Espectáculos

Defendiendo al Óscar a la mejor película

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Foto: EFE

Spotlight: Lo mejor de la lista

Roberto Franchi

Aquí la tarea es darle el Oscar a una de las ocho películas nominadas este año. La competencia no está en su mejor nivel. Realmente no hay una clara ganadora a simple vista. En este caso, Spotlight, es quizá, la que más deba acercarse al premio final. Es una película que desde la base puede arrancar como desapercibida, pero de fondo podría llegar a ser la más completa de la lista.

El periodismo es la herramienta para que las sociedades no desconozcan las injusticias que se cometen alrededor del globo. Más allá de las discusiones sobre el camino que la profesión ha tomado en los últimos tiempos, sigue siendo ese espacio para conocer la verdad. La base del periodismo radica en la interpretación de la noticia, para de esta forma, darla a conocer al conglomerado, siempre con una ética por encima de una ideología.

En esta película, dirigida magistralmente por un Tom McCarthy, llegando a la cima de su carrera, se plantea una noticia, que años atrás, el editor en jefe de una de las secciones de The Boston Globe, decidió omitir, por carecer de relevancia en el momento. Tiempo después es retomada con más contundencia por un cuarteto de periodistas que buscan, no desmantelar, pero si evidenciar, sin especulación alguna, y siempre guiados en la verdad, los distintos casos de pederastía en Boston cometidos por distintos sacerdotes de la Iglesia Católica.

El guión sigue su rumbo natural desde el comienzo hasta el final. No cae en tramas paralelas ni sentimentalismos forzados que distraigan la atención. Viaja con contundencia por el camino de la investigación. Quizá peque un poco dentro de las aguas de la corrección política, pero no va más allá del tinte investigativo donde un grupo de periodistas sacrifican los días para dar con una verdad nada justa.

Basada en hechos reales pone en evidencia la corrupción que hay dentro de la iglesia, donde las autoridades de la institución, sin generalizar absurdamente, no cumplen con las misiones internas. Aferrados a una fe histórica, acuden a violar sin reparo alguno bajo el perdón de una corte celestial que no vela por la justicia.

Su principal logro nace del elenco. Está de lujo. Comenzando con uno de los mejores trabajos de Mark Ruffalo y Rachel McAdams. La pareja sobresale dentro del grupo de periodistas. No muy atrás se quedan Michael Keaton y Liev Schreiber. Todos agrupados en complicidad para dar con la noticia.

Al final, la película no termina siendo un ataque visceral a la iglesia. Más bien, lo que busca es poner en evidencia, a línea de fuego, la hipocresía que hay en lo más interno de una institución. Si por mí fuese el caso, la estatuilla principal de la noche se iría para esta película. Aunque, aquí, a modo de querer romper quinielas, me gustaría ver una vuelta de tuerca y escuchar el nombre de Mad Max sonando al final de la ceremonia.

 El año del elenco

Arnaldo R. Espinoza

Es cierto que predecir quien se llevará el Óscar a la Mejor Película se ha vuelto complicado este año. Siempre hay una discusión entre que cinta debe llevárselo y cuál termina dando las gracias en el Teatro Kodak. Eso no será diferente esta vez. Sin embargo, mis cobres están en el mejor elenco: Spotlight.

Estos años parece que la Academia se ha olvidado que el Óscar lo hacen los actores, además de los directores y cinematógrafos. Acá es donde Spotlight tiene todo para subir al podio: la cohesión de la puesta en escena es como pocas se han visto en la década. Michael Keaton, Rachel McAdams, Mark Ruffalo y Brian D’ Arcy James encarnan, casi a la perfección, al equipo de reporteros del Boston Globe que develó el escándalo de pedofilia que hizo mover los cimientos de una de las instituciones más antiguas del mundo: la Iglesia Católica.

Muchos de ustedes dirán: es que es una película de periodistas, ¡es lógico que le guste a los periodistas! No acelere tan rápido: El gremio ODIÓ (así, con mayúsculas) la fantástica The Newsroom, escrita por el ganador del Óscar y el Emmy, Aaron Sorkin. No, a nosotros no nos gusta vernos reflejados en pantalla. Al menos no cuando nos retratan tan fielmente como lo intentó Sorkin.

Ya ganadora del premio de los críticos y del Sindicato de Actores, Spotlight se apunta en la cuesta arriba pelea con el frío y un oso. The Revenant podrá ser bella, pero no es tan actoralmente completa. Por ello, esa redacción debe llevarse a casa el Óscar a la Mejor Película.

Mis predicciones para el Óscar

Paula Ortíz Vidal 

La que debería ganar: The Big Short. A pesar de que Spotlight parecía llevar la delantera y tiene esos golpes de pecho que tanto gustan a los espectadores que buscan en la pantalla redimir sus culpas, se perfila en el mismo camino que Boyhood el año pasado. Luego de este estreno, llegó, para mí, la favorita. The Big Short es una buena comedia –con toques dramáticos, y no al revés- que explota todos los recursos narrativos que cabían dentro de las dos horas y 10 minutos que dura, pero sin llegar a agotar al espectador.

Su gran contra son los tecnicismos, que si bien intentaron manejarse con gracia y sencillez, dejan a más de uno con grandes dudas y pocas ganas de continuar entendiendo. Sin embargo, la bomba que resulta la reunión de ese elenco mantiene álgida una cruel lectura de la crisis de 2008, pero con mucha chispa.

Por otro lado, sería una gran alegría que Mad Max: Fury Road diera un batacazo ganando esta categoría, solo porque George Miller es tan cool que puede hacer una película tan irreverente y visualmente agresiva a sus 70 años.

 La que probablemente gane: The Revenant. Es una película cruda, tempestuosa, y vaya que a los espectadores les encanta ir al cine a ver cómo un actor se lleva hasta el extremo para protagonizar escenas que poco pasarían en la vida real, pero que dan fe de qué tan estirable es la resistencia humana. Este, además, es (finalmente) el año de Di Caprio, y González Iñárritu (que por alguna extraña razón prefiere presentarse como G. Iñárritu) ha alcanzado un momentáneo endiosamiento con la fórmula de hacer monstruos técnicos, aunque poco le meta cabeza a los guiones.

El haber sido grabada en unas inhóspitas montañas heladas de Canadá, que la mitad del equipo técnico le renunciara por no soportar las extremas circunstancias, que no hubiera iluminación artificial y aun así Emmanuel Lubezki hiciera magia (eternos aplausos para este hombre), son la nueva novedad como el plano secuencia de Birdman el año pasado.

¿Por qué debería ganar The Revenant?

Jován Pulgarín

Confieso que no era fanático de los primeros trabajos de Alejandro González Iñarritu. El empecinamiento de mostrarnos una hiperconectividad, así vivamos en La Bombilla o El Country Club, me aburría. Amores Perros (2000), 21 Gramos (2003), Babel (2006) y sobre todo Biutiful (2010), me parecían grandilocuentes y fallidas. Cierto, se podía ver que detrás de las cámaras estaba un tipo obsesionado con una idea, que sabía unir preciosas imágenes y grandes secuencias. No obstante, ese tono aleccionador –todos somos responsables de todos- que dejaba tras cada cinta, terminaba por causarme alergia.

Fue con Birdman que el director mexicano me conquistó. Mudo su obsesión por la trascendencia a un personaje: Riggan (Michael Keaton). Las películas que más disfruto son aquellas que se convierten en universales cuando cuentan la historia de un individuo. El esfuerzo del actor por conseguir el reconocimiento del público culto puede ser la propia historia de Iñarritu, pero también la de muchos otros seres humanos que buscan el éxito como sustituto del amor.

La formidable actuación de Keaton en Spotlight es poco probable que la conociéramos si Iñarritu no lo hubiera rescatado. En ese sentido, es obvio que el director logra una fuerte conexión con sus actores principales, lo que se traduce en interpretaciones que se salen de la pantalla. No es un detalle menor que lo que no consiguió Martin Scorsese se lo apunte este mexicano: darle un Oscar a Leonardo DiCaprio.

Tanto Riggan (Keaton) como DiCaprio (Hugh Glass) son sobrevivientes y encuentran, en un camino lleno de dificultades, la manera de ejecutar su venganza. Si Glass debe ingeniárselas para salirse de las garras de un oso, Riggan debe hacerlo de las de una crítica de teatro que había condenado su actuación sin ver su performance. Además, estos dos personajes son amorales o, por lo menos, humanos con tantos defectos que funcionan como antihéroes.

El increíble esfuerzo de dirección que significó Birdman, con el famoso plano secuencia que hoy es materia de estudio., obligaba a preguntarte ¿cómo podía Iñarritu superar eso? Pues el director respondió: haciendo todo lo contrario. Si en Birdman reinaba la claustrofobia, en The Revenant la naturaleza es una constante amenaza. Y con esto, el director termina de enamorarme.

Como ya muchos de ustedes saben, soy un fanático y defensor del horror. Me he especializado en este tipo de cintas y consumo cualquier cosa cuya promesa inicial sea aterrarme. Muy pocas veces lo han conseguido. De hecho, puedo contar con los dedos las cintas que realmente me han obligado a dormir con la luz prendida. Y cada vez las hay menos. Ahora me conformo con dar un pequeño saltico del asiento. The Revenant consiguió que me removiera varias veces de la butaca, aunque no es una cinta de horror clásico.

En este ensayo comparé todas las coincidencias del filme de Iñarritu con el survival y su hermanito menor, el survival-horror. Sirva ese artículo para darle más sentido a la pregunta que intento responder en estas líneas. The Revenant reúne los géneros favoritos que recorren mi formación cinematográfica, la cual consiste en sentarme a ver filmes toda una tarde y noche. Porque no es solo el survival y el horror lo que disfrutamos en esta cinta, el director nos regala una hermosa venganza y muchas referencias a los viejos westerns.

En otra época, Iñarritu se hubiera detenido a filosofar sobre los aborígenes y cómo el hombre blanco les ha arrebatado la pachamama. Hoy, en cambio, nos encontramos con un director visceral, que no distingue entre buenos y malos. La violencia gráfica, además, hereda los grandes planos del mejor cine asiático, otro de mis grandes placeres. Todos esos ingredientes, mezclados con el precioso trabajo fotográfico de Emmanuel Lubezki, producen un plato tan suculento como exclusivo. Aunque sí, debemos aceptarlo, no es para todos los paladares.

EL RENACIDO, reviviendo un género

José Ángel Casanova

Este año, como desde hace mucho no sucedía, la carrera por el Oscar está bastante cerrada, para este momento en años anteriores ya una o dos películas se habían separado del resto. De los ocho films, cuatro deberían estar felices simplemente por “el honor de estar nominados” pues claramente no van pa’l baile: Room, Brooklyn, Bridge of Spies y The Martian.

Mad Max: Fury Road, tendrá su apogeo en las categorías técnicas y quizás en cantidad de estatuillas, pero ¿Un reboot ganar Mejor Película? Poco probable. Eso hace que las 3 finalistas sean: Spotlight, The Big Short y The Revenant.

Spotlight y The Big Short son candidatas apropiadas, tienen el visto bueno de la crítica y los medios y tienen un ensamble de actores famosos, ambos exponen temas sociales de gran interés y contemporaneidad, el abuso sexual  sistemático de menores encubierto por la Iglesia Católica y la gigantesca caída del mercado de valores en 2008. Spotlight comenzó como la gran favorita, pero a lo sumo ganará 2 de sus 6 nominaciones, la última Mejor Película en realizar esa hazaña fue The Greatest Show on Earth en 1952.

Al igual que Dance with Wolves, Braveheart y Titanic, The Revenant parece ser el ganador, es larga, desgarradora y épica. No importa que probablemente no la vayas a ver una segunda vez (yo ciertamente no lo haré), es material para Mejor Película.

Dos westerns están nominados este año para múltiples premios de la Academia en categorías de importancia, ese hecho no sucedía desde hace varias décadas: The Revenant y The Hateful Eight. La primera superó a la segunda en todo, desde la taquilla hasta la cantidad grosera de nominaciones (12 vs. 3), podría ser porque es mejor película o porque sencillamente su visión extremadamente optimista del salvaje oeste se adapta mejor a la necesidad que tiene el público por historias de triunfo sobre adversidades.

The Revenant recuerda a clásicos como Jeremiah Johnson, pero resulta familiar y nueva a la vez. El eje del film gira alrededor de un western inspirado por la historia real del pionero Hugh Glass, un montañés que sobrevivió al ataque de una osa y fue dado por muerto por sus camaradas por el año de 1823. Al igual que la figura histórica, el personaje de DiCaprio se niega a darse por vencido, el heroico protagonista enfrenta cientos de obstáculos de la naturaleza así como peligros de muerte por pueblos indígenas y  malignos montañeses.

Pero la obra de Iñárritu no es simplemente un homenaje de películas del género, pues explora una variedad de temas de índole contemporánea. El problema racial juega un papel importante ya que indígenas y blancos se atacan estableciendo una frontera cultural que los divide.

The Revenant deja muy claro que, pese a la época, no todos los blancos son racistas, el protagonista se casa con una india y le advierte a su hijo que debe tener más cuidado por ser mestizo pues no pertenece a ninguno de los dos grupos raciales. “No escuchan tu voz, solo ven el color de tu piel” dice Glass, lapidariamente.

El problema de la violencia en E.E.U.U. también es reflejado en la historia, en un contexto histórico apropiado pero nos muestra que tanto indios como blancos eran igualmente violentos con tal de lograr los objetivos trazados, muestra a una nación forjada al calor de estos actos.

La lucha contra la adversidad, siendo fiel a su género, le asegura a la audiencia que los estadounidenses pueden superar sus problemas si mantienen su determinación y fieles a los valores tradicionales como la familia, la moral, la libertad y la justicia.

Esta visión tradicional logra conectar con críticos y audiencias,  especialmente a una nación que está en año de elecciones presidenciales y añora un líder como Glass: esperanzador, decidido y feroz que pueda  vencer enemigos y problemas, ya sean osos o villanos en el viejo oeste o terroristas y otros enemigos en el mundo de hoy.

Los votantes de la Academia suelen seguir las premiaciones, y suelen guiarse por lo más reciente, además de las 12 nominaciones que tiene The Revenant, con la gran posibilidad de obtener Mejor Actor y Mejor Director, el film obtuvo Mejor Película en el BAFTA y en los Golden Globes, además del máximo premio en los DGA.

Aunado a eso, con el gran debate ocasionado por la falta de diversidad racial este año, apoyar a Iñárritu sería apoyar a alguien que “no es blanco” (en la mente de muchos americanos, los latinos somos una raza y no un grupo cultural compuesto por muchas razas).

Para rematar, un factor que podría jugar a favor es que este año el sistema de votación no limita la escogencia de Mejor Película a un solo film, sino que debes colocar Opción 2 y Opción 3. Es decir, si ninguna obtiene el 50% +1 de los votos por el 1er lugar, entonces el ranking de cuántos votos como Opción 2 y 3 tengas pesa mucho para determinar la ganadora.

Nunca sabremos el número de votos exacto, pero es probable que la ganadora de este año solo obtenga un 25% de los votos como 1ra opción.  Lo cierto es que ya las papeletas fueron remitidas el martes y a esta hora ya el film ganador está más que escogido.

The Revenant tiene seguras 4 de las 12 estatuillas, ya veremos que pasa con el resto.

La inútil poesía de apostar a perdedor

Alexis Correia

De los dos últimos ejercicios de Alejandro G. Iñárritu (como firma ahora), el único instante que realmente me sacudió fue aquel segmento del plano-secuencia interminable en el Michael Keaton queda en interiores en la calle y un transeúnte se burla gritándole: ¡Birdman! Cuando era niño viví una vergüenza parecida y un vecino de un edificio me hizo bullying llamándome: ¡Tarzán! Lo que quiero decir es: en el fuero más íntimo, las películas nos tocan o no nos tocan, y a partir de eso armamos una argumentación supuestamente racional. Puedo reconocer que Iñárritu es un virtuoso y todo lo demás, pero su cine no termina de decirme algo. The Revenant = Irrelevant, al menos para mí. Spotlight está bien para una lección sobre periodismo de investigación, hasta ahí. The Big Short no me parece tan creativa como se autovende, sobre todo a la hora de cerrar la moraleja. The Martian está bien hasta que se destruye la cosecha de papas. En fin, me voy con la predecible opción progresista: Mad Max, aunque estoy claro en que pretender que gane el Oscar es como pretender que The Matrix ganara el Oscar en 2000. Hay un tipo de películas a las que el Oscar les hace más bien un desfavor, con todo mi respeto para la institución. La furia tierrúa del director George Miller no es mi película perfecta, de hecho me aturdió bastante, pero tripeé con sus villanos disfuncionales, su puesta en escena de circo trash y sus referencias útiles para aproximarse por igual al yihadismo o al dilema shakesperiano de Nicolás Maduro con el aumento de la gasolina. La función pasó rodando.

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