Opinión

Decisiones y emociones

El coach Ricardo Adrianza orienta sobre cómo sopesar todos los elementos para tomar la mejor decisión posible, en cualquier ámbito de la vida, y frente a este nuevo 2022

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Foto Pixabay / Pexels

Los inicios de año siempre nos llevan a nuevas promesas y a definir nuestras intenciones para encarar el camino que la vida nos tiene reservado. Decisiones postergadas, situaciones familiares, trabajo y relaciones, están en el tapete de la evaluación consciente y necesaria para aspirar a tu mejor versión. Nos pasa a todos, es inevitable.

Situaciones tales como aspirar a un cambio de trabajo, irte a vivir a otro país, iniciar un emprendimiento y divorciarte son asuntos en la agenda de una población marcada por la inflación y el desaliento, cuestiones de peso difíciles de analizar.

En el argot popular existe el “como vaya viniendo vamos viendo”, “Dios proveerá” “alguna señal me llegará del universo”. En la creencia de muchos, sin duda, son posturas que suman a la hora de tomar una decisión, pero no pueden considerarse decisivas cuando de una situación vital se trata. De allí, que sea impostergable una evaluación concienzuda de todos los ingredientes que influyan en la decisión.

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Foto Chinmay Singh / Pexels

Tomar una decisión es un arte donde muchos elementos intervienen. Primero, están tus propias sensaciones. A esto le añades los consejos que recibes de otros –amigos y familiares, principalmente – que con buena voluntad aportan sus análisis para acompañarte en la decisión.

Eso es plausible, se agradece y se considera. Pero, en definitiva, solo eres tú quien combate y transita por las emociones que se manifiestan en tu cuerpo cuando debates las diferentes alternativas que están presentes.

El bastión necesario

Por lo tanto, mi primer consejo cuando de una decisión se trata es poner como bastión principal el ¿qué es lo más valioso para ti? ¿qué no estás dispuesto a arriesgar, a ceder?

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Bajo esas interrogantes estás fijando, de plano, un elemento que destraba el esquema que te llevará a tomar la decisión. Y déjenme decirles, que empezar con ese bastión en la mano es un gran paso, pues muchos de los componentes de la decisión se caen por sí solos.

Por supuesto que cuando analizamos un problema donde tenemos que decidir hacemos una lista de ventajas y desventajas. Es obvio. Pero situados en el podio de “qué es lo más valioso para ti”, nos permite mirar el problema bajo una perspectiva de control y centrar la decisión desde el Ser, que no es más que considerar tus emociones en esta cruzada tan difícil de escoger una opción de vida. ¡Sí, tus emociones. No las emociones de los demás!

Los pasos clave

Para redondear el esquema de toma de decisiones que quiero compartirte y así complementar lo que para mí representa el fundamento de este proceso, que ya he comentado, incluye, además, los siguientes pasos:

Conoce tus objetivos. Aquí lo primordial es no solo conocer tus objetivos profesionales y personales, sino qué tan alejados están de lo que resulta insustituible en tu vida.

Piensa en la importancia, ignora la dificultad. Toda decisión implica una consecuencia de vida y un esfuerzo para encaminarte hacia los nuevos objetivos.

Si te centras en lo difícil que será el camino, aun cuando ese camino coincida con tus objetivos, será muy fácil escoger la decisión que menos te identifica o renunciar. Entonces, resulta imperativo ignorar la dificultad y centrar tus esfuerzos en conseguirlo.

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No todo está dicho, pero con estos consejos la encrucijada para tomar una decisión se despeja enormemente. Sin embargo, créaeme, siempre habrá un algo que te perturbe y te haga dudar.

Cuando esto suceda –y te aseguro que sucede por más racional y lógico del esquema que hayas utilizado– opta por la opción que te de paz y tranquilidad.

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