Opinión

Coincidencia por conveniencia: el extremismo

Entre el grupo que se atornilla en el poder a costa de lo que sea y el otro que apuesta a una vía rápida poco realista hay vasos comunicantes: se alimentan de argumentos inflexibles. El extremismo es así, lo explica Ramón Guillermo Aveledo

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Extremismo

Coinciden los extremismos, les conviene. El extremismo en el poder detesta el voto porque no puede ganar limpiamente. El otro lo desprecia porque cree que puede lograr su objetivo por una vía rápida. Por eso se abastecen mutuamente con argumentos para mantenerse en posiciones inflexibles. La declaración del Ministro de la Defensa y la sentencia contra Voluntad Popular forman parte de la estrategia.

Y los venezolanos, pagando la cuenta.

Por supuesto que un General en Jefe sabe que el 328 constitucional dice que la Fuerza Armada Nacional no tiene militancia política y “está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna”. Y que el 330 distingue en los derechos políticos de los miembros de la institución militar el sufragio, que sí tienen, y los que no, como postularse a cargos de elección o “participar en actos de propaganda, militancia o proselitismo político”.

Y si lo sabe, ¿por qué declara lo que declaró? Apartando la soberbia arrogancia que mezcla provocación con adulación, lo hace porque su compromiso político con el grupo en el poder priva en él sobre su compromiso constitucional con todos los venezolanos. Él es un dirigente muy importante, decisivo, del equipo que manda y hace lo que le convenga a ese interés, aunque no sea el de los venezolanos.

Con Voluntad Popular, el mismo grupito pasó de querer prohibirlo por “terrorista” a entregarlo al alacranismo naranja. La receta de AD y Primero Justicia y antes de COPEI, PPT, Podemos y otros complica -¿o simplifica?- más las cosas para un partido que siempre ha deshojado la margarita entre caminos políticos y no ha exorcizado el salidismo, aunque le ha ido muy bien con el voto en diputados y alcaldes al punto que uno de los suyos, Juan Guaidó, alcanzara el máximo protagonismo nacional e internacional.

Pero no hay “empate catastrófico” si un lado se sale con la suya y el otro no tiene cómo imponer su voluntad. Entretanto, el país se nos desbarata. ¿Responsabilidad de la insensatez del grupo en el poder? Ciertamente, pero no sólo.

Lo opuesto a la estrategia contra nuestro derecho al voto, no es votar “como sea” y cargarle la pólvora al resto de la oposición para agotarnos en un debate suma cero. Eso ayuda al poderoso adversario. Se trata de articular un movimiento nacional por el voto libre. Reunir fuerza y hacer presión. El tiempo vuela, pero no se construyen respuestas con prejuicios.

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