Opinión

Coronavirus: una mirada reflexiva

Desde su experiencia, Ricardo Adrianza orienta sobre cómo enfrentar, desde la trinchera individual, la difícil situación por la covid-19

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Cottonbro / Pexels

La crisis de salud originada por el coronavirus, que azotó a China primero, y que se extendió después por todo el mundo, ha generado medidas que restringen el movimiento de personas y el confinamiento para proteger a los ciudadanos.

En nuestro país, los efectos de la pandemia no han sido la excepción: estos largos ocho meses de confinamiento (recientemente alternados con la conocida propuesta del 7+7) han generado a muchos múltiples sensaciones y emociones que quebrantan la tranquilidad e invitan a buscar fórmulas que permitan capear el temporal de la mejor manera.

Teorías y escritos con consejos apreciables hay muchas y, o bien cada uno impone sus formas, o la experiencia vivida les ha marcado la ruta. No obstante, con este pretendo dejarles algunos consejos, para seguir encarando este episodio tan repentino y dantesco, que nos mueve las fibras internas hacia una reflexión obligada, pero necesaria.

Al igual que ustedes, soy un fiel creyente de que las cosas suceden por alguna razón. Yo prefiero pensar que el propósito final de esta pandemia es dejarnos un aprendizaje y hacernos un llamado de atención oportuno para valorarnos más profundamente como seres humanos. En pocas palabras, una oportunidad sin precedentes para hurgar dentro de ti, conocer tus miedos, replantear objetivos, y activar tu potencial para los retos por venir. ¿Cómo lograrlo?

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Yaroslav Danylchenko / Pexels

Sin pretender que comulgues con mis formas, dejo estas simples reflexiones como referencia, y hagas más llevadero tus días ya que, aunque hay un buen trecho recorrido y abundan las buenas noticias con los resultados de las pruebas de algunas vacunas, no todo está terminado y existe una posibilidad cierta de que esta “normalidad” se extienda en buena parte del año venidero:

Aceptación activa: esto implica aceptar las cosas como son. Aceptar las emociones es un paso muy importante para encausar esta tragedia que nos agobia. Cuando aceptamos la realidad (lo bueno y lo malo), le damos paso libre a lo que sentimos y dejamos que fluyan todos nuestros miedos. Lo importante aquí es estar consciente de ellos, para consecuentemente desprendernos. Si actúas de manera irracional, eso te dará una visión limitada de la situación y estarás en problemas. A nadie le gusta estar controlado por las fuerzas de la naturaleza, pero hoy es una realidad. Que no te guste, está bien, pero eso no cambia el hecho de reconocer la supremacía que hoy tiene esa realidad. Por lo tanto, se impone buscar la forma de cómo enfrentarla. No es la situación en sí misma, sí la forma como decidimos mirarla.

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Foto Anna Shvets / Pexels

Actitud: este ingrediente debe estar presente en nuestra fórmula diaria de enfrentar la vida. Mantener una actitud positiva te permite valorar las situaciones que se presentan en su justa medida y enfocarte solo aquello que te reporta crecimiento. Aparta de tu mente los pensamientos negativos y revierte esa postura, para que tus emociones se enfilen en una dirección esperanzadora.

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Foto Cottonbro / Pexels

Acepta el reto de mirar dentro de ti: soy un convencido de que la felicidad se construye desde adentro. Podrá sonarte un enunciado soñador, pero cuando nos anclamos en este concepto, aterrizamos objetivos y hacemos nuestra realidad vivencial más lineal, lo que te permite separarte de las expectativas y desprenderte de los efectos propios de la situación. Eso – indefectiblemente – te hará vivir en el presente y alguien más feliz.

Ajusta tu discurso interno: mantén todo lo que hablas en tu interior, centrado en la buena información y los buenos resultados. Tu discurso interior refleja tu imaginación, y tu imaginación es tu vínculo con la intención. Controla tus pensamientos, sé optimista. Cuando lo eres, estimulas partes del cerebro asociadas con la imaginación, motivación y empatía. Si lo logras, estarás dispuesto a ayudar a otros y valorar las pequeñas cosas que se nos presentan a diario de diferentes formas.

Lea también: La felicidad se construye desde adentro 

Un día a la vez: evita preocuparte demasiado por el futuro y enfila todas tus baterías en el hoy. Cuando nos anclamos en el hoy, tenemos una mejor visual de lo que sentimos y nos apartamos del sendero que nos conduce a la ansiedad.

Ponte en acción: no abandones tu rutina, y si esto no es posible por los avatares propios de estar en el hogar, establece una que sea compatible contigo, con tu trabajo y con tu familia. Organiza tu día de la mejor forma, ponte en órbita desde temprano, revisa tus emails y concéntrate lo mayor posible en tu trabajo con las herramientas que tengas. Una vez cumplida esa meta, comparte con tus hijos y con tu pareja, acércate – en la distancia– a aquellos familiares o amigos que tienes mucho tiempo sin llevarles la pista. Muchas veces, una palabra de aliento – después de tanto tiempo – tiene un significado muy especial.

Agradece: está comprobado científicamente que agradecer nos hace más felices. Es un buen momento para practicarlo. Agradece la fortuna que tienes de contar con un techo y las “mínimas comodidades” para enfrentar esta calamidad. Agradece la vida y el valor incuestionable de la salud, esta última tan mentada, y que hoy reivindica ese dicho tan conocido de que “la salud es lo más importante”.

Conecta con la fuerza del amor: es quizás la recomendación más importante. El amor es la energía que potencia nuestras ganas y moldea nuestra fuerza interior. Vivir en amor es vivir en positivo y te acerca a Dios.

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Por último, toma ventaja del momento que, aunque perverso, nos da una oportunidad insustituible de torcer el camino de la vida a nuestro favor.

En definitiva, ¡disfruta el viaje y conviértete en tu mejor versión!

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