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Los gatos como mascotas: sus dueños nos cuentan cosas sorprendentes

Una madrugada, Thai salvó a Iván de una inundación. Gatis sabe cuando Eva está triste y se acuesta a su lado. Valeria percibía a Damián antes que doblara la esquina con su carro y se sentaba en la puerta a esperarlo. Anastasia jugaba a la ere con Alberto. Mía se subió por su propia cuenta al carro de Gabriela y adoptó a la humana, Rocky aprendió a desenchufar el televisor para que le hagan caso a él. Los gatos son seres maravillosos que con su amor a los dueños borran la injusta mala fama. Hoy Día del Gato contamos algunos testimonios

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gato
Skitterphoto / Pexels

Dios creó al gato para que el hombre pudiera acariciar al tigre. Todos los dueños de gatos sabe cuán cierta es esta frase que se le atribuye al escritor francés Victor Hugo. Pero también saben que, a diferencia del gran felino, en los gatos hay un corazón que puede ser dócil cuando quiere, con el que llena de detalles a sus dueños.

El dueño de un gato también sabe que entre ellos la relación es (casi) de iguales. Que la calidad de vida de un gato en una casa lo define el propio gato, y no hay manera de hacerlo ceder. Se dice que fueron los gatos quienes, en el antiguo Egipto, decidieron acercarse a los humanos, algo así como que se «autodomesticaron».

Ilustración: Daniel Hernández

Son muchos los famosos amantes de los gatos. Uno de los más conocidos fue Carlos Monsiváis que, al morir, era dueño de 18. También dirigía la fundación «Gatos olvidados». Otros famosos que tuvieron o tienen gaticos son los escritores Julio Cortázar y Elena Poniatowska (que adoptó a dos de los gatos de su amigo Monsiváis), los cantantes Kate Perry, Ed Sheeran que adoptó al suyo en la calle y Taylor Swift que tiene tres y hasta los ha mostrado en sus videos promocionales y el diseñador Karl Lagerfeld del que sacó una edición limitada en peluche.

Hoy, Día Mundial del Gato, compartimos anécdotas y sentimientos de un grupo de venezolanos por sus mininos. En ellos hay sorprendentes factores comunes, como la capacidad de sentir cuando el dueño está triste y consolarlo (incluso si el propio humano lo rechaza), de esperarlo en la puerta para recibirlo al regresar del trabajo, de responder a su nombre y de «conversar» (con tonos de voz incluidos) con «su» humano.

Foto Pixabay / Pexels

Damián, Valeria y Pimienta

Los más de 150.000 seguidores en Instagram de Damián Boada, bioanalista y cocinero, vivieron con él la tristeza de despedir a su querida Valeria y la emoción de recibir, unos meses después, a Pimienta. Incluso le ayudaron a buscar el nombre.

Pimienta, así como lo fue Valeria, es personaje consecuente en las publicaciones de Damián. Él destaca la enorme diferencia de personalidad entre ambas, porque, hay que decirlo, ningún gato es jamás igual a otro.

Damián con Valeria, con quien estuvo 11 años. Foto cortesía de Damián Boada

«Los gatos son unas mascotas muy especiales. La gente les tiene miedo porque los ve misteriosos. Pero es que ellos aman sin invadir.

Yo tuve a Valeria 11 años. Una de mis anécdotas es que yo vivo en un primer piso de un edificio y Valeria sabía cuando yo estaba llegando sin que ni siquiera hubiera doblado la esquina con el carro y se sentaba frente a la puerta a esperarme. Lo sé porque personas que han estado dentro del apartamento me lo han contado. Si estaba en un cuarto y sentía que yo llegaba, arañaba la puerta para que la dejaran salir. Lo hizo hasta sus últimos días. Ella hacía eso y yo ni siquiera era visible desde la ventana.

Creo que ellos perciben muchísimo la energía de las personas porque, cuando yo estaba triste o bajo de ánimo, Valeria me hacía masajes en la espalda o la barriga con sus patitas. Esa es una de las cosas más bonitas que tienen, más allá de la cotidianidad: poder sentir a su… ¿dueño?, no dueño no porque no somos sus amos, digamos a su papá o su persona.

A Pimienta llegué por una seguidora. Estaba abandonada en la avenida Panteón de San Bernardino, en Caracas.

