Cultura

"Flee": todos buscamos un lugar más allá de las fronteras para llamarlo hogar

La película de Jonas Poher Rasmussen marca un hito en el Oscar 2022: acumula tres nominaciones en categorías distintas y se ha convertido en un éxito extraordinario que, a la fecha, cuenta con 60 premios y 120 nominaciones. Esta mirada profunda dura y generosa acerca de la inmigración, la diferencia, el dolor y la esperanza, es quizás una de las grandes obras del año

"Flee"
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En una de las escenas de la multipremiada “Flee” de Jonas Poher Rasmussen, la cámara contempla el apacible paisaje de la ciudad al otro lado de la ventana. Lo hace con una atención directa, frontal, que parece enviar un mensaje. El mundo que nos rodea tiene un rostro. Uno no siempre amable, pero sí digno de ser admirado. La toma se hace tensa, los colores que delinean los edificios y calles desaparecen de forma gradual. Y después, el largometraje avanza hacia el centro medular de la percepción del tiempo y el lugar.

“Flee”, en toda su discreción de obra autoral, también es una precisa mirada sobre el mundo contemporáneo en plena lucha por la identidad. Por la comprensión de las fronteras y los límites que fragmentan la experiencia de un ciudadano global. En una época hipercomunicada y tecnificada, en la que la globalización define el sentido de la individualidad, ¿quiénes somos? En un mundo obsesionado por la concepción del otro, la diferencia y que atraviesa el prejuicio con dificultad, ¿qué ocurre con los territorios de la discriminación?

“Flee” se plantea ideas de semejante complejidad desde miradas silenciosas y desde la celebración de lo que puede difuminar las líneas entrecruzadas de un mapa invisible. ¿Cómo entender un mundo en el que la nacionalidad, el gentilicio y la percepción sobre el territorio cambia con una rapidez desconcertante? “Flee”, que logra combinar con sencillez y conmovedora franqueza temas tan diversos como la xenofobia, homofobia, la autoaceptación y la generosidad cultural, es un diálogo sobre lo que consideramos hogar.

Incluso, va más allá y se cuestiona acerca de conceptos tan fundacionales como gentilicio, chauvinismo, representatividad y al final, aceptación del otro. Se trata de un esfuerzo narrativo que se entrecruza con una sensibilidad profunda. “Flee” es una obra en la que diversos niveles de interpretación crean un mensaje que subyace bajo la ingeniosa versión de la realidad que muestra en primer plano. Todos estamos en busca de un lugar al que llamar casa. Y esa búsqueda, puede llevarnos a un país, a una habitación, a la simple reconstrucción de la idea del amor.

Ese largo trayecto hacia la belleza

“Flee” sorprende al utilizar una combinación entre cine y animación, para narrar una historia dura y conmovedora. El director y también guionista utiliza el formato cinematográfico para contar en un estilo más cercano al literario, una vivencia personal. Una que el realizador admite cambió su vida y su manera de reflexionar sobre lo que nos une y nos separa en un mundo que tiende a no dar explicaciones sobre la discriminación. Durante su adolescencia en Copenhague, Rasmussen se convirtió en el único amigo de Amin, un refugiado afgano, que logró escapar de su país en medio de un conflicto bélico cada vez más cruento.

Para entonces, el futuro director desconocía gran parte de los dolores de la emigración forzada y la violencia que se perpetra contra los refugiados. En especial, durante la Primera Guerra Civil Afgana de las décadas de 1980 y 1990. Amin se convirtió en una mirada sensible sobre una circunstancia invisible al ojo de las grandes discusiones culturales. En un testigo privilegiado y cercano para Rasmussen sobre una experiencia desconocida. Pero en particular, acerca de las aristas de un conflicto que se vincula con la concepción del ser humano como parte de un territorio o en todo caso, sus tragedias silenciosas.

La convivencia con Amin y en especial los relatos de la vida que dejó atrás al huir, se convirtieron en una obsesión artística para Rasmussen, que finalmente expresa en el durísimo y profundo argumento de “Flee”.

"Flee"

La película es una celebración al hecho de comprender las circunstancias abrumadoras a la incontable distancia del desconocimiento. Pero también, de un recorrido por temas actuales tan complejos como angustiosos. La búsqueda del hogar —físico y espiritual-, la necesidad de la identidad, de ser reconocido y aceptado, se sustentan a través de un guion preciso que utiliza la animación como acento.

Fotograma a fotograma, “Flee” entremezcla la aspiración por la individualidad —un lugar en el cual estar, un amor que brinde esperanza— con la realidad dolorosa, el desarraigo y la destrucción de los espacios personales. Desde su discreta belleza, el film reivindica la urgencia de encontrar un sentido a la soledad contemporánea, bajo la insistencia en que todos necesitamos llegar a un buen lugar después de largos recorridos interiores.

Pero en realidad, “Flee” — y uso brillante de la animación como hoja de ruta hacia puntos más complicados de la narración — también es una forma de mirar y entender el dolor del expatriado. Rasmussen condiciona el hecho del país, al refugio. Y de la aceptación, al amor. Entre ambas cosas, “Flee” se convierte en un manifiesto acerca de las grandes preocupaciones del mundo actual. Los caminos que convergen y también se separan en el incansable recorrido hacia un país imaginario, más allá de fronteras y límites impuestos.

“Flee” puede parecer ingenua en sus momentos más emocionales, pero en realidad es una poderosa exploración sobre el individuo. Desde el uso de la animación para ocultar la identidad de Amin, hasta el relato a fondo acerca de las emociones y la inspiración de la belleza, “Flee” es un compendio de temas complejos. El contexto se sustenta sobre el extraño y el extraviado, sobre todas las veces en que un emigrante es considerado la sombra de una aspiración mayor — y siempre inconclusa — por la convivencia. Para su segundo tramo, es evidente que “Flee” relata las historias sin voces que contar de cada hombre, mujer y niño que atraviesan tierras desconocidas en busca de un lugar.

La esperanza siempre está en la mirada del otro

En 90 minutos “Flee” logra relatar el conflicto de los refugiados con una demoledora sinceridad. Una búsqueda interior que se refleja en el exterior. Amin recorre la Dinamarca de su adolescencia en busca de un rostro, un reflejo con el cual identificarse y al final, un espacio en el cual descansar. Rasmussen otorga sentido, belleza y fuerza a una historia que contiene a muchas. En una mirada que recorre ámbitos que ahora son más vigentes que nunca.

El anónimo Amin podría ser un hombre ucraniano que huye de la guerra, un mexicano que arriesga la vida en el desierto o un venezolano que atraviesa el continente en busca de la promesa de paz. Quizás, el mayor logro de esta discreta obra de arte, sea unificar y condensar todos los relatos de miedo, belleza y horror en un único sentido sobre la esperanza.

Un país es un país, deja claro “Flee”. Pero más que considerar una tierra propia, todos queremos llegar a un hogar. El mensaje que celebra y sostiene la narración de “Flee” hacia estratos por completo nuevos sobre un tema muy viejo y doloroso.

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