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"Comienza una nueva eliminatoria"… ¿Se puede volver a soñar?

El análisis futbolístico no variará: Venezuela seguirá ofreciendo su fútbol en el que la posesión y aprovechamiento de ella sea la marca registrada, con nuevos intérpretes que las circunstancias obliguen (ausencias por lesión o acumulación de tarjetas).

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Foto: AP

Vuelve el proceso de eliminatorias mundialistas en un escenario distinto al que Venezuela dejó en el mes de marzo, cuando la ahora bicampeona de América, Chile, decretaba la salida tempestiva de Noel Sanvicente del cargo del seleccionador tras aquel mortal 1-4 en Barinas.

El escenario es distinto, sí, pero solo en pequeños detalles. El grueso del grupo seleccionado sigue siendo el mismo al de aquella oportunidad (16 caras que estuvieron aquel fatídico martes posterior a Semana Santa repiten llamado) y la antipática tabla de posiciones sigue indicando que la Vinotinto es última con apenas un empate logrado en seis partidos disputados. Un legado que ha recibido Rafael Dudamel en una competición en la que pretende comenzar desde cero como hiciera en la pasada Copa América Centenario.

El propio técnico de la Selección ha decidido enarbolar su propia Campaña Admirable, una cruzada con buen tinte mediático que pretende enganchar a la gente bajo el lema “Comienza una nueva eliminatoria”, maniobra inteligente para ampararse en nuevos y renovados aires que excluyan del camino todo el componente negativo que arrastró los últimos tortuosos días de Venezuela en la ruta mundialista. Y vaya que hay nuevos detalles que mejoran el panorama previo.

La muy buena presentación durante la pasada Copa América de Estados Unidos y todo el paquete que envolvía ese logro, es el activo fijo de más valor que tiene Dudamel para la “osadía” de invitar a todos de nuevo a montarse en el carro de la ilusión clasificatoria. Si bien los números hoy revelan que el objetivo Rusia está prácticamente desvanecido y que meterse entre los primeros cinco al finalizar el fixture será toda una hazaña, los partidos ante Colombia y Argentina tienen una relevancia extraordinaria para el nuevo proceso.

Más allá de la prédica que invita a soñar con la clasificación, el seleccionador sabe que los duelos de septiembre serán los que sirvan para determinar la competitividad de un grupo al que tiene todo el mérito de haber levantado moralmente de las cenizas.

Erradicados los elementos que enlodaron todo el entorno de la Selección en la última doble fecha, analizar desde las referencias estadísticas la factibilidad de hacer seis puntos en las fechas 7 y 8 invita a pensar en positivo. Ganar en Barranquilla ya es una experiencia vivida y el equipo de José Pekerman se ha atragantado en las dos últimas presentaciones ante los nuestros con un par de derrotas.

En cambio, Argentina sigue siendo el mismo Belcebú que tantos tormentos ha ocasionado a Venezuela, pero con el referente inmediato del último resultado obtenido en suelo patrio (el 1-0 de Amorebieta en Puerto La Cruz).

Sin embargo, las probabilidades por antecedentes recientes en el fútbol solo sirven para generar centimetraje en los análisis periodísticos y sustento a quienes discuten sobre el tema en las calles. La realidad de las opciones de Venezuela parte del cambio de mentalidad que el grupo ha desarrollado, el buen ambiente que se disfruta en su seno, la convicción de poder seguir luchando con las capacidades que se tienen, el buen momento que viven sus protagonistas y la puesta en escena de un juego que destaca las potencialidades y minimiza los puntos débiles que tiene como conjunto.

Esa es la primera oferta que exhibe el combinado nacional para que se pueda creer en alcanzar dos resultados que serían extraordinarios, pero que apenas se reflejaría en la tabla eliminatoria cuando ya el ecuador de la misma se avecina y comienza a determinar quiénes están para la fiesta del verano ruso en 2018.
Invitar a soñar a la gente no es una irresponsabilidad de Dudamel.

Los argumentos antes descritos permiten que haya razones para ser optimistas, pero más allá de las posibilidades de clasificación mundialista que se tengan, contar con el apoyo del aficionado y retomar esa ilusión que ha sido fundamental para los éxitos, es vital para encarar los retos, bien sean a corto, mediano o largo plazo. De este par de choques el técnico sacará las conclusiones sobre qué bases seguir compitiendo.

De momento, pequeños cambios hay, que pueden ser más estrictos en caso que los resultados en esta doble fecha no sean los esperados. Luis Manuel Seijas ha sido uno de los sacrificados, cuando su buen momento de clubes no se extiende a la Vinotinto. La admisión de no estar ni psicológica ni futbolísticamente apto para acompañar el emprendimiento de la gesta, denota que hay decisiones radicales que el seleccionador irá tomando, de acuerdo a las circunstancias y al desempeño puntual. Hay jugadores que están pidiendo espacio y parece haber llegado el momento definitivo los Añor, Otero, Peñaranda y compañía.

Se extrañará la baja de Alejandro Guerra, cierto. El mejor jugador venezolano en la pasada Copa América y su maravilloso estado individual era una garantía de dinámica en la mitad de la cancha, sobre todo ante Colombia, rival al que el de Lomas de Urdaneta suele ser harto decisivo. Sin embargo, la experiencia reciente indica que las variantes suelen cumplir los retos con creces (tal es el caso de Alexander González cubriendo la lesión de Roberto Rosales) y el buen momento camerino adentro garantiza que la alternativa de Guerra no genere dudas.

El análisis futbolístico no variará: Venezuela seguirá ofreciendo su fútbol en el que la posesión y aprovechamiento de ella sea la marca registrada, con nuevos intérpretes que las circunstancias obliguen (ausencias por lesión o acumulación de tarjetas). El sello distintivo sigue en proceso de construcción y estas dos pruebas de fuego serán el escenario comprobatorio para medir si la recuperación no fue cosa de una competencia.

Después de tanta amargura en un rompimiento, la emoción que genera una nueva novia permite que las expectativas se levanten y todo comience desde cero. Es momento de darle opción a la ilusión.

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