Damián con Pimienta, a quien rescató de la calle. Foto cortesía Damián Boada

Para mí, la mejor decisión fue volver a tener una gatita. Ella es totalmente diferente. Valeria era una princesa. Y, cuando fui a adoptar, dije que quería una niña para no lidiar con un gato malandro. Pero Pimienta es la propia malandrita. Salta, no me deja en paz, me pide comida a cada rato, se me ha caído dos veces por el balcón, se mete a la casa de mi vecina, y tengo que encerrarla para poder hacer los videos de mi cuenta de Instagram. Pero también conversa conmigo demasiado y, cuando llega la noche o está cansada, se convierte en la más cariñosa y dócil de las gatas. Le puedo tirar sábana, cobija y edredón encima y ni se queja.

Una de las ventajas de Pimienta es que me tiene la casa limpia de los animalitos indeseados. Por ejemplo, yo le tengo pánico a los «limpia casas» (lagartijas) y Pimienta se ocupa de que no haya. Valeria no les hacía nada pero Pimienta creo que se los traga.

Quienes tenemos gatos sabemos que la relación no es de dueño a mascota. Es más bien interactiva. A veces somos nosotros la mascota del gato. Es que ellos tienen tanta personalidad y una forma de expresar amor tan particular que nosotros nos empeñamos más en quererlos.

Coordenadas: Damián Boada, @damianboada

Daniela, Príncipe, Wanda, Odín y Horacio

Daniela Albarrán tiene una sensibilidad especial. La demuestra en las piezas que hace para su marca @papiro.ve y en el amor que demuestra por sus gatitos, a los que cambió la vida adoptándolos.

«Mi primer gato, Príncipe, llegó un día a mi casa y se quedó durante diez años. Fue el mejor compañero. A un mes de su partida y sin buscarlo, me encontré a Horacio en una alcantarilla.

Príncipe fue el mejor compañero durante 12 años. Foto cortesía Daniela Albarrán

Mis gatos no salen a la calle y están esterilizados, pero Horacio se escapó y se perdió. Mientras lo buscaba encontré a Wanda y a Odín. Ambos tienen una condición llamada herpesvirus y cuando los encontré ya habían perdido un ojito. Los llevé al veterinario y decidí quedarme con ellos. Horacio por suerte apareció a los dos meses de haberse escapado.

Horacio es cariñoso a su manera pero no le gustan las visitas. Foto cortesía Daniela Albarrán

Todos son excelentes compañeros. Están siempre donde yo estoy, incluso me esperan afuera de la ducha mientras me baño y aprovechan cualquier momento en el que me siento para que los cargue y les sobe la barriga.

Odín es noble, dulce y muy tremendo. Sabe abrir carteras y gavetas. Foto Daniela Albarrán

Cada uno tiene una personalidad diferente: Horacio es cariñoso a su manera, le gusta morder pies y no le gustan las visitas. Odín es el gato más noble y dulce, pero también es el más tremendo, le gusta un monedero que tiene un pompón y siempre descubre dónde está guardado, es capaz de abrir gavetas y carteras hasta encontrarlo para jugar con él. Wanda es dulce y muy tranquila, pero pasaron meses antes de ganarme su confianza, siempre que intentaba acercarme salía corriendo; ahora le gusta que la cargue y que le dé besitos.

La dulce Wanda, al igual que Odín, había perdido un ojito por el herpesvirus cuando Daniela los encontró. Foto cortesía Daniela Albarrán

Tengo 12 años viviendo con gatos y ya no imagino mi vida sin uno. Hoy estoy convencida de que ellos fueron los que me rescataron a mí«.

Coordenadas. Daniela Albarrán. @daniealbarran / @papiro.ve

Iván, Nova y Thai

Iván Méndez, periodista y director del portal Opinión y noticias, ha compartido su vida con dos gatas: Nova y Thai. Y ambas, por supuesto, se han adueñado de la casa y comparten toda su rutina.

Iván con Thai. Foto cortesía Iván Méndez

Como buen estudioso, Iván se ha documentado sobre los gatos y por ello comprende muchas de sus actitudes divertidas, independientes y hasta amorosas de los mininos.

«Desde el día uno, tú haces un pacto con tu gato y es que vives con un ser que es autónomo, que no quiere ser tu espejo, que es sigiloso, que tiene su espacio y que no quiere agradarte, pero que te va a acompañar, a compartir contigo cuando él quiera y que, a su manera, te va a cuidar.

