La libertad de Andrés
Andrés Duque es un cineasta muy particular -por decir lo menos-, hablar de él es hablar de cine experimental per se, de la no ficción y lo no convencional, de lo arriesgado y de lo increíble a la vez. De libertad plena.
Andrés Duque es un cineasta muy particular -por decir lo menos-, hablar de él es hablar de cine experimental per se, de la no ficción y lo no convencional, de lo arriesgado y de lo increíble a la vez. De libertad plena.
Nacido en Caracas en 1972, inicia su carrera en HBO Latin America como guionista, además de cronista de festivales como Cannes, Berlín, Venecia y Sundance, en el año 2000 se muda a Barcelona, España. Desde allí comienza a desarrollar su personalísimo lenguaje cinematográfico que ve la luz en su primer documental Ivan Z (2004), sobre el cineasta de culto Iván Zulueta, que le hizo ser seleccionado por decenas de festivales y muestras y además una nominación al Premio Goya.
Sus once trabajos como director han estado presentes en los festivales más prestigiosos del mundo, San Sebastián, Sitges, Mar del Plata, Toulouse, México, Estocolmo, Montreal, Brooklyn, etc, podría dedicar cientos de líneas solamente a mencionar esta impresionante lista.
En 2012 estrena Ensayo final para una utopía en el Festival de Rotterdam, donde recibe los calificativos de «obra maestra», este film surge mientras acompaña a su padre convalesciente a tratarse en un hospital en Venezuela. Muestra fragmentos de un viaje a Mozambique e imágenes de la revolución y de una realidad alternativa, paralela y espectral. Imprescindible de ver para todo venezolano.
Oleg y las raras artes
«Muestra una incorruptible manera de ver el arte, donde el éxito y el dinero no son los objetivos y se dejan de lado» José Angel Casanova.
Este 2016 nos regala nuevamente otra joyita, Oleg y las raras artes, sobre el artista ruso Oleg Karavaichuk. Estemos claros, no es un nombre que vaya a sonar a la hora de la merienda en ninguna casa que usted conozca (como el del propio Andrés Duque), no se trata de un actor de telenovelas ni de un miembro perdido del clan de las Kardashians, para conocer el nombre hay que ser fanático de la cultura rusa, más aún, hay que conocer de la música de películas rusas, que resulta ser el caso de Duque.
Oleg ha compuesto más de 200 bandas sonoras, es un artista tanto icónico como amado y odiado a la vez, es un ser que le huye al sistema establecido y al dinero, sin embargo su genialidad le han dado el privilegio de ser el único pianista del mundo autorizado para tocar el piano imperial del Museo del Hermitage en San Petesburgo los días que el sitio está cerrado al público.
En sus obras Color perro que huye y Ensayo final para utopía hay mucho de autobiográfico, en su más reciente pieza interviene en menor medida, no se involucra tanto en la acción. Hay planos secuencias bastante largos donde se muestran el pensamiento y obra del interesante artista, que muestra una incorruptible manera de ver el arte, donde el éxito y el dinero no son los objetivos y se dejan de lado.
La cinematografía de un país se debería basar en un conjunto de singularidades, autores con visiones muy diversas que comparten un idioma y un paisaje. Andrés Duque.
La entrevista
Sorprendentemente, conversar con Andrés Duque ha sido una de las experiencias menos forzadas o difíciles de coordinar, a diferencia de ciertas «estrellas en ascenso», no tuve que comunicarme con su mánager ni su agente de prensa, este es un extracto de las cosas que pregunté.
¿Cómo logras ganar la confianza de un personaje tan particular cómo Oleg?
Hacer un retrato es un proceso muy lento porque es necesario trabajar una relación de intimidad que en cierto grado es lo que quieres contar en tu película. He hecho algunos retratos anteriormente sobre personas muy creativas, al margen de la sociedad y que yo encuentro emocionantes y ejemplares. Oleg Nikolaevich (quien falleció el pasado mes de junio) era un ermitaño que cancelaba sus conciertos y que no quería saber nada del mundo. Era bastante odiado en Rusia. Y no quería hacer esta película, por supuesto. Sin embargo, hubo un par de situaciones que yo creo que fueron mágicas y que me permitieron hablar con él y posteriormente acercarme a él.
No me lo puso nada fácil pero yo quería capturar esa poesía que desprendían sus palabras, sus gestos y por supuesto, su música. Así que no estuve tranquilo hasta que se dio la posibilidad de que se pusiera delante de mi cámara en los lugares más importantes para él: el Hermitage y su pueblo Komarovo (cerca de San Petersburgo).
Tengo asumido que hay algo de venezolanidad en mi trabajo, pero no necesito subrayarlo. Me parece innecesario. Andrés Duque.
¿Qué fue, logísticamente, lo más difícil de la realización de este documental?
