Era una incógnita este Carabobo del colombiano Wilson Gutiérrez y con solo noventa minutos, nos dejó claro que ha decidido dejar todo como está. La salida de “Chispa” Novoa, “Mono” Suárez y Alejandro Fuenmayor no ha sensibilizado a un plantel que mantuvo entre los suyos a un aniquilador de área como Tommy Tobar.
Poquísimos cambios los vistos con respecto a las versiones que antecedieron a este nuevo Carabobo. No era necesario hacerlos. Más allá que la cancha del Metropolitano de Mérida es ampliamente diferente a la del Misael Delgado, este Carabobo mostró ser muy parecido al anterior, pero que ha ganado en tenencia, muy a la colombiana. Además, la explosividad de Novoa ha sido sustituida por un doble punta en ataque que marca mucho peso en la zona de ataque con un compañero fortachón que hará tándem con Tobar: el mexicano Nieto.
De resto, cero cambios: dos laterales con mucha pisada en el área contraria, dos medios centros dinámicos, donde Maurice Cova ha podido suplir con alta nota a “Mono” Suárez. Sus extremos, en un 4-4-2 marcado, siguen siendo punzantes. Bandez y Marlon Fernández fueron lo mejor en el estreno ante Guaraní.
El toque y el cambio de ritmo endemoniado sigue vigente, tal cual en los tiempos de Ferreira, Tolisano y Baldivieso. Sin embargo, ante un rival muy pobre para los nombres que tiene y jugando contra 10 buena parte del choque, el resultado final queda corto, más allá que no se encajó algún gol como local. Faltó punch y marcar todas las claras generadas, pero vamos, que es el primer partido oficial de Carabobo.
Preocupó algo los errores forzados de inicio de los defensores y la vehemencia con la que se desempeñaron. Tres de los cuatro del fondo estaban amonestados en la primera mitad y eso es un peligro inminente, que terminó cobrándose el puesto en la cancha de De La Cruz en la acera contraria: afuera a mediados del primer tiempo y a remar Guaraní con 10.
Carabobo no varió el libreto y siguió fiel a lo suyo: lanzados los extremos con un Cova bastante escurridizo entre un exageradamente pesado Fidencio Oviedo, un trastornado volante central que alguna vez fuera de selección paraguaya que está lejísimos de ser aquel perro de presa que destacó en Cerro Porteño. Los granates fueron más. Claramente más, pero faltos de precisión en el último toque, algo que en la Libertadores es prácticamente un suicidio.
Vuelvo a hacer énfasis en el toque que le ha dado Gutiérrez al equipo de tener más la pelota. Con eso se hace un equipo menos explosivo pero sí más calculador. Menos arriesgado a los goles del contrario (eficientemente no encajó goles, asunto por resolver en las pasadas ediciones).
Con algún refuerzo por incorporar y ante el inminente regreso de “Chino” Ocanto, es realmente gratificante ver que los sustos que preocuparon a muchos por el mercado de diciembre en Valencia, parece no haber afectado el desempeño futbolístico del equipo.
“El que limpia no está, y el que está no es el que limpia y como usted no ayuda a limpiar, por favor deje todo como esta”. Gutiérrez cumple con la solicitud del viejo resabio.