Opinión

Corrupción, ignorancia, crueldad y ridiculez

¿Alguien conoce la historia de la casa del Mariscal Louis Franchet D´Esperey en Maracay? Es posible que sus ocupantes la desconozcan. O la desprecien, a juzgar por lo que vio Carolina Jaimes Branger

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Carolina Jaimes Branger

Tenía tiempo sin ir a Maracay, ciudad que amo, porque viví allá durante 21 años, que fueron intensos, fructíferos y felices. Esta mañana fui y casi que se me cayó la quijada cuando pasé por lo que era la casa del Mariscal Louis Franchet D´Esperey, que desde hace unas décadas alberga la IV División Blindada del Ejército. Una casa con una historia maravillosa, que me contó mi querida Cristina Gómez Núñez de Martínez, hija del General Juan Vicente Gómez.

Su padre sentía una enorme admiración por el mariscal francés y varias veces lo invitó a venir a Venezuela. D´Esperey fue comandante del ejército aliado asentado en Salónica durante la I Guerra Mundial, de donde salió a realizar la campaña del Frente Macedonio que derrotó a los alemanes en Los Balcanes y puso punto final a la guerra.

La respuesta del mariscal a la invitación invariablemente era “no puedo”. Pero decirle que no a Gómez no significaba que él fuera a aceptarlo. La cuarta vez que lo invitó, el mariscal, apenado, le respondió que él ya estaba viejo y muy adaptado a su casa de provincia. Que si no fuera por eso, vendría a Venezuela con todo gusto. Entonces Gómez envió a un arquitecto a Francia para que copiara idéntica la casa de D´Esperey y la mandó a construir en plena Avenida Las Delicias de Maracay. Cuando estuvo lista, le envió otra invitación: “ahora no me puede decir que no, porque va a llegar a su propia casa”.

El mariscal vino desde Francia y se quedó en “su” casa. Ese inmueble, una joya tanto por su historia como por su arquitectura, fue mantenido intacto a lo largo de los años… hasta que llegaron los militares chavistas, con su carga de ideología y sobre todo, de cursilería. No tengo palabras para describir el adefesio en el que lo convirtieron. Borraron la historia a punta de mamotretos y mosaicos. Hubiera sido preferible que la demolieran. Es parte del revisionismo histórico al que nos ha sometido el régimen chavista.

Nuestros niños y jóvenes tienen demasiados estímulos y distracciones para tomarse el tiempo de investigar qué nos trajo hasta aquí. La escasez de maestros y profesores no hace más que empeorar el panorama. Si ya nadie quiere estudiar medicina, ingeniería, derecho, administración, economía u otra profesión convencional, porque en vez quieren ser tiktokers, influencers o youtubers… ¿quién va a querer estudiar historia?

Hay una frase que erróneamente se le ha atribuido a Karl Marx, pero que es del filósofo estadounidense George Santayana: “los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla”. Y en nuestra Venezuela de hoy el régimen de Maduro ha hecho todo lo que ha podido por reinventarla… ergo, todo lo malo que ha pasado seguirá repitiéndose hasta que termine este horror.

Parecieran estar empeñados en que no nos sintamos identificados con nuestra historia. Es como si no hubiera existido. Antes de Chávez, la nada. Y lo cierto es que si no aprendemos de lo que nos ha pasado, indefectiblemente repetiremos una y otra vez nuestros desaciertos, que han sido muchos, pero tampoco conoceremos las páginas de gloria, que también hemos tenido. Podrán decirme que los chavistas hablan hasta el cansancio de Bolívar, pero el Bolívar del chavismo no es el Bolívar histórico. Es como un “Back to the future” de Chávez… ¡auxilio!

Volviendo a la casa del Mariscal D´Esperey que dio pie a esta reflexión, quiero terminar con una frase de Gustavo Coronel: “Las cuatro patas del taburete chavista son la corrupción, la ignorancia, la crueldad y la ridiculez”. En esa casa conviven las cuatro.

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