Bueno, lo tenía todo en mi contra. No hablaba ruso, no conocía su cultura y no tenía dinero. Pero sabía que con Oleg las cosas no iban por agenda o dinero (son las dos cosas que más detestaba) por eso tenía que encontrar la manera de crear un vínculo y lo encontré cuando descubrí que le gustaba jugar como un niño. Que le gustaban las sorpresas y las cosas raras. Entonces jugaba a mentirle, un día lo llevé a un zoológico a comprar un tigre y unos pavos reales para su casa. Claro que no es cierto, pero a él le encantaba este tipo de situaciones absurdas.
¿Consideras este film una continuación de tu lenguaje cinematográfico expresado en Color de perro que Huye y en Ensayo final para una Utopía, o más bien, te has puesto a experimentar un cambio en el mismo?
Se podría decir que mis películas se dividen en retratos y autoretratos. En ese sentido Oleg es una continuación bastante evidente a Ivan Z y Paralelo 10. Son personajes que se parecen mucho y que también hablan de mí. Son personajes que nos revelan lugares mágicos dentro de la realidad. Y eso me reafirma como cineasta que busca registrar aquello invisible y mágico que muchas veces pasa desapercibido pero que el cine nos permite captar. El cine o esa cultura del audiovisual persiste porque es lo más parecido a cómo nuestro cerebro procesa imagenes. El cine ya estaba en nuestra cabeza antes de inventarse la cámara. Y claro está es lo más cercano a nuestros sueños.
¿Cuál es tu parte favorita del film, si tuvieras que escoger?
Creo que la parte silente en la que él está en un estado de transe tocando música en el aire. Es un momento sensorial que sólo el cine puede mostrarnos.
¿Qué fue lo último de cine venezolano que viste?
Intento estar al día, he visto «Pelo Malo» (Rondón) y «Desde allá» (Vigas). Sigo pensando que Ugo Ulive es el mejor cineasta que ha dado ese país.
Desconozco el cine venezolano que se hace ahora, recuerdo ver trailers de historias mediocres, películas panfletarias cursis pagadas por el gobierno. En definitiva, películas sin alma así que dejé de interesarme. Andrés Duque.
¿Crees que existe actualmente un «lenguaje propio del cine venezolano»?
No, y ya toca desligarse de ese concepto obsoleto de «lenguaje de la cinematografía de un país». El lenguaje, si se puede utilizar esa expresión, pertenece a un autor, y si su escritura cinematográfica se diferencia de la de otros cineastas es por su singularidad. La cinematografía de un país se debería basar en un conjunto de singularidades, autores con visiones muy diversas que comparten un idioma y un paisaje. Desde luego nunca compartirían los clichés y los códigos de la industria. Esto haría crecer la cinematografía de un país. Yo encuentro sumamente aburridas las convenciones de la industria y me horroriza el dinero que se invierte en películas malas. Pero es la realidad.
Yo sin embargo prefiero encontrar mi manera de hacer cine. Tengo asumido que hay algo de venezolanidad en mi trabajo, pero no necesito subrayarlo. Me parece innecesario. El cine es para mí el último refugio de libertad, ya tengo una edad y no creo en nada salvo en el cine. Disfruto mucho viéndolo y haciéndolo en la medida de mis posibilidades. Con pocos recursos, un cine íntimo, humilde y donde puedo experimentar a ratos verdadera felicidad. Desconozco el cine venezolano que se hace ahora, recuerdo ver trailers de historias mediocres, películas panfletarias cursis pagadas por el gobierno. En definitiva, películas sin alma así que dejé de interesarme.
¿Veremos alguna de tus obras en cartelera nacional?
En este sentido mis películas se pueden ver todas en mi web, gratis, no busco recompensa de otro tipo.
Sin caretas
Luego de pasar bastante tiempo dedicado a familiarizarme con toda su obra, Andrés Duque me parece uno de los cineastas hispanoamericanos más importantes del siglo XXI. Sus piezas, saturadas de contemporaneidad, son un reflejo ineludible de su personalidad, un apego a la libertad artística sin comprometerla por seguir los clichés y vicios del oficio y la industria. Siempre hay un interés por lo social y lo humano, y un indiscutible basamento filosófico y teórico que lo sostiene.
Su puesta en escena es a veces sorprendente y otras tantas desconcertante, sus imágenes no siempre están impecablemente curadas y lavadas como el «eye candy» al que nos ha acostumbrado la nueva estética Aviary de este milenio, sus protagonistas pueden ser tanto cercanos como extraños, pero siempre hay una relación inevitable con la composición estética, una habilidad extraordinaria para percibirla y una oda a la libertad personal en cada pieza.
Es una verdadera lástima que hasta el momento haya sido poco o nula la difusión de su trabajo en nuestro país.
Hago cine para sentirme bien en un mundo cada vez más hostil. Andrés Duque.