Venezuela

Cuando las arepas se dispersan por toda América

El tamaño de la crisis venezolana se puede contar por el número de personas y establecimientos que están vendiendo, formal e informalmente, arepas para sobrevivir en casi todos los países del continente.

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FOTO: AREPA'S STATION

He tenido la oportunidad de viajar por varios países de la región en los últimos años y he visto el crecimiento sostenido de compatriotas que buscan mejorar sus condiciones de vida escapando de una situación crítica que ha llevado a Venezuela a un colapso total. Una de esas maneras es vendiendo arepas, producto nacional, que permite inmediatamente reconocer su procedencia.
Otras formas rápidas de reconocer a estos trabajadores exiliados son por el uso masivo de la bandera nacional, por las franelas de la vinotinto, por la forma de hablar, por la vestimenta e, incluso, por la gesticulación corporal de algunos de ellos (el zumbadito venezolano).
Por el hecho de investigar la temática migratoria desde el siglo pasado, entrevisto a muchos venezolanos que han emigrado. Utilizo para ello tanto el método formal (académico) como el informal (simplemente hablar con ellos donde te los encuentres) y en ambos encuentro similitudes. En el primer caso la indagación es estructurada o semiestructurada según la metodología que se utilice y la otra forma es simplemente auscultar a boca de calle (o donde los encuentres) su opinión. La pregunta infaltable, es la referida a como haces para sobrevivir, es decir, en qué trabajas.
Ya en el 2017 la emigración de venezolanos no sólo es masiva sino diversa. Encuentras a PhDs, profesionales con postgrados, estudiantes y venezolanos sin títulos académicos en todas partes. Pero también hay emprendedores que, incluso, venden arepas de forma ambulante. Lo peor del caso, es que algunos de estos vendedores ambulantes son profesionales que no han podido conseguir trabajo en su área de competencia y eso significa pérdida para ambos países (el emisor y el receptor), dado que ese conocimiento instalado en esas personas no está siendo aprovechado por ninguno de ellos.
Cuando hablas con los areperos en su lugar de trabajo, es decir, en la calle, y te identificas como un compatriota, inmediatamente se alegran de verte. Lo primero que hago es decirles que soy profesor y que investigo sobre el tema migratorio. Lo sondeas rápidamente sobre las razones que lo llevaron a emigrar para no quitarle mucho tiempo y las respuestas son todas similares.
«Señor estoy en ‘modo huida’ por la debacle del país», es la respuesta recurrente.
Entre las causas más comunes, la inseguridad es la primera de ellas y de lejos a la que más valor le dan. Llama la atención que en los últimos dos meses la neo-dictadura ha pasado al segundo lugar desplazando a la escasez de comida y medicamentos; la inflación y falta de oportunidades laborables siempre son mencionadas y la suma porcentual de ellas se acerca al 100%.
Los areperos, como el resto de venezolanos, que han (y están) escapado de la mayor crisis de la historia siguen en aumento. Las estadísticas oficiales están rezagadas y, lo peor del caso, es que algunos compatriotas buscan oportunidades en varios países frontera. Eso hace más difícil seguir las trazas migratorias en número absolutos.]]>

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