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Lo que hay detrás de ésta final Caracas - Táchira

El fútbol venezolano en su extensa magnitud necesitaba que hubiera un broche de oro como el que se está disputando entre Caracas y Táchira, éste ida y vuelta que ya tuvo un 1-1 en la ida en el Estadio Olímpico.

Caracas FC celebra el gol en la final del Clausura 2019 ante su archirrival el Deportivo Táchira
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Cuando Deportivo Lara caía eliminado en la semifinal de la liguilla del Torneo Clausura 2019 ante Caracas, en la rueda de prensa post partido, el técnico de Lara, Leo González le decía a los representantes de los medios de comunicación: “Sé que se dio la final que ustedes querían. Así que ahora a todos nos toca disfrutarla”.

Sí, Leo tenía una muy sincera razón. Y no solo la prensa.

El fútbol venezolano en su extensa magnitud necesitaba que hubiera un broche de oro como el que se está disputando en éste ida y vuelta que ya tuvo un 1-1 en la ida en el Estadio Olímpico.

Todos querían ver un bonito espectáculo luego de una temporada donde los más altos atractivos pasaron por la respuesta de la afición de Mérida con su amado Estudiantes en un exitoso Torneo Apertura. Algunos futbolistas que destacaron y poco más.

Táchira ha cumplido de la mano de Juan Domingo Tolisano una campaña magistral, adosada por dos remontadas de ensueño en la liguilla.

En cambio, Caracas, con un plantel prácticamente intacto al del Apertura, enfrentó miles de demonios para entrar en la mejor forma a la fase decisiva y, con autoridad, luego de un traspié en Maracay, poner orden en su juego y llegar como un grande que es a disputar el título al gigante andino.

Hay mucho detrás de toda esta emocionante final para medios y afición.

En San Cristóbal, Táchira se ha convertido en una tacita de plata para tener la marcha que ha conseguido. El manejo fuera de la cancha de Juan Domingo Tolisano ha servido para que la máquina aurinegra haya funcionado con entonación casi perfecta en el semestre.

La situación social, económica y de vida tan complicada por la que atraviesan los tachirenses es el principal rival a derrotar en la casa amarilla y negra.

Para ello, la directiva ha puesto el empeño en tratar que el plantel y sus familiares no sufran los embates de la escasez de combustible, el alto costo de la vida y los cortes eléctricos (por mencionar los principales de muchos males por lo que atraviesa el estado fronterizo).

Si Táchira juega el domingo en Pueblo Nuevo, los lunes son libres para los muchachos que cruzan la frontera para realizar las compras en Cúcuta, por ejemplo.

“Cuando venimos a jugar a Caracas lo hacemos en avión y tratamos de no permanecer mucho tiempo acá, no vaya a ser que los muchachos se enamoren de la Capital y se quieran venir a algún equipo de acá”, dijo en broma alguien del equipo alegando que la ciudad es un oasis con respecto a San Cristóbal.

Y es que la atención de la directiva de Táchira se ha centrado justamente en que a nadie en el equipo le falte nada. Hasta sacrificios salariales han hecho en la plana mayor del aurinegro para destinar recursos al plantel. Que no falte nada es la premisa.

En el camerino, ha sido vital el buen rollo entre los jugadores.

Desde hace mucho tiempo no se respiran aires de divismo. Encabezados por la leyenda Edgar Pérez Greco, reina la humildad y el compañerismo entre los miembros del plantel.

Todos tiran para el mismo lado e incluso las situaciones relacionadas al comportamiento de Esli García han sido manejadas de la mejor forma por Tolisano, quien ha sabido apaciguar al muchacho indomable que en ocasiones asume posturas egoístas ante las decisiones de su DT.

“La clave del éxito está en la unión del grupo”, me dijo el argentino Lucas Trejo sin antes hacer mención a cualquier aspecto técnico futbolístico.

Del otro lado, la campaña tampoco ha sido color de rosa.

Hace ya rato que Caracas no compite con el resto de los poderosos a punta de billetera, sino ha tenido que confiar en su cantera para paliar las bajas que se dan en el primer equipo.

Desde la vuelta de Noel Sanvicente, se acentuó más la política de “formar para vender” y éste año parece que los frutos comienzan a madurar: dos cuartos de finales en categorías de serie Élite, campeones en el Torneo de Reservas y peleando por los títulos arriba. Nada que reprochar.

Sanvicente ha tenido que lidiar con constantes lesiones, convocatorias a selección y sanciones.

Ha hecho malabares con un plantel que solo ha sufrido bajas en 2019 (salida de Canelón y lesión de Martins) y en esa lid, encontró a tipos como Anderson Contreras que hoy está encuadrado como uno de los mejores juveniles del país. Saggiomo, Flores, Celis, Contreras, Fereira son la savia joven que tira del carro y que ha impulsado al equipo a funcionar a pesar de las reiteradas lesiones de su figura, Robert Hernández.

Además, se ha sumado al problema un divorcio inexplicable con una afición que dio la espalda a su equipo (jugadores y directiva) y que incluso le costó una penalidad importante.

Si ya era reducida la facción de la barra del Caracas que se ha ido consumiendo con el paso de los años (emigración + ausencia de títulos, la causa), ahora son menos los que animan al rojo en cada partido, llegando incluso a quedarse afuera del estadio y gritar consignas anti jugadores y directiva.

Lo cierto es que, positivamente, renunciaron a sus exigencias de inversión en jugadores con experiencia y disfrutaron de un partidazo en la ida de la final del Clausura en el Olímpico con un show pirotécnico de años otrora.

En resumen, la fiesta es más que merecida para afición, medios y todo el entorno del fútbol nacional, pero más que para los directivos, cuerpo técnico y jugadores no será. Porque no ha sido un año fácil y éste clásico no solo es una final, es un premio para un selecto grupo que, como dicen en España, se han “currado” un año lleno de obstáculos para llegar a dónde lo hicieron.

“Qué gane el fútbol”, dijo Sanvicente antes de la final. Ya lo hizo y por goleada. Esperemos el desenlace en Pueblo Nuevo del próximo domingo.

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