Opinión

Dos de Trébol, estreno más de septiembre que de diciembre

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Tenía ciertas expectativas con Dos de trébol. Presunta película venezolana para toda la familia, estreno en fechas navideñas. Uno puede pensar lo que sea de Mónica Pasqualotto, pero A mí me gusta (2008) era un extraño caso de comedia concebida para consumo estacional. La verdad es que Dos de trébol me pareció un producto sin ninguna pifia grave (que es decir bastante), pero que no sobresale en nada. Si fuera un boletín de notas: 16 en todo, pero ningún 20. Una cinta más para septiembre que para diciembre.

Les presento a los personajes, a ver si usted saca más o menos la historia. Es fácil. Extraño preadolescente liceísta camisa azul que no juega videojuegos (¿eso existe?), sino que prefiere las patinetas, con déficit de atención escolar y vacío de figura paterna (Rosmel Bustamante). Mamá soltera amargada (Daniela Bascopé). Mago antisocial que sufre enfermedad degenerativa (Gavo Figueira). Abuela también con dolencia irreversible (¿cómo era la onomatopeya de tos? Cof, cof) y pasado de Adriana Azzi circense (Elba Escobar)

Si usted es uno de los nostálgicos de RCTV, por allí se asoma Chantal Baudaux (¿qué será de su vida?) en un papel de relleno que no aporta nada, aunque su rostro sirve para aniquilar células cancerosas.

Conocí a los directores de Dos de trébol, que son debutantes. Orlando Rosales es un flaco calvo y alto que mueve los brazos como Michael Stipe en el video de “Losing my Religion”. Jessica Wenzelmann es una catirita muy amable con pinta de tener apellido Wenzelmann. Ambos parecen buenas personas. Pero les faltó osadía, salirse de lo común. Me hubiera gustado, por decir algo, ver Dos de trébol con un reparto afrodescendiente.

Ojalá me equivoque, pero le veo pocas posibilidades a Dos de trébol de competir con otras ofertas contemporáneas de entretenimiento familiar. Es una película para un domingo a las 3 de la tarde en televisión. Gavo Figueira se me hace un actor con un rango muy limitado, huevo sin sal. Elba Escobar, una gloria del cine de este país, está cayendo en una vorágine precipitosa de doñismo new age. Necesita urgentemente un papel retador, algo con mala leche, así sea su canto del cisne.

Aunque es una historia de magia (creo que me quedo con el programa de TV de “Los más grandes secretos de la magia finalmente revelados”), no hay mucho vuelo visual, lo que no necesariamente se logra con efectos especiales costosos. Tampoco hay mucho humor. Mentira, sí hay algo humorístico: según los créditos, una escena de supermercado se filmó en el Abasto Bicentenario de Las Mercedes. Los anaqueles se ven surtidos y variados, y hay verduras y frutas frescas.

Esta era una nota como para haber escrito de Dos de trébol y otra película más. Pensaba hacerlo de Espejos (se estrena el 12 de diciembre), pero este es un caso mucho más complejo (un thriller criminal con muchas escenas heavy de estados alterados que me hicieron meterme también en una nota) y requeriré verla por lo menos una o dos veces más. Finaliza 2014 y llega la hora de los balances. No he visto todo ni soy fan de Mariana Rondón, pero creo que me quedo con Pelo malo en un año donde no rescato mucho del cine venezolano.

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