Por ejemplo, ellos son buenos cazadores y se ocupan de mantenerte la casa limpia. Cuando Thai estaba pequeña, tenías que tener cuidado porque, si estabas acostado, ella llegaba y de la nada te lanzaba una chicharra o cualquier otro animal. Mucha gente los regaña pero ellos lo hacen porque interpretan que tú no eres un buen cazador y ellos te llevan el animalito como una ofrenda, para que puedas comer hasta que aprendas a cazar.

Sé que esto parece mentira pero lo dice Desmond Morris, un zoólogo británico, autor de El Mono Desnudo, famoso en los 70. Después de los 65 años, se dedicó a estudiar a los gatos.

Una anécdota que tengo con Thai es que me salvó de inundar el edificio. Una madrugada, a la 1, saltó a mi cama y comenzó a manotearme. Digo manotearme porque ellos adelante no tienen patas, sino manos. La bajé de la cama y volvió a lo mismo, a manotearme. Ante tanta insistencia, me paro a ver qué quiere la gata. Resulta que se estaba inundando la casa. El agua ya llegaba a la sala.

Los gatos te pastorean, te buscan donde estés y finalmente, cuando les haces caso, no dejan que tu pierna se mueva hacia otro lado distinto a donde ellos quieran llevarte. Thai me llevó hasta el tubo roto. Si no es por ella, se inunda el edificio.

En el día a día, el gato te acompaña y no es demandante más allá de ponerle su comida a tiempo. El gato tiene sus spots secretos, que puede ser un tramo del closet o encima de un libro.

Cortesía de Iván Méndez

Thai nació en 2013 y es una súper compañera. Si me voy de fin de semana a la playa, la gata se queda tranquila. Ella administra su comida y su agua y solo espera que llegues para rematar lo que queda de alimentos en su plato. Ella responde a su nombre. La llamas y vienes. Y entiende perfecto palabras clave como toma, ven, no (con énfasis) y otras.

Si tengo problemas con el sueño, mi gata me ayuda. Se acuesta encima y empieza a ronronear.

Y Nova, mi pana-gata anterior, que me fue decomisada por Maritza Izaguirre (se ríe) vivió 16 años. Siempre respondió a su nombre, buscaba cosas que le pidieras y mantenía permanentemente a su lado a un peluche de Woodstock (el pajarito amigo de Snoopy). Es la gata más especial que ha compartido conmigo».

Coordenadas. Iván Méndez. @ivanxcaracas

Eva Carrera y Gatis

Gatis es la minina de Eva Carrera, conocida cariñosamente como la «maestra tequeñera» por ser socia fundadora y dirigir actualmente Tequeños Las Tías. Desde el primer día, y contra todo pronóstico, la gata se adueñó de la casa, se hizo una más de la familia y mostró que tiene una elevada intuición para entender el estado de ánimo de Eva y acompañarla.

«Cuando yo dejé a mis hijos (tres niños terminando primaria) viviendo en República Dominicana con su papá, llegué a la casa destruida. No fue planificado, íbamos de vacaciones a visitarlo, pero se presentó la oportunidad y lo decidimos. Aunque no fue traumático, me afectó. Pues Gatis se escondía en el cuarto, detrás de las almohadas, para que yo no la sacara y en cuanto me descuidaba, salía y se acostaba a mi lado.

Gatis lee el ánimo de Eva incluso desde lejos. Foto cortesía Eva Carrera

Esa habilidad no la ha perdido nunca. Un ejemplo es hoy. Acabo de llegar del Saime. Tengo año y medio sin ver a los niños y se suponía que mi pasaporte estaría listo hoy. No está. Pues esta gata, a la que tengo una semana sin ver porque está en el jardín, vino directo, me tocó la puerta del cuarto y aquí está, a mi lado, poniendo cara de tierna.

Gatis llegó a nuestra vida el 8 de enero de 2015. La trajimos porque mi casa es muy abierta y no quería «invitados no deseados» (roedores, insectos). La muchacha de donde la adoptamos me dijo que teníamos que tener cuidado, porque era arisca. Que no era amiga de niñitos, ni de perros ni de gatos. Pero igual nos enamoramos todos de ella. Así que nos recomendó que la tuviéramos encerrada en la cocina hasta que se acostumbrara, para que no se perdiera al salir al jardín.

Gatis sabe cuándo estar cerca. Foto Eva Carrera

Así que la primera noche, la dejé encerrada en la cocina. Cuál es mi sorpresa cuando, a la mañana siguiente, veo a los niñitos jugando en el sofá de la sala, y ella instalada en el medio de ellos, como diciendo «esta es mi casa y aquí soy feliz».

Cada vez que Gatis nos veía a todos en la cama, se subía encima sin que la sintiéramos. Nos dábamos cuenta que estaba encima de alguno de nosotros porque la cola se le movía.  Gatis es lo más bello que hay».

Coordenadas. Eva Carrera. @tequegnuela / @tequenoslastias

Rubén, Norma y Rocky

La familia de Rubén, comunicador gastronómico y colaborador de El Estímulo, nunca se había planteado seriamente tener a un gato como mascota hasta que Norma, su esposa, supo de un gatito damnificado de unas terribles lluvias. No le dijo nada a nadie, agarró su cartera y fue a la sede de Rescate Humboldt a buscar al minino negro con patas blancas. Por eso se llama Rocky, porque sus patitas son como guantes de boxeador. Su nombre se lo puso el hijo de ambos, Rubén Alejandro.

Rocky con Rubén Rojas. Foto cortesía Familia Rojas de Sousa

«Era muy chiquitito. Como no sabía que iba a adoptar un gatito ese día, no me había preparado mucho y me lo traje desde Terrazas del Club Hípico hasta Montalbán dentro del carro, con todas las ventanas cerradas. Luego lo llevamos al veterinario para que lo examine y le pusiera sus vacunas», recuerda Norma.

Aún hoy, ocho años después de aquellas lluvias, este gatito le teme a las tormentas.

Rocky hace lo que quiere en la casa. Rubén lo cuenta: «Como los bebés, pide que lo carguen. Se para en dos patas y estira el cuerpo para tocarnos y maúlla largo y agudo hasta que los tomas en brazos».

Sigue contando: «Rocky es el gato más pegado a sus humanos que he conocido. Él ‘sabe’ cuando llegamos a casa y se para al lado de la puerta del apartamento para saludar. Siempre sabe cuando hay jamón en la nevera, y se sienta paciente al lado de la puerta a esperar que le den o meterse él mismo a la nevera para comerlo».

Y como si fuera poco, aprendió a desenchufar el televisor para que le presten atención a él y no a la pantalla.

Coordenadas. Rubén Rojas. @elfogoncreativo

Alberto, Katty Pussicat, Celina y Anastasia

Alberto Veloz, periodista gastronómico, cronista y colaborador de El Estímulo, ha tenido tres gatas: Katty Pussicat, Celina y Anastasia. Dice que le gustan los gatos porque son inteligentes, sagaces e independientes. Y de sus gatas resalta que eran muy cariñosas.

«Todas mis gatas me perseguían para que les hiciera cariño. Tanto Celina como Anastasia dormían en la cama con nosotros, pero se levantaban a medianoche y en la mañana regresaban a despertarnos porque tenían hambre. Son animales adorables, cariñosos, con gran sentido de orientación.

Anastasia jugaba a la «ere» con nosotros. Nos perseguía por toda la casa y se escondía para luego salir a nuestro encuentro sorpresivamente. Eso le encantaba. Odiaba los ruidos fuertes y no le gustaba el ruido del tintineo del papel de aluminio, salía corriendo. Era sifrina y le encantaba comer el Friskies de pescado (alimento enlatado para gatos). Había o hay un alimento para gatos llamado Lambón, de menos categoría, y ella lo dejaba entero. No lo comía por nada del mundo.

Anastasia sabía jugar a la ere. Foto Alberto Veloz

La historia de Celina es diferente porque era una gatica callejera que llegó al edificio porque alguien le ponía comida. Se fue quedando y luego la comida se la poníamos Mayte (Mayte Navarro, esposa de Alberto) y yo. Fue tanto el cariño que la hicimos nuestra y se quedó en casa 17 años. Era un amor infinito con nosotros.

Como había vivido en la calle, era más independiente. Salía, pero siempre regresaba. Celina tuvo varios novios, conocía mucho mundo. En cambio Anastasia era señorita, más recatada.

Celina era muy independiente pero demostraba «amor infinito» por Alberto y su esposa Mayte. Foto Alberto Veloz

A ninguna le gustaba que saliéramos de viaje por la soledad. A veces se quedaban alojadas en el veterinario, pero al regreso estaban un poco molestas, bravas, como reclamando que las dejamos solas. Luego se les pasaba y pedían cariño. La delicia de ellas era subirse a la cama y que las acariciáramos. A Anastasia se le salía la baba cuando la acariciaba.

Celina vivió 17 años con nosotros. Luego llego Anastasia y estuvo 14 años. A ambas las tuvimos que poner a dormir porque se enfermaron y sufrían mucho. Fue sumamente doloroso ese momento. Las acompañamos hasta el final. Las mascotas son parte de la familia. Se siente un amor muy profundo por ellas.

Coordenadas. Alberto Veloz. @alberto.veloz

Gabriela, Vela, Mía y muchos más

A Gaby Valera le gustan tanto los gatos, que cuando emigró a España decidió convertir su hogar en una casa de acogida para mininos en proceso de adopción. A su esposo David y a ella le encantan los animales, pero por los gatos tienen debilidad. La experiencia de tenerlos en su casa la consideran maravillosa y particularmente enriquecedora para su hijo Rafael, de cuatro añitos.

David, Gaby y Rafael con sus actuales «huéspedes». Foto Gaby Varela

«Los gatos siempre me han gustado. Mi primera mascota fue Vela. Ella murió de viejita. Era súper bella. Fue mi compañera cuando estaba en la universidad y me acompañaba siempre cuando me pasaba la noche estudiando. Incluso cuando pasé por un momento difícil de mi vida, ella fue mi compañera especial.

Una vez, ya sin Vela, mi ahora esposo y yo salíamos de un centro comercial, y cuando nos subimos al carro, de repente salió una gata que estaba escondida, se montó en el carro y se fue con nosotros. Todavía vive con mi mamá, que la ama. Se llama Mía.

Cuando nos casamos, me fui a Maturín. Allí teníamos cuatro gatos. También adoptamos perros, porque en general nos gustan todos los animales, pero los perros necesitan más cuidados.  Dos de los gatitos, Lula y Timo, murieron en la época de escasez de alimentos para animales, por complicaciones con la comida que teníamos que darles. Timo era muy gracioso y Lula atendía por su nombre, veía televisión con nosotros… era más perro que los perros. Cuando emigramos, los gatitos se quedaron con mis cuñados y a las perras nos las trajimos porque dejarlas es más complicado.

Viviendo en Tenerife decidimos ser un hogar de acogida, porque tenemos espacio para dos o tres gatos.  Pero, durante la cuarentena por pandemia, nos llegó una camada entera de gatitos de una semana de nacidos. Fue como tener bebés de nuevo. Teníamos que levantarnos cada tres horas para medirles la temperatura y darles leche maternizada, que teníamos que salir a comprar con un permiso especial. Pero fue muy lindo tenerlos y sobre todo, una gran compañía en el confinamiento.

Uno de los gatitos que cuidaron Gaby, David y Rafa. Foto Gabriela Valera

Todos esos chiquitos se dieron en adopción. Luego, hemos tenido muchos, desde pequeños enfermitos hasta grandes y saludables. Tenerlos es muy bonito y a Rafa le gusta mucho.

Cuando nos mudamos para Málaga, solo nos quedaba un gato en acogida, Frijolito. Un gato negro e imponente, al que queríamos para nosotros. Pero no pudimos llevárnoslo. Es un gato con leucemia felina y a esos animales no les dan permiso de viaje. Se quedó en Tenerife. Ahora tenemos dos gatitos de un mes de nacidos. Son graciosísimos y juguetones.

Foto Gaby Valera

Mi experiencia con los gatos es maravillosa. Ellos tienen un alma particular. Son especiales, te hacen sentir diferente. Te enseñan a ver las cosas de otra manera. Son osados, no le tienen miedo a nada. Son curiosos, inteligentes y te demuestran que el reino animal es increíble.

Coordenadas. Gabriela Valera. @Gabsvm1189

¿Quieres adoptar?

El que diga que no le gustan los gatos es porque, muy probablemente, nunca ha tenido uno. Para tener un gatito, solo hace falta quererlo. Siempre hay en las redes quien ofrece alguno en adopción. Pero también puedes contactar a organizaciones de acogida, donde los cuidan, desparasitan y hasta esterilizan en caso que tengan la edad.

Estas son algunas organizaciones en Venezuela:

@laguarderia.ve

@ProtegeColitas

@quieroungato

En España

@felinosprote en Málaga

@defensaanimaltenerife en Tenerife

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