Opinión

"Dos caras, dos corazones"

"Sinceramente, ustedes, caramelos, lo que le dieron fue cianuro a la sociedad venezolana. Ahora no se quejen de que los critiquen. ¿O es que pensaron que iban a salir ilesos de algo así?", espeta Carolina Jaimes a Caramelos de Cianuro

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¿Dónde se traza la línea que separa el deber ser y hacer de lo que no? ¿Es válida la excusa de que algo que en condiciones normales no se haría, se haga “para sobrevivir”…?

La presentación del grupo Caramelos de Cianuro en una fiesta del cumpleaños de la mujer de Jorge Rodríguez ha levantado sinsabores, decepción y rabia en un gran grupo de sus seguidores. También ha habido solidaridades automáticas y el muy venezolano “no me importa para quién toquen, a mí me gustan y ya”.

Lo primero que debo decir es que me encuentro en el grupo de los muy molestos. El grupo fue bandera de las campañas de Henrique Capriles y eso de que hayan ido a la susodicha fiesta, lo que suena es que están ahí para el mejor postor. Raro es que en este caso el mejor postor sea Jorge Rodríguez, quien como empleado público debería estar comiéndose un cable y obviamente no lo está. El discurso de solidaridad, de la reivindicación del pueblo venezolano, de la justicia social, quedó desde hace años sólo para el público de galería. La hipocresía se enseñoreó desde que descubrieron lo rico que es ser ricos. Aquello que decía Chávez, que “ser rico es malo” quedó como un chiste para los revolucionarios. Lo que es rico para ellos, es ser malos.

Entre los defensores del grupo arguyen que “no sabían para dónde iban”. ¿Cómo no van a saber dónde se van a presentar? ¡Por favor! Para la próxima nos cuentan una de vaqueros. ¿Será que ellos son tan altruistas que van a tocar en una fiesta donde los dueños no tienen dinero para pagarles y se enteran sólo al final? Démosle el beneficio de la duda: no sabían. Pero nomás al llegar han tenido que darse cuenta de quién era el paganini de la fiesta. Y no sólo se quedaron y tocaron. Se tomaron fotos muy sonrientes con la agasajada, que no tuvo el menor empacho en montarlas en sus redes sociales.

caramelos de cianuro

Para colmo, la hermana del vocalista Asier Cazalis, Yolanda Cazalis, escribió dos tuits de antología (por lo necios), y luego tuvo que poner su cuenta privada ante la catajarria de respuestas negativas -con toda la razón- que recibió. “Obviamente no sabían”, así comenzaba el primer hilo. Calladita te ves más bonita, Yolandita. El otro decía “No tienen manager y los jodieron”. La verdad es que en las fotos no se veían nada jodidos… Para muestra, basta un botón.

Y si es que necesitan dinero, porque se están muriendo de hambre, sus físicos y sus atuendos contradicen esa aseveración. Para quienes aseguran que fueron por mero asunto de supervivencia, los invito a que se asomen a cualquier barrio popular de Venezuela, para que vean lo que es sobrevivir. Y la mayor parte de esos sobrevivientes trabajan como burros. Sinceramente, ustedes, caramelos, lo que le dieron fue cianuro a la sociedad venezolana. Ahora no se quejen de que los critiquen. ¿O es que pensaron que iban a salir ilesos de algo así?

La mayoría de los venezolanos queremos un cambio radical de lo que estamos viviendo. Pero hay otros venezolanos que nos la ponen muy, muy difícil, porque en este “Harakiri Country” se sigue imponiendo la ley de “si no corres, te encaramas”. El alma de Libero Iaizzo debe estar revolcándose de impotencia y decepción. ¿Es que los homenajes que le rindieron después de su trágico asesinato tenían fecha de vencimiento?

Verdaderamente, lo de ustedes es “dos caras, dos corazones”…

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