floresta que un conocido le había prestado. Allí apenas tenía una semana. Vecinos que vieron el hecho aseguraron que fue sacado a empujones. Le atribuyen los delitos de agavillamiento e instigación pública. Migdalvis explica que la ley establece que debe ser juzgado en libertad y en caso de tener medida cautelar puede salir de prisión luego de que se presenten los fiadores. Nada de esto ha ocurrido.

“Le quieren dar un tinte que no tiene. Su expediente tiene montones de Post-it pegados con la indicación Preso político. Nos han negado la posibilidad de visitarlo. Nos revocaron a su abogado defensor, ahora tiene defensa pública; y la audiencia fijada inicialmente por el Tribunal 31 de Control para el 12 de abril fue pospuesta. No lo presentaron. No sabemos cómo está su salud. No nos dejan pasarle medicamento y no tenemos idea si recibe asistencia médica”, añade.

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En la casa de la mamá de Víctor no hay luz. Migdalia López admite que la oscuridad le llega al alma: “No lo supero. No puedo comer. Tampoco duermo. Perdí la sonrisa. Es lo peor que me ha pasado en toda mi vida. Hice lo imposible para que mis hijos fueran distintos y ahí está, preso. “¿Tú tienes idea de lo que significa sacar adelante a unos jóvenes y que sean sanos dentro de un barrio?”, pregunta con impotencia.

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El martes 30 de enero unos sujetos con pasamontañas y armas largas se aparecieron en su casa a las 8:00 de la noche para pedirle que los acompañara hasta la sede del Sebin. Querían interrogarla. Regresó a la 1:00 de la madrugada. “Yo siento que esas personas saben todo de uno, son solo ganas de preguntar. Querían saber si yo tenía conocimiento de que él se entrevistaba con líderes políticos. Yo les dije que él no tenía ninguna bomba debajo de la cama. Solo tiene un pensamiento diferente y eso hay que respetarlo”, comenta.

No llora. La indignación no se lo permite. La terrible paradoja es que Migdalia en algún momento confió en el proceso liderado por Hugo Chávez. Ella explica que desde joven fue activista social, con el papá de los muchachos. Por eso cuando Chávez ganó la presidencia, ella trabajó como promotora cultural. No lo niega. Pero de un tiempo a esta parte, reconoce que los beneficios que podrían haber llegado a su comunidad terminaron diluyéndose y ahora solo hay largas colas y mucha miseria.

VictorNavarro1El hogar de Migdalia queda a pocos metros de El Helicoide. Le resulta doloroso imaginar que su hijo está allí. Tan cerca y tan lejos de ella: “Yo les dije a los funcionarios que me interrogaron: ‘Yo vivo allí’ (señalando hacia el cerro), pero me respondieron que eran órdenes de arriba. Primero me decían que esperara 45 días mientras duraba el proceso de investigación. Yo los conté, pero mira el tiempo que ha pasado y nadie me dice nada”.

Reconoce que el fanatismo envileció el proceso en el cual creía: “Cuando llegó Chávez yo hacía trabajo en la parroquia. Se buscaba transformar al hombre a través de la cultura. Pertenecí a todos los gabinetes culturales de San Agustín. Era una animadora y me lo creía. No entré con mentalidad de vivaracha. Pero ahora cómo puedo defender a este sistema si agarran a un muchacho inocente como mi hijo. Eso es injusto”.

No comprende por qué lo detuvieron. Lo único que le han explicado es que él viajó con la Fundación Embajadores Comunitarios a Nueva York, a la sede de Naciones Unidas. Ella les refutó: “¡Eso fue a los 15 años y eso no significa que los adoctrinen; yo solo sé que con mis recursos nunca hubiera podido montar a mi hijo en un avión!”.

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Migdalia sigue enumerando las virtudes de su hijo y las dificultades que sufrió para sacarlo adelante. Asegura que en un colegio donde había 1.227 alumnos, entre preescolar y bachillerato, Víctor sacó las mejores notas. Por eso recalca que es absurdo que lo detengan solo por suposiciones. “Me siento muy decepcionada. Desde que murió Chávez veo que la vaina no se está dando. Vamos para atrás. Tenemos que hacer cola en el banco o pararnos a las 3:00 de la mañana por una pasta de diente”.

Ahora solo le queda esperar hasta la audiencia, programada para el próximo 14 de mayo. Se escuchan aplausos en el barrio. Llegó la luz.

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