Opinión

Dos regalos silenciosos

Ricardo Adrianza nos invita a dar dos regalos que, a la larga, también son para nosotros: agradecer y perdonar. Y nos ayuda a lograrlo

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Dos regalos silenciosos
Foto de portada: Rodnae producciones / Pexels

A propósito de la cercanía de las fiestas navideñas, comenzamos a pensar en los regalos que queremos dar a nuestros familiares y en general, a todas esas personas especiales que, de una forma u otra, te empujan a ser una mejor versión.

La Navidad por definición es sinónimo de regalos y celebraciones. Y eso me parece genial. No obstante, aun cuando la filosofía del Señor de las verduras no colida con esa tradición, te pide que la acompañes con acciones intangibles, pero poderosas, que he enmarcado bajo el título de «Dos regalos silenciosos”.

Cuando indico que son “regalos silenciosos”, no es solo para definir que son acciones intangibles. Los defino como silenciosos ya que estas acciones producen una sensación de bienestar a quien las da y a quien las recibe, y precisamente esto último es la esencia de la filosofía planteada. Estas acciones son: ¡Perdonar y agradecer!

El perdón y el agradecimiento (gratitud), son fortalezas de carácter –conjunto de rasgos positivos presentes en el ser humano que ayudan a que las personas tengan vidas satisfactorias– que se incluyen dentro del inventario de ingredientes necesarios para la construcción del bienestar personal, las cuales se encuentran agrupadas en dos virtudes bien definidas por la psicología positiva: templanza (perdón) y trascendencia (gratitud).

dos regalos silenciosos
Foto: Ketut Subiyanto / Pexels

El perdón

Soy un fiel defensor en internalizar las bondades que tienen ambas acciones, pero debo admitir que el acto de perdonar es una asignatura muy difícil, ¡nos cuesta un mundo!

Sin embargo, no perdonar tiene efectos demoledores sobre nuestra salud física y emocional. No perdonar se relaciona con episodios de depresión, ansiedad y hostilidad. Por otra parte, cuando guardamos rencor, aumenta la presión cardíaca, lo que incrementa la posibilidad de sufrir enfermedades coronarias.

Pareciera entonces que el mejor consejo es olvidar los desencuentros y adoptar la inocencia de un niño, lo que significa, desarrollar la capacidad inquebrantable e inocente de perdonar.

El perdón es tan potente que no tiene fecha de vencimiento y otorga a quien lo recibe la posibilidad de corregir y ser una mejor persona. Además, cuando perdonas, le quitas fuerza al rencor, le das espacio a tus sueños y te acerca a Dios.

gratitud

Te estarás preguntando, ¿cómo lograrlo? Comienza por estar consciente de que también cometes errores y haz un inventario mental de las veces que te han perdonado. Luego, recuerda la sensación de paz y tranquilidad que sentiste cuando fuiste perdonado. Eso, te aseguro, será un aliciente irrefutable para otorgarlo y no tendrás más excusa, pues la sensación de querer perdonar será automática.

Agradecer

De la gratitud nos hemos referido en otras oportunidades, la más reciente en el artículo titulado ¿Quién empaca tu paracaídas?. Su esencia y beneficios multiplican nuestra sensación de bienestar.

Según referimos en el mencionado artículo, está comprobado científicamente que agradecer nos hace más felices y luce evidente que es un buen momento para practicarlo.

Comencemos entonces por agradecer la fortuna que tenemos de contar con un techo y las mínimas comodidades para enfrentar la calamidad que supone las restricciones sociales y los riesgos de salud como consecuencia de los efectos del coronavirus, Covid 19.

Agradece las pequeñas cosas que se te presenten en el día a día y comparte, no solo con tu familia, sino con todos aquellos que más lo necesiten. Recuerda que hay muchos – me cuento entre ellos – sin la posibilidad de compartir a diario con sus seres queridos. Esta etapa de unión “obligada” ha sido una maravillosa oportunidad para rescatar la familia.

dos regalos silenciosos

Agradece la vida y el valor innegable de tener buena salud, esta última tan mentada, y que hoy reivindica ese dicho tan conocido de que “el dinero no es lo más importante, lo más importante es la salud”.

Por último, aprovecha estas fechas y regálate el hábito de perdonar y agradecer. Conjuga ambas acciones bajo las virtudes de la templanza y trascendencia, y asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos. Cuando lo hacemos, somos mejores personas y nos rodeamos de mejores personas.

Con ello, estarás abonando a tu bienestar, el de muchos, y adoptando una filosofía de vida que blindará tus esfuerzos para entender que la vida, a diario, – en su más pura esencia – nos señala el camino para ser felices.

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