Todo cambió en el partido decisivo. Si en los dos primeros encuentros Rusia se había envuelto en goles para provocar la euforia de la afición y Uruguay había despertado dudas por sus problemas para anotar, en el momento de la verdad la Celeste hizo una exhibición de jerarquía, dominó todas las facetas del juego y sentenció la victoria en la primera parte, ante un rival que acude a los octavos preocupado por su escasa solvencia.
Una buena noticia para los de Tabárez, lanzados a por récords (tercera clasificación consecutiva a la segunda ronda, tres victorias en la primera fase e imbatidos), porque el técnico introdujo además cuatro cambios respecto al anterior partido y estos respondieron a la perfección.
Fue solvente Sebastián Coates, sustituto de Josema Giménez, Nandez aburrió a Denis Cheryshev, de Diego Lasalt partió el segundo gol y Lucas Torreira mandó en el centro del campo.
Pero todo empezó con Luis Suárez. El barcelonista, muy criticado en el debut, ha recuperado el instinto asesino. A los 10 minutos, dispuso de un libre directo al borde del área, lo aprovechó y, desde ese momento, ya le fue todo de cara, con la anfitriona angustiada.
Sin Aleksandr Golovin -una de las tres rotaciones que introdujo Stanislav Cherchesov-, Rusia nunca controló el centro del campo, no encontró en ningún momento a Artem Dyzuba y Cheryshev firmó su peor actuación.
El jugador del Villarreal, la sensación local al comienzo del Mundial, no pudo nunca con Nandez, tuvo la mala fortuna de desviar contra su meta el disparo de Laxalt que supuso el segundo gol y fue sustituido por Mario Fernandes cuando se produjo la expulsión por doble amarilla de Igor Smolnikov (m.36).
Con uno menos, Rusia ya no pudo seducir a la grada más que unos segundos, con la entrada de Fedor Smolov, el ídolo de la afición hasta el comienzo del Mundial, que no aportó mucho más, y a Uruguay le quedaron solo objetivos laterales: que se estrenase Cavani como goleador o que Fernando Muslera no encajase ningún gol en el partido en el que batía a Ladislao Mazurkievicz en presencias mundialistas.
Logró los dos. Cavani se sumó en el 90 a la fiesta y Muslera no tuvo más que intervenir en una ocasión. Misión cumplida antes de octavos, donde aguarda al segundo clasificado del grupo B.
No fue suficiente
Arabia Saudí derrotó a Egipto (2-1) con un gol en la prolongación del centrocampista del Villarreal Salem Al Dawsaryen, que resolvió un choque gris en el que el protagonismo se lo llevó el guardameta de los ‘faraones’, Essam el Hedary, quien se convirtió en el jugador más veterano en disputar un Mundial.
Arabia Saudí había tomado las riendas del partido, dominaba el juego en el centro del campo, pero sin profundizar, y Egipto, fiel al estilo impuesto por el argentino Héctor Cúper, conservaba en espera de un error que le permitiera apuntarse su primer triunfo mundialista. El Said lanzó en largo para que ‘Mo’ Salah mostrara su habilidad en el control en carrera y el oportunismo que atesora en sus botas, para marcar con un sutil globo sobre la salida alocada de Al Mosailen.
Fahad al Muwallad igualó desde el punto penal luego de caer en el área en un forcejeo con Hegazy, emparejando las acciones en el último suspiro de la primera mitad.
El del triunfo también llegó en la última acción del complemento, una jugada en el área egipcia en el que el balón cayó en las botas de Salem, centrocampista del Villarreal, que de volea lo cruzó al palo largo de El Hedary.