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Tal como suena: pedirle a Maduro cambios en la economía

Venezuela necesita urgente un nuevo programa económico. El descontrol de las finanzas públicas y el sector productivo del país presenta un estado deplorable, y la inflación multiplica su tamaño sobre los cimientos del fracaso bolivariano.

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Todo el mundo sabe que es necesario cambiar urgente de rumbo. Es ya un tema de estado. Lo que está insinuando 2016 habla de un país en el apocalipsis. Sin embargo, nadie pide un cambio de rumbo. Soñamos con cambiar de gobierno. Nadie atiende la emergencia concreta del rumbo. Comienza a dar la impresión de que toda Venezuela lo da por sentado, pero que como al gobierno no le da la gana, eso no sucederá. Entonces, mejor lo dejamos así. Venezuela se ha convertido en un laberinto de supuestos.

Venezuela debería estar en presencia de un encarnizado debate en torno a su tragedia económica. Se avecinan unas cifras de inflación que rozan el horizonte de lo desconocido.

El tamaño de la economía se achica entre la desinversión y la diáspora. No hay comida. El gobierno debería estar muy apurado ofreciendo alternativas, diseñando soluciones, consultando tesis con voceros alternativos. Por ahí andan Víctor Alvarez y Rodrigo Cabezas, ofreciendo con discreción soluciones cambiarias racionales y rectificaciones de fondo en torno a la estrategia productiva del chavismo.

Poco se discute. Una franja de la Oposición radical alimenta el actual estado de cosas, burlándose de forma insensata de aquellos que demandan rectificaciones, llamándolos ingenuos, presumiblemente porque “no entienden” que esto es una dictadura. ¿Quién pierde tiempo pidiéndole cosas a Nicolás Maduro?

La verdad es que llenar los espacios de la crisis con una activa demanda en torno a la toma de medidas responsables en la economía, que nos permita dejar atrás, por una vez, las payasadas sentimentales del populismo, obraría mucho en torno a lo que debe ser una política en movimiento.

La circunstancia va más allá de que el gobierno “no cumpla” lo que se le pide. Toda la vocería nacional, los intelectuales, los economistas, los partidos, los sindicatos, los analistas, los grupos empresariales, los académicos, los pensadores chavistas preocupados, los economistas amigos del gobierno que están comprendiendo lo que sucede, y no han dejado de advertirlo, deberían crear un entorno de opinión.

Todo el mundo debería pedir a Maduro que asume su responsabilidad, que reconozca lo que pasa, que le diga la verdad al país y que tome medidas responsables para cambiar el rumbo de la economía.

¿Donde estará Venezuela dentro de 6 meses, con el deterioro andando a esta velocidad? En este terreno, la traducción de los desarrollos en la política no es tan literal. No todo lo que se dice se hace para que se haga. Las huelgas de hambre se planifican a sabiendas de que, en muchas ocasiones, deberán ser suspendidas.

Traernos a Cadivi, relatar el estado de nuestras cuentas fiscales, exigir a los ministros de la economía respuestas, graficar correctamente el abismo inflacionario que se aproxima, la maxidevaluación de 2016, exigirle al chavismo un debate parlamentario con carácter de “pacto de caballeros” sobre la conducción económica; denunciar las historias de corrupción; es una sola cosa: pedirle al gobierno que mueva hacia otro lado el timón de la economía.

Es dosificar las necesarias demandas generales en torno a objetivos concretos. Es Maduro el que tiene que rectificar, si es que quiere salvar su puesto. Hay que pedírselo mientras siga ahí ¿Cuál es el problema?

Ese, como primer paso al nuevo país que deberá terminar de expresar una nueva voluntad a partir de 2016.

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