Venezuela

Credenciales de Delcy para encabezar la Comisión Coronavirus

Si el virus llega a Venezuela, no habrá expertos al frente de su combate, no habrá hospitales preparados para recibir a los afectados, ni habrá recursos porque ya se los robaron o los jerarcas les echarán garra antes siquiera de que pueda comprarse el primer reactivo

Requisitos de Delcy para encabezar la Comisión Coronavirus
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En los días de silencio del régimen respecto del coronavirus, muchos se preguntaban qué sería de Venezuela si el mal de Wuhan llega a sus costas… Era un comentario de tono lastimero debido a la ineficiencia del chavismo, su gran tendencia a la improvisación, su fobia a los especialistas, su apego a la mentira y su voraz rapacidad.

Si el virus llega a Venezuela, no habrá expertos al frente de su combate, no habrá hospitales preparados para recibir a los afectados, ni habrá recursos porque ya se los robaron o los jerarcas les echarán garra antes siquiera de que pueda comprarse el primer reactivo. Ahora se sabe que el panorama es peor. Mucho peor.

Los temores fueron atizados este jueves, 27 de febrero, cuando Nicolás Maduro anunció que había creado una comisión contra el coronavirus, a cuya cabeza pondría a su vicepresidenta, la ubicua Delcy Rodríguez. Como es costumbre, Maduro no desaprovechó la ocasión para sacar de paseo su ignorancia, de la que ha dado muestras de estar más que orgulloso. No puede concluirse otra cosa. En cadena audiovisual dijo que el virus podría ser “una cepa creada para la guerra biológica contra China”.

Y uno se pregunta, con tantos militares disponibles, uniformados que también carecen de formación en medicina y en políticas sanitarias, por qué el régimen escoge a Delcy Rodríguez para coordinar la Comisión Coronavirus. ¿Para que está preparada la de los comercios secretos con el ministro español José Luis Ábalos? ¿Cuál es su trayectoria, su especialidad, su experiencia laboral? Ser jerarca del chavismo. Nada más.

Revisemos las acciones que sustentan esta certeza. Pero primero, establezcamos los antecedentes.

El 11 de mayo de 2017, Nicolás Maduro destituyó a su ministra de Salud y Desarrollo Social, Antonieta Caporale, tras la divulgación de cifras oficiales que registraban un fuerte aumento de la mortalidad infantil y materna, así como un repunte de enfermedades ya erradicadas en Venezuela, como la malaria.

Designada en enero de este mismo año, 2017, Caporale no había completado los cuatro meses en el cargo cuando un boletín epidemiológico del Ministerio de Salud cruzó el silencio para revelar que, entre 2015 y 2016, se había registrado un aumento de 30,12% en la mortalidad infantil y de 65% en la materna. Era el primer boletín ministerial difundido desde mediados de 2015; y en él se daba cuenta de 11.466 muertes de niños de 0 a 1 un año, 756 fallecimientos maternos, y un incremento de 76,4% en los casos de malaria. Eran 240.613 venezolanos enfermos de malaria en un año, de los que el Gobierno no quería que se informara.

Maduro no había inventado nada. En 2007, Chávez nombró ministro de Salud y Desarrollo Social al teniente coronel Jesús Mantilla, quien muy pronto encubrió datos sobre enfermedades epidemiológicas, como la peor epidemia de parotiditis en el continente, con más de 200 mil casos entre 2008 y 2009, así como la entrada en Venezuela de la pandemia de AH1N1. En la gestión de Mantilla se agudizaron las deficiencias en la infraestructura de los centros asistenciales, cerraron servicios por insalubridad y falta de mantenimiento y, por cierto, empezaron los escándalos de corrupción. Mientras Mantilla estaba al frente del despacho de Salud dejó de circular el Boletín Epidemiológico, que se publicaba desde 1938, cuando lo institucionalizó el brillante sanitarista venezolano Dr. Darío Curiel Sánchez (1903-1983), porque el militar Jesús Mantilla no creía en los expertos. Así lo declaró.

Sin uniforme, pero igualmente altanero, Luis G. Montiel, director de Epidemiología del Ministerio de Salud, argumentó, en 2008, la censura en los siguientes términos: «Si empiezan a utilizar el boletín epidemiológico para desestabilizar, para el golpismo o para el terrorismo, no podemos permitir que con nuestro propio instrumento que estamos empleando para la toma de decisiones y la mejora de la salud del pueblo, vengan los medios de comunicación a hacer oposición y hagan terrorismo mediático, y le creen un problema de salud mental a la población venezolana».

En julio de 2013, durante el desarrollo de la segunda epidemia pospandémica de influenza AiH1N1), la entonces ministra de Salud, Isabel Iturria, quien se había negado a aceptar que estábamos en presencia de una epidemia y desestimó la importancia de la vacunación, ofreció aquella célebre declaración: «El problema», dijo Iturria, «no es el número de casos o el número de muertes… no es el parte diario numérico el problema… el asunto es cómo hacemos para informar a la gente adecuadamente sobre las medidas que deben tomar para prevenir la influenza. [..] Yo no voy a decir los números». Y remató: «Los medicamentos indicados contra la AH1N1 son: ninguno».

Tras sucesivas intermitencias, el Boletín Epidemiológico se dejó de publicar el 1º de noviembre de 2014. Sin justificación alguna, se suspendió la divulgación de datos epidemiológicos, que realizaba regular y semanalmente el Ministerio del Poder Popular de la Salud, al que no le importó para el momento de aplicar la censura. En Venezuela se estaban diseminando tres graves epidemias: malaria, fiebre chikungunya y dengue. En julio de 2015 dejaron ver el Boletín; y después de eso circuló para costarle el cargo a la ministra. Los índices de desnutrición se desconocen desde 2013, así como la incidencia del cáncer.

En 2015, el ministro Henry Ventura no solo restringió arbitrariamente la información epidemiológica, como sus antecesores, sino que además amenazó con eliminar definitivamente la publicación del Boletín. El 24 de abril de 2015 anunció que el Boletín no iba «a salir más nunca»; y que en lo sucesivo la información sería suministrada en rueda de prensa que él daría todos los viernes. Desde luego, esto tampoco ocurrió.

Francisco Hernández, viceministro de Hospitales, justificó la opacidad en una rueda de prensa que dio en el hospital de Niños J. M. de los Ríos, para decir que no tenía sentido publicar una información «que la gente a veces no sabe cómo interpretar».

En 2016, cuando las cifras de la malaria ya eran alarmantes, los voceros del Gobierno aseguraban que el brote estaba “controlado”.

Ahora estamos ante la amenaza del coronavirus, que ya llegó a América Latina, y estamos en manos de Delcy Rodríguez, cuyas credenciales son las que siguen:

Mayo de 2016. La entonces canciller afirmó, ante el Consejo General de la Organización de Estados Americanos (OEA), que el desabastecimiento en Venezuela era falso y que «la cantidad de alimentos importados daba para alimentar a tres países».

Septiembre de 2018. Rodríguez negó que el flujo migratorio de venezolanos obedezca a una crisis humanitaria, y acusó a organismos internacionales, como la OEA, y a medios de comunicación de divulgar noticias falsas sobre la migración de venezolanos.

Febrero de 2019. Delcy Rodríguez negó que en Venezuela hubiera una crisis humanitaria y dijo que era «una justificación para una intervención extranjera».

Mayo de 2019. Delcy Rodríguez dijo que el país no estaba afrontando tiempos difíciles sino viviendo «tiempos de alegría».

Septiembre de 2019. En su intervención en el 74° Período de Sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, Delcy Rodríguez empezó diciendo que estaba allí para «dar a conocer muy buenas noticias sobre la República Bolivariana de Venezuela». Y la primera era que «Venezuela está en paz».

Afirmó que el país cuenta con un «sistema de protección social que abarca, sin distingo alguno, a casi diecinueve millones de venezolanos y venezolanas».

Calificó de mentira las cifras que entonces estimaban en cuatro millones los venezolanos que habían huido del país por la crisis y dijo que, en vez de eso, lo que «hay es un gran flujo migratorio, pues hay más de 6 millones de colombianos viviendo en nuestro país».

Y no se quedó allí: aseguró que en 2019 se habían incrementado en Venezuela «la tasa de escolarización, el consumo eléctrico, de gasolina».

Con semejante trayectoria, ya sabemos por qué fue designada Delcy Rodríguez por un régimen fracasado en materia de salud, que oculta la información sobre epidemias y enfermedades transmisibles, como ha ocurrido en los últimos dos años con el sarampión, la tuberculosis y el VIH, virus este último cuyas cifras de mortalidad aumentaron por la falta de tratamiento antirretroviral. No por nada, los expertos aluden al Ministerio de Salud como “caja negra”. Ya este despecho tiene quien le garantice la inacción y el mutismo. Pero no se extrañen de que, al mismo tiempo, la comisionada salga a pedir recursos.

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