Salud

Cuando un "no" puede salvar a tu hijo del abuso

El psicólogo Abel Saraiba, coordinador adjunto de la organización venezolana Cecodap, explica que la palabra "no" es muy significativa para los niños porque marca uno de los primeros hitos de autonomía en su vida.

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¿Recuerdas ese primer día en el que te encontraste a solas en casa con ese pequeño bebé en brazos? En el pasado quedaron el hospital, la enfermera, el pediatra, solo estaban tú y él. Justo allí, con tu recién nacido, comenzó una historia de ensayo y error inundada de mucho amor, pero también de bastante incertidumbre.

Así pasaron los meses y llegó el esperado momento, el de las primeras palabras: mamá, papá, agua y el tan temido NO. Los psicólogos explican que el “no” se encuentra entre las primeras palabras que dice el niño. La misma, con los años, va cambiado de connotación en la medida que el infante va identificándose como un sujeto aparte de su madre o padre. Es decir, cuando ya comienza a reconocer su individualidad.

«¡No me quiero bañar! ¡No quiero esa comida! ¡No lo voy  a hacer!».

Usualmente, se asocian estas repuestas a una conducta que calificamos como negativa. De buenas a primeras asumimos que estamos frente a un niño rebelde y desobediente. Hasta nos atrevemos a decir que es un niño malo porque no obedece las órdenes de sus padres o de los adultos.

¿Pero qué ocurre cuando ese «no» es necesario para el autocuidado? ¿Qué pasa cuando ese no puede salvar a tu niño de convertirse en una víctima de abuso?

El temido NO

El psicólogo Abel Saraiba, coordinador adjunto de la organización venezolana Cecodap, explica que la palabra «no» es muy significativa para los niños porque marca uno de los primeros hitos de autonomía en su vida.

Saraiba señala que tan pronto el niño nace es extremadamente dependiente de sus padres, especialmente de la madre, por todos los cuidados, la alimentación y la subsistencia.

Por lo tanto, “en esta relación el niño no tiene la opción de oponerse por ejemplo a cuándo comer, cuándo dormir o cuándo hacer ciertas cosas. Es el adulto quien regula”.

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Tan pronto el niño empieza a utilizar el lenguaje de manera voluntaria e intencional comienzan a aparecer palabras como «mamá», «agua» y en esa etapa entre los 3 y 5 años adquiere mucha fuerza el tema del «no».

Una correcta gestión de esta respuesta en nuestros niños es significativa cuando necesitamos que ese «no» cumpla una función protectora. El psicólogo de Cecodap detalla que es vital entender que el «no» es una parte del desarrollo evolutivo de los niños.

“Hay que saber que el niño responde que no, no necesariamente porque es un oposicionista; o está desafiando a los padres; o porque los desconoce como padres, sino que es un punto particular de su desarrollo. (…) efectivamente puede significar un deseo de no hacer eso en ese momento y que nos toca en principio respetar cuando nosotros, como adultos, controlamos las variables del entorno del niño. Los adultos tenemos otras estrategias de persuasión, de distracción, que podemos utilizar para canalizar ciertos eventos con nuestros niños sobre todo cuando son muy pequeños”, dijo Abel Saraiba.

¿La obediencia es solo decir sí?

«Los padres solemos tener la propensión de centrar los esfuerzos de la educación de los niños alrededor del tema de la obediencia. Queremos que nuestros hijos sean obedientes», expresa.

Sobre esto el psicólogo Saraiba comenta que los padres desean que, generalmente, los niños digan que sí porque consideran que un buen hijo es respetuoso  y obediente.

“Cuando fomentamos una obediencia absoluta, diacrítica, solo porque lo dice el adulto, lejos de estar protegiendo a nuestros hijos, los estamos exponiendo a distintos tipos de abuso. Por ejemplo, cuando un adulto que pueda ser parte del entorno cercano le pida hacer cosas que ellos no quieren, no se sentirán con la confianza suficiente para decir que no”, advierte Abel Saraiba.

Según el más reciente informe presentado en 2021 por Cecodap, el 12% de los casos atendidos por esta organización son de violencia, siendo la violencia sexual una de las formas más reportadas.

Cifras de las Organización Mundial de la Salud (OMS) revelan que uno de cada cinco menores sufre abuso sexual antes de cumplir los 17 años.

El «no» para evitar abusos

¿Qué rol puede entonces jugar el buen desarrollo de la autoconfianza en los niños y ese buen uso de los «no» para la toma de decisiones?.

Saraiba destaca que el «no», no solamente tiene un componente aparentemente negativo sino que también tiene una función protectora.

Argumenta el especialista que en temas de abuso sexual infantil, por lo general, los agresores son miembros del entorno cercano del niño.  Salvo en el caso de violación, que puede suceder en la calle, casi siempre son personas de confianza que valiéndose de esta abusan del infante.

“Cuando el niño comienza a decir «no», es clave que como adultos podamos entender que esta respuesta no significa necesariamente lo mismo para nosotros que para ellos como niños. Entonces, cuando nos dicen que no a algo, lo primero es identificar la emoción que está presente. El niño nos dice que «no» porque tiene miedo; nos dice que «no» porque está molesto; nos dice que no, pero ¿por qué?”, resalta Saraiba.

Como especialista, recomienda a los padres poner más el énfasis en qué clase de personas queremos que sean nuestros hijos cuando crezcan, qué tipo de relación queremos lograr.

Esto nos va a ayudar con esos objetivos a largo plazo y también a ajustar realmente cuáles de esos eventos cotidianos del día requieren que nosotros nos enganchemos; y cuáles de los eventos no vale la pena engancharnos porque no representan un elemento central.

“Queremos que nuestra hijos sean respetuosos, pero cuando nos dicen que «no», los violentamos. Los insultamos o los tratamos de una manera hostil. Evidentemente, estamos mostrando que hay una profunda contradicción en el mensaje”, advierte Saraiba.

Además dice que es importante tratar de que nuestras intenciones y acciones como padres se encuentren alineadas.

El camino del «no»

En esa ruta del trabajo hacia la independencia de nuestros niños y el manejo del «no», el psicólogo Abel Saraiba recomienda algunos pasos a seguir:

  • Paso 1: reconocer la emoción que está detrás de la situación.
  • Paso 2: preguntarle por qué.
  • Paso 3: en este momento hay que entender que como adultos nuestro rol es de mediación entre el niño y eso que siente, necesita y lo que es su entorno.

“Hay que ayudar a través de las palabras, tratando de que el niño pueda expresarnos el motivo de su negativa, ponerle nombre a lo que esta sintiendo para nosotros poder canalizarlo. Por lo general, el niño dice que «no» porque se está oponiendo. Está encontrado los límites. Está explorando y si nosotros hacemos un pequeña pausa,  introducimos algún elemento distractor o le presentamos una alternativa es posible que la situación cese o se supere”, detalla el psicólogo.

Hay que recordar que los límites no necesariamente implican prohibición. Límites implica reducir la complejidad del estímulo y allí los adultos  controlamos cuáles son las opciones que le damos a elegir al niño.  Cuando le damos una alternativa, esa alternativa la presentamos nosotros, pero vamos generando esa autonomía progresiva que va a permitirle al niño tomar sus propias decisiones e identificar riesgos.

“A los niños hay que hablarles de los riesgos, de los peligros, de lo que está permitido que unas personas hagan o no hagan con ellos. Por ejemplo, ninguna persona puede tocar sus cuerpos o tratarlos de manera en la que ellos no se sientan a gusto”, puntualizó.

A veces queremos que, cuando nuestros hijos cumplan 18 años, les caiga un manto de adultez y puedan tomar decisiones autónomas independientemente de los amigos y del grupo, pero ¿cómo esperar que esto ocurra cuando nunca nos hemos dado a la tarea de permitirles tomar sus propias decisiones o de respetar sus propios limites? Por eso es muy importante tener esa congruencia